Gira presidencial a Israel

Alberto viajó, el rumor se esfumó

Alberto Fernández eligió a Israel como destino de su primer viaje internacional, para asistir al Foro de Líderes en Conmemoración del Día Internacional de Recordación del Holocausto. Previamente, falsos rumores habían sostenido que junto con Venezuela, Argentina sería uno de los dos países latinoamericanos que no asistiría a Jerusalén, lo cual despertó una serie de reacciones adversas, que al tomar a la fake news como real llegaron incluso a caracterizar al nuevo gobierno como “negacionista”. Este episodio es una buena oportunidad para reflexionar acerca de las disputas en torno a las operaciones de prensa en las redes sociales y de la vigencia de ciertos prejuicios en el ámbito de la comunidad judía en relación al peronismo y el antisemitismo.
Por Gustavo Efron, director de Nueva Sion

En el marco de la invitación que cursara el Estado de Israel a Argentina al acto por el 75º aniversario de la liberación de Auschwitz en Jerusalén, al que asistieron numerosos mandatarios de todo el mundo, tuvo lugar una polémica que se inscribe dentro de lo que es el ámbito de discusión y de disputa por el sentido que se produce en la República Argentina en estos momentos. El disparador de la citada polémica fue un trascendido que afirmaba que Argentina y Venezuela eran los únicos dos países de la región que no asistirían al evento de recordación mundial del Holocausto.
En este contexto, desde Nueva Sion chequeamos con distintas fuentes acerca de la veracidad de tal afirmación y verificamos que efectivamente en el momento en que empezó a circular dicha información no había nada confirmado a nivel oficial por el gobierno argentino, simplemente no había aun una respuesta a la invitación de Israel. A todo esto, en las redes sociales surgió una ola grande de rechazo al gobierno argentino, el cual llegó a ser masivamente calificado como negador de la Shoá. Esto fue dicho por muchas personas en varias redes sociales, en grupos de Facebook, en Instagram, en cadenas de Whatsapp. Es decir, se empezó a crear una aureola de condena al gobierno argentino. Incluso, para generar presión, el diputado Waldo Wolff se anticipó a cuestionar la supuesta no presencia argentina en Jerusalén y se ofreció para viajar eventualmente como representante del país.
Posteriormente, el medio de comunicación que publicó la noticia eliminó la misma de su website, dado que evidentemente fue advertido acerca de lo improcedente y poco serio de difundir tal información. Pero, obviamente, cuando se borró dicho artículo, su contenido ya era una ola, dado que el lector que simplemente lee el título de una noticia o la reproduce no vuelve luego a entrar en ese link y confirmar que efectivamente ya no está más esa noticia. Por eso, naturalmente la operación ya había comenzado a rodar
Luego nos enteramos de que efectivamente era el propio Presidente de la Nación quien iba a viajar a Jerusalén, en lo que fue el primer viaje internacional de Alberto Fernández como primer mandatario.

De este episodio se pueden desprender un par de reflexiones. La primera es sobre las operaciones de prensa y las redes sociales, y los modos en los cuales las personas condicionadas por sus opiniones, sus perspectivas del mundo y sus categorizaciones realizadas previamente en relación a los gobiernos, las personas y las ideologías, dictaminan inmediatamente una respuesta, la cual comienza rápidamente a circular de manera casi visceral e irreflexiva. En este caso, se trató de una operación dirigida a las redes sociales que fue claramente detectada, que incluso, con la decisión de Alberto Fernández de viajar él mismo, quedó obviamente nula, desactivada y hasta ridiculizada. No obstante, dicho intento de operación política es también un llamado a una lectura más reflexiva y crítica, que contemple una mirada que incorpore los matices que tenemos que tener los ciudadanos sobre las respuestas frente a estas informaciones, el chequeo de las fuentes, el intentar revisar el contexto. En especial, en el caso de los periodistas, máxime en un tema tan sensible como la Shoá, debemos tener un poquito más de cautela en relación a este tipo de circulaciones, así como también de las respuestas.
La segunda reflexión se relaciona con salir a cruzar cierta mirada de una parte importante de la comunidad judía argentina respecto al gobierno actual, del cual el kirchnerismo es una parte pero no todo. La operación de prensa descripta tuvo cierta intención de caracterizar de antemano a la nueva administración con ciertos tintes ligados a lo antijudío, tal como ha sido clasificado por amplios segmentos de la comunidad el gobierno de Cristina Kirchner, cuando en realidad no hay ningún motivo para poder caracterizarlo de esa manera, más allá de los cuestionamientos que pueda haber hacia la política del kirchnerismo. En realidad, esto tiene que ver con una raigambre histórica del modo en el cual se ha visualizado mayoritariamente desde la comunidad judía al peronismo, con una mirada que en algún punto ha sido una perspectiva de clase.
Para refutar este prejuicio, bien podemos recordar que en el año 1949, durante el primer gobierno de Perón, Argentina fue el primer país de América latina en reconocer a Israel a través del envío de un embajador; y que Evita Perón impulsó las donaciones argentinas en el contexto de la creación del Estado judío y también se reunió con Golda Meir durante la visita de la dirigente israelí a Argentina. Es decir, el peronismo ha tenido durante mucho tiempo claras manifestaciones de acercamiento y de coexistencia en sus vínculos con el Estado de Israel, así como de nutrirse de la cuestión pluricultural que todo movimiento de masas tiene.
Por otra parte, en esta mirada de amplios sectores de la comunidad también está muy entrampado el caso Nisman, con una versión muy oficializada en buena parte de la sociedad argentina, y en particular de la colectividad judía, acerca de que el fiscal Nisman fue asesinado a instancias de la administración kirchnerista. Justamente, el documental de Justin Webster que este año estrenó Netflix muestra distintas investigaciones y pistas con entrevistas a los protagonistas centrales del caso Nisman, que ponen en evidencia una complejidad en la perspectiva sobre el tema, el cual no está nada claro respecto de si fue un asesinato o un suicidio, así como tampoco las motivaciones. Es decir, hay numerosas pistas presentadas, pero nunca una certeza respecto a esta mirada monolítica que tiene una gran parte de la comunidad judía respecto a la muerte del fiscal.
En este contexto, en ocasión del aniversario de la muerte de Nisman, tuvo lugar un acto de recordación claramente hegemonizado por figuras de la oposición. Se trató, sin lugar a dudas, de una movida tendiente a cuestionar al gobierno en el mismo sentido ya señalado. Es de destacar que tanto la AMIA como la DAIA decidieron no participar en este acto, justamente para evitar de alguna manera caer presos de este aluvión cuestionador u opositor que busca posicionarse sobre el caso Nisman. Queda claro que en ese contexto que hay ciertos cambios de rumbo, y que hay sectores, en particular la oficialidad de la comunidad judía, que están entendiendo que hay algunas tendencias que se van vislumbrando; y que es bueno ser mesurado, no subirse a estas olas expansivas para ser prudentes y evaluar cómo seguirá el curso de acción.
Es precisamente en ese sentido que el viaje de Alberto Fernández a Israel al acto de recordación del Holocausto fue central. Al respecto, cabe además destacar que Argentina es el único miembro latinoamericano activo de la International Holocaust Remembrance Alliance (IHRA), que es la institución más importante de recordación de la Shoá. Por eso era poco creíble y poco probable que el gobierno argentino decidiera no participar, teniendo en cuenta este protagonismo de Argentina. Por todo lo descripto, aquel globo de prensa que se difundió, si bien circuló y generó un consenso en amplios sectores de la colectividad judía, quedó rápidamente desarticulado por la realidad de los hechos.