Causa AMIA -9 años. Opinan los familiares de las víctimas

Familiares y Amigos de las Víctimas de la Masacre de la AMIA: «Los mataron más de mil veces».

Solemos escuchar: “para que nuestros muertos no mueran dos veces, una por la bomba y otra por el olvido y la indiferencia...”. Pero esto no es más que una alegoría utópica, pues no hay olvido ni tampoco indiferencia; ya que los recuerdan todos los días para volverlos a asesinar; lo cierto es que ya los mataron más de mil veces.

Los vuelven a matar cuando producen o pregonan, por omisión o por acción, actos de:
IMPUNIDAD, para que queden sin castigo los asesinos.
MENTIRAS, para no recordar los hechos.
INJUSTICIA, para cubrir de legalidad las presuntas defensas.
TERRORISMO, para permitir la violencia extremista.
ENCUBRIMIENTO, para evitar la acción de la justicia.
SECRETOS DE ESTADO, para retacear irregularidades sumariales.
CORRUPCIÓN, para alterar o pudrir la verdad.
DISCRIMINACIÓN, para cambiar el sentido de las cosas, separándolas.
INTERNAS DIRIGENCIALES, para nombrarnos loquitos del dolor.
DIGNIDAD, para atacar el respeto que ellos y nosotros merecemos.
CUESTION DE ESTADO, para confundirnos que sólo es un tema judío.
CIERRE DE CAUSA, para no cubrir los hechos del 10 al 18 de julio.
DEMAGOGIA POPULISTA, para acallar la exigencia de justicia.
IMPRESCRIPTIBILIDAD, para causas conexas al terrorismo.

