A propósito de las caricaturas sobre Mahoma:

“Respeto por los musulmanes”

Con preocupación creciente, estamos presenciando la escalada de tensión provocada por la publicación, en algunos diarios europeos, de caricaturas del profeta Mahoma, consideradas profundamente ofensivas por los musulmanes. Aquí presentamos la opinión del rabino Henry Sobel, director de Relaciones Interreligiosas del Congreso Judío Latinoamericano.

Por Henry Sobel

Cualquier persona que posee una mínima cultura sabe que la ley islámica prohíbe retratar a Mahoma. Está claro que al no ser musulmanes, los dirigentes de los diarios europeos en cuestión no tiene la obligación de seguir las normas del Islam. La pregunta es: ¿Por qué faltarles gratuitamente el respeto a los adeptos de otro credo? ¿Cuál es el mensaje que quisieron transmitir los responsables del diario danés que publicó esas caricaturas de extremo mal gusto, y los responsables de los otros órganos de prensa que los reprodujeron?
¿Que todos los seguidores de Mahoma son terroristas? ¿Qué el propio Mahoma era un terrorista? ¿Cuál fue la finalidad de ese acto? Si pretendió divertir a los lectores, el objetivo debe haber sido alcanzado. Pero convengamos, sin embargo, que se proyectó una pésima imagen del nivel que tienen los lectores de los diarios involucrados.
La libertad de expresión, principio fundamental del sistema democrático -que es un derecho indiscutible del ser humano- debe ser siempre protegida. Cuando se la acompaña de falta de respeto al prójimo, dicha libertad de expresión puede ser destructiva. Sabemos que era perfectamente legal la publicación de esas caricaturas. Lo que se pone en cuestión no es su legalidad, sino el buen sentido, el discernimiento, la sensibilidad, la responsabilidad cívica de los que las publicaron y difundieron. Sí, la libertad tiene límites. La libertad acaba donde comienza la libertad y la dignidad del otro.
Además de que es políticamente incorrecto, el contar chistes sobre portugueses en Brasil en presencia de portugueses, o hacer bromas sobre gays en presencia de un homosexual, son actos de una estupidez inmensa. Fue precisamente esto lo que hicieron los “valerosos” e “indoblegables” defensores de la libertad de expresión.
Hay circunstancias en las que dos leyes distintas, dos preceptos, dos derechos, chocan en conflicto el uno con el otro, y estamos obligados a elegir cuál de ambos prevalecerá. En ese caso, que confronta la liberad de expresión con el respeto por la tradición ajena, la decisión debería haberse basado en consideraciones morales y políticas. “Políticas” en el sentido de procurar el bienestar general. En un mundo globalizado en el cual se multiplican los vínculos entre diferentes civilizaciones y un incidente de índole local es capaz de generar repercusiones internacionales, se torna todavía más vital que cultivemos la tolerancia y la coexistencia pacífica.
En mi opinión, la decisión de haber publicado las sátiras fue sumamente inoportuna. No es retratando a Mahoma con un turbante-bomba que vamos a promover la armonía entre pueblos de distintas religiones y culturas. ¡Muy por el contrario! Los musulmanes extremistas, esos que apoyan abiertamente al terrorismo, se pondrán sus capuchas y las utilizarán para difundir todavía más odio. Los musulmanes moderados, al sentirse ofendidos serán considerados en Occidente como terroristas que acrecientan las demostraciones de manifestantes furiosos. De un día al otro los amantes de la paz -en todos los campos- perdieron aliados y se dotaron de una cantidad incalculable de adversarios.
Es importante resaltar que a pesar de nuestra solidaridad con la comunidad islámica en este desdichado episodio, no podemos dejar de condenar categóricamente el exceso de violencia que ha mostrado la reacción musulmana, inflamada por fundamentalistas que se aprovecharon de la crisis para fomentar sus propios intereses. Lamentamos también el hecho de que tan pocos musulmanes protesten cuando hombres-bomba asesinan a personas inocentes; o cuando la Liga Arabe Europea inserta en su sitio en Internet una caricatura de Hitler acostado en la cama con Ana Frank; o cuando el Presidente de Irán declara que el Holocausto nunca existió, aserción que a nosotros, los judíos, nos duele más que cualquier caricatura.
La única manera de construir un mundo más pacífico y de tratar de comprender el punto de vista ajeno, es respetar aquello que es sagrado para el otro.