El Hamas ha hecho que los israelíes abandonen un tema crucial en su destino político inmediato: ¿quién reemplaza a Arel Sharón?
Benjamín Netanyahu, del Likud, mantuvo un encuentro con la prensa extranjera y dedicó 10 minutos a hablar de economía, y el resto, a detallar sus políticas hacia los palestinos y el Hamas.
Afirmó que Israel «debe levantar tres muros alrededor de Hamás»: uno de seguridad (aún más adentro que el actual y no acomplejarse por el qué dirán si es necesario utilizar la fuerza del Ejército); otro político (aislamiento internacional de la AP) y un tercero económico (que no llegue «ni un centavo» a la Administración Palestina para «obligar a esa sociedad a elegir otro camino»).
También habló de ejercer la dureza «para evitar la creación de un segundo Irán que amenace a Israel y a todo Occidente» frente a lo que considera la debilidad de Ehud Olmert.
El actual Primer Ministro interino debe mantener un equilibrio difícil entre la firmeza y el ‘Mapa de Rutas’. Y es por ello que haya sido, verbalmente duro contra Hamas y que sólo se haya limitado a no transferir fondos de la AP que Israel recauda.
Un segundo Holocausto
Pero ‘Bibi’ fue más duro aún: comparó a Hamas con Hitler cuando alertó que el eje Hamas-Irán planea un segundo Holocausto.
Olmert, en cambio, afirmó que «la esperanza de la paz no ha desaparecido. «Yo soy responsable de la batalla contra Hamas y de mantener la esperanza en lograr un acuerdo», añadió.
Amir Peretz (Laborismo) en cambio, defiende la suspensión de la ayuda internacional a Hamas y alerta contra «los castigos colectivos que intensificarán el terrorismo».
Los analistas no se ponen de acuerdo en señalar quién se beneficia del triunfo de Hamas. Unos dicen que el Likud, ya que el extremismo alimenta a los extremistas. Otros sostienen que Kadima, porque acentuará la desconexión unilateral iniciada por Sharón y que Olmert reafirmó como estrategia.
Netanyahu ya ganó unas elecciones con un discurso duro pero acabó entregando gran parte de Hebrón a la AP presidida entonces por Yasser Arafat.
Olmert permitió que las elecciones palestinas se celebraran en Jerusalem Este, lo que eliminó la última excusa que le quedaba a Abú Mazen para cancelarlas e impedir la victoria de Hamas.
Lo cierto es que luego del 28 de marzo, sea quien fuera el nuevo Primer Ministro israelí, continuará teniendo a Hamas del otro lado. Pero ya no será más tiempos de campaña electoral sino de gobernar con una mirada de estadista y habil estratega.