Notable investigación y producción del documental de seis capítulos de Netflix

Preguntas que buscan complejizar los presupuestos del caso Nisman

Tras cuatro años de preproducción, rodaje y edición, el documental que reavivó en las últimas semanas los puntos oscuros del caso Nisman aporta gran cantidad de información al espectador y complejiza la posibilidad de arribar a una conclusión tranquilizadora, dado que la serie no inclina el fiel de la balanza hacia una visión sesgada del caso que sigue abierto en la Justicia. No obstante, en una época marcada por la postverdad, salvo excepciones, es probable que al ver "Nisman, el fiscal, la presidenta y el espía" el espectador confirme la posición previa respecto a si la muerte del fiscal fue un suicidio o un asesinato.
Por Laura Haimovichi

Horas antes de presentar los resultados de su investigación sobre la AMIA en el Congreso de la Nación, Alberto Nisman aparece muerto. Con esa dramática situación subsidiaria de la trágica voladura de la AMIA, hecho que marcó un antes y un después en la historia contemporánea de la Argentina y que sigue en la más absoluta impunidad, comienza la serie de no ficción del guionista y director inglés Justin Webster: Nisman, el fiscal, la presidenta y el espía.
Se trata de seis capítulos con un guión y una producción muy trabajados que comienzan con una imagen panorámica de Puerto Madero, donde ocurrió el deceso del fiscal, encontrado con un disparo en su cabeza hecho por una pistola calibre 22, frente al espejo del baño de su departamento, ordenado y sin rastros de pelea, en el edificio Le Parc. Lo que se ve es que el lugar está cerrado por dentro, que el cuerpo sin vida impide abrir la puerta y que a un homicida le hubiera resultado imposible salir sin dejar sus huellas.
La serie va dando cuenta de las teorías conspirativas en torno al caso, muestra a la fiscal Sandra Fein refiriéndose a la escena del ¿crimen?, la creciente soledad de Nisman en la Unidad Fiscal AMIA, el surgimiento de pruebas contradictorias y de la potente pregunta que el documental no se propone responder pero resulta inevitable: ¿Se mató o lo mataron? Las respuestas –suicidio o asesinato – darían cuenta de una mayor cercanía ideológica al peronismo, la primera, o al macrismo, la segunda opción.
La serie, que Netflix puso en pantalla pocos días antes del quinto aniversario del fallecimiento del fiscal, sigue con la aparición del ex espía Antonio “Jaime” Stiuso hablando siempre, invariablemente, con una sonrisa sobradora. Se refiere a su colaboración con Nisman y a la presunta relación entre Irán y el atentado. Dos años le llevó convencerlo de que se exponga por primera vez públicamente, contó el realizador. Por sus declaraciones y por el material de archivo que va apareciendo, queda claro el poder con que contó y probablemente aún cuenta este soplón de los servicios, quien repentinamente, y pantalla mediante, se hizo famoso. Stiuso entró en la SIDE en los años ‘70 y fue formado en inteligencia durante los gobiernos militares.
Estamos en el tercer capítulo, donde seres queridos de algunas víctimas del atentado a la mutual de la calle Pasteur evocan ese día trágico. “Escuché la explosión desde mi casa. Yo vivía a unas veinte cuadras de la AMIA. La escuché tan fuerte, tan fuerte, que salí al balcón para ver si había pasado algo en la manzana de mi casa. Tuve la sensación de que algo pasaba. Después el teléfono comenzó a sonar y todo el mundo preguntaba por Andrés”, dice Diana Wassner de Malamud, viuda del arquitecto fallecido que estaba a cargo de las obras de refacción del edificio de Pasteur y una de las referentes de Memoria Activa. “Es aberrante no saber hoy, a dos años, si (AN) se suicidó o lo mataron”, señala en la entrevista realizada en 2017.
En el siguiente capítulo, la ex mujer del fiscal, Sandra Arroyo Salgado, y otras personas allegadas revelan los sucesos anteriores a su muerte, incluida la acusación de Nisman contra la entonces presidenta CFK. Expertos en criminalística analizan las salpicaduras de sangre para determinar las causas del deceso. El técnico informático Diego Lagomarsino, que trabajaba con el fiscal y dijo que le prestó el arma que lo mató (por lo cual está procesado) responde sobre su relación con él. Por lo que muestra la serie es dable imaginar las presiones que acorralaban a Alberto Nisman y lo improbable que parece que la Justicia arribe a la verdad tanto sobre el deceso del fiscal como sobre el atentado contra la AMIA.
Fein menciona las comunicaciones que se realizaron el domingo de la muerte de Nisman entre “gente de los servicios, gente retirada, gente del Ejército”. Y aclara que nunca antes esa gente había hablado. “¿Por qué hablaban? ¿Qué estaban esperando?”, se pregunta. Según consigna un artículo del diario La Nación, “muchos de esos apararos pertenecían a un mismo abonado: Stiuso”, quien en el documental admite no haber atendido los llamados telefónicos del fiscal en las horas anteriores a su muerte.
Se arriba al final, en donde Stiuso se explaya sobre a sus conflictos con el presunto espía Allan Bogado, muestra sus habilidades para el “chamuyo”, para las imprecisiones (hablar sin decir nada) y para desviar la atención de los temas sobre los que se lo inquiere. En la serie también aparece en una breve y emotiva entrevista el ex canciller Héctor Timerman, que falleció en 2018, impulsor del Memorándum de Entendimiento con Irán, lo cual le valió la cárcel por presunto encubrimiento y traición a la patria, en tiempos macristas, pese a que el documento fuera aprobado por el Congreso. El ex fiscal del Juicio a las Juntas Militares de la dictadura, Luis Moreno Ocampo, también habla del caso mientras salen a la luz nuevas contradicciones entre los principales involucrados en la tragedia de la AMIA. Otro testimonio insoslayable es el de Ross Newland, ex representante de la CIA en la Argentina, para quien la investigación del atentado fue muy mala y la Justicia carece de pruebas que involucren a Irán en la tragedia de la AMIA.
Por su parte, James Bernazzani, enviado por el FBI para revisar la causa AMIA, afirma que: “Las autoridades argentinas tenían una conclusión antes de investigar y entonces hacían encajar cada hallazgo con las conclusiones que ya tenían”.

Justin Webster

Cuatro años demandaron la preproducción, el rodaje y la edición del documental que reavivó en las últimas semanas los puntos oscuros del caso. En declaraciones a la prensa, Webster dijo que con su trabajo procuró “una visión más fría y analítica con una historia tan politizada. No me interesa el ruido mediático sino saber qué pasó. (La serie) no te dice lo que tienes que pensar. Espero que (luego de verla) el espectador tenga más claridad, algo que logrará cuanto más analice, observe y participe”.
Aunque es difícil hablar de imparcialidad (¿acaso existe?), la serie no inclina el fiel de la balanza hacia una visión sesgada del caso que sigue abierto en la Justicia. Webster no se definió sobre lo que pasó, si fue asesinato o suicidio. Entre quienes se refieren al asesinato, nadie ofrece precisiones sobre los motivos ni los autores, sólo una virtual relación entre la muerte del fiscal y su denuncia contra la actual vicepresidenta y otros funcionarios de su gestión al frente del Ejecutivo.
La serie aporta gran cantidad de información al espectador y complejiza la posibilidad de arribar a una única y tranquilizadora conclusión. “Quiero que la gente la vea con la mente abierta”, dijo el realizador. Con todo, es probable que, tras ver la serie de seis capítulos, salvo algunas pocas excepciones, el público confirme la posición previa que tenía respecto al caso Nisman.