¡Cuántas locuras cometen los funcionarios y dirigentes en nombre del honor y memoria de los muertos!
En estos casi 9 años los Familiares y Amigos de las Víctimas siempre adoptamos las decisiones de actuación en reuniones democráticas donde se escuchan, critican y deciden entre todos las acciones a seguir despojados de actitudes que respondan a impulsos emocionales y mucho menos demagógicos.
Somos respetuosos, pero a la vez firmes: somos respetuosos de los derechos y garantías constitucionales que asiste a todo habitante de nuestra Nación; no fuimos, no somos ni seremos tibios con nadie que por acción u omisión, haya contribuido a la perpetración del crimen, o a su encubrimiento. Ese es nuestro deber, ese es nuestro compromiso.
Sentimos y sabemos que la nuestra es la voz de los que ya no tienen voz; la voz de 85 argentinos y no argentinos, de judíos y no judíos; la voz de 85 hombres, mujeres y niños; la voz de 85 asesinados el infausto 18 de julio de 1994, en este lugar. Mientras no haya Justicia para esas 85 vidas segadas, esa voz se hará escuchar. Esa voz retumbará.
Sabemos que 9 años son demasiados para que hoy, como entonces, no podamos sólo dedicarnos a honrar la memoria de los que hoy todavía no pueden descansar en paz.
Sentimos que se utiliza la impericia para acallar la negligencia cuando se encuentra mezclada la complicidad moral de los funcionarios a lo largo de toda la causa. Por ello, que nadie se confunda: cuando hablamos de negligencias, hablamos de inexplicables negligencias, las cuales a diferencia de las impericias no encuentran justificación en la aludida envergadura y complejidad que distinguen tristemente a la voladura de la AMIA. Entendamos claro, sólo se trata de HECHOS CRIMINALES, TERORISTAS Y ANTISEMITAS.
Ningún policía puede alegar desconocimiento del modo de preservar correctamente elementos secuestrados.
Ningún miembro del Servicio Penitenciario puede alegar desconocimiento acerca del alcance de una orden judicial de incomunicación de un detenido.
Ningún funcionario público puede alegar desconocimiento de la obligación de poner en conocimiento del Juez, la existencia de testigos o información de un hecho criminal.
Todos los familiares tenemos expectativas de que la declaración del Testigo “C” contribuya a destapar una trama de encubrimientos que nos ha hecho tanto daño como la bomba, pues siempre exigimos que este testigo comparezca en nuestro país y diga todo lo que declaró en el exterior y que desmienta lo que el maléfico ex presidente Menem denominó como campaña política en su contra. Y si de dicha declaración surgen las pruebas de que el ex primer mandatario aceptó 10 millones a cambio de su silencio sin importarle el horror que se desató bajo su mandato, EXIGIREMOS que sea juzgado como cómplice y termine sus días pudriéndose en la cárcel.
Fundamentalmente queremos recordarle al Gobierno Nacional y los componentes de todos los poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, cercano ya a un nuevo 18 de juli, que no importa qué tan sucia sea la verdad, la verdad verdadera debe saberse.
Si los argentinos de buena voluntad no nos alzamos con esa verdad, tenemos que saber que legamos a nuestros hijos un país donde cada mañana podrá ser 18 de julio de 1994; cada calle, Pasteur al 600; cada uno de nosotros, un deudo; cada uno de los nuestros, una vida arrancada de raíz.
Los años pasarán y, con los años, generaciones de argentinos sucederán unas a otras; pero en el calendario espiritual de ésta nación, cada 18 de julio será, para siempre, el aciago y cruel 18 de julio de 1994.
Por eso necesitamos la verdad: para que cada uno de los próximos 18 de julio de nuestra historia podamos conmemorar no solo la tragedia sino, también, el triunfo absoluto e incondicional de la Justicia.
A ello debe estar encaminado el esfuerzo de todos los argentinos de buena voluntad, porque esa debe ser la esperanza de todos los argentinos que queremos otra justicia. Queremos una justicia que logre que la decencia le gane a la corrupción. Una justicia que con sus fallos logre expulsar a los mafiosos que se apoderaron de la República.
Combatamos el terrorismo, que es la lacra del mundo de hoy, es una locura desenfrenada y criminal sea cual sea su matiz, color y credo.
No hacer todo lo posible para combatir el terrorismo y su fuente de financiación va a terminar convirtiendo a nuestro país y a Sudamérica en cómplices o prisioneros de los terroristas; por no compartir los países información y tener estrategias comunes.
Hoy, a 9 años, tratamos de que no sigan asesinando a nuestros muertos. Nos convocamos en el lugar de la aberrante masacre de ese 18 de julio que fue el atentado más terrible que ha sufrido nuestro país, que nos demostró y hoy se prueba, la incapacidad del Estado en la prevención para que no ocurriera y luego la indecisión e ineficacia para resolverlo.
Todo lo dicho nos hace sentir que todo está mal, que nuestras vidas se unen en un abismo tan profundo, que no se alcanza a ver ni un pequeño haz de luz y nos preguntamos de continuo si vale la pena tanto esfuerzo en esta lucha desigual, en donde los autores intelectuales y materiales, junto a los encubridores se amparan en la corrupción y la impunidad.
Es en esos momentos cuando potenciamos nuestro amor, coraje, fuerza y sentimiento por nuestros seres queridos que aquí fueron masacrados y seguimos en la lucha por la búsqueda de la verdad.
Por eso, una vez más, llamamos al conjunto del pueblo argentino a acompañarnos en esta dura y difícil lucha, uniéndonos para demostrar que el paso del tiempo no va a callar las voces ni el reclamo de justicia, para que continúe cada vez con más fuerza encendida la llama de la memoria, para que la verdad triunfe y así vencer a la mentira, para que la paz le gane a la violencia, para que el coraje derrote al miedo y para que la justicia en toda su dimensión reine en nuestro país.
Señor Presidente: si queremos conservar la democracia le debe preocupar la condena a los criminales que amenazan a nuestra sociedad; por ello le exigimos que cuide la Causa AMIA, que siga investigando los legajos y expedientes existentes en la Instrucción, que apoye el desarrollo de éste Juicio Oral y de los que vendrán; muestre la transparencia y la verdad con respecto a ésta masacre; pues del futuro de la Causa AMIA también depende el futuro de la seguridad nacional.
Los Familiares y Amigos de las Víctimas de la Masacre en la AMIA prometemos estar siempre de pie dando testimonio para demostrar que no olvidamos ni perdonamos, no seremos cómplices del país de las sombras en una Argentina rápida para el olvido, nos transformaremos -cada uno de nosotros- en el monumento vivo de quienes ya no están a nuestro lado, para que nunca más el horror vuelva a ensangrentar familias, continuaremos sin cansancio con nuestra ardua lucha para esclarecer esta masacre sin sentido.