La misma relación de parentesco y consanguinidad que hay entre los hombres se da también entre las palabras.
Varrón (De lingua latina)
Hace un tiempo, Rodrigo Varscher, un amigo profesor de lengua hebrea y apasionado de la misma, al que le debo la mayoría de las explicaciones sobre los términos hebreos, hizo un comentario y dejó planteado un interrogante sumamente interesante: “Qué loco, ‘relatar’ y ‘cortar el cabello’ se dicen igual en hebreo (lesaper). Me pregunto por qué serán homónimos”.
El término lesaper, homónimo en hebreo para “relatar” y “cortar el cabello” tiene origen en la raíz sefer, que significa libro. De la misma raíz sefer derivan varios vocablos: “contar” (lispor), “cuento” (sipur), “escritor” (sofer). Ahora bien, como puede observarse no hay relación de sentido entre los términos que puedan explicar la homonimia ni tampoco la derivación del término lesaper que remite a “cortar el pelo” de la raíz sefer (libro).
La primera idea que me surgió fue la de un capítulo del libro El silencio del nombre, de Esther Cohen, titulado Derramar la sangre de las lenguas. La circuncisión como figura del lenguaje en la cábala de Abraham Abulafia. La circuncisión me fue evocada por “cortar el pelo”, que al igual que la caída de un diente o de cualquier tipo de pérdida, sea corporal o no, son símbolos de la castración. A su vez, hay en ambos casos una relación directa con el lenguaje, tanto en el término lesaper como en la expresión hebrea brit milá para la circuncisión.
Esa relación con el lenguaje queda evidente en lesaper con los términos “relatar”, “cuento”, “contar” y su propia derivación del vocablo libro. En la circuncisión lo vemos a través de su expresión hebrea brith milá, que también significa pacto de la palabra. En este segundo caso el vocablo milá para significar “palabra” se escribe sin la letra hebrea iod (‘), pero ambos términos milá, ya sea para uno u otro caso, suenan igual, es decir son homofónicos. Algo se pierde -como en la circuncisión- para acceder a la palabra, al orden del símbolo.
Llegado a este punto, con la idea de que habría algo similar que pudiera explicar la homonimia del vocablo lesaper utilizado tanto para “relatar” como para “cortar el pelo”, vino en nuestro rescate un rabino (no recuerdo su nombre) para darnos a conocer que el primer corte de pelo en un niño judío es tradicionalmente a los tres años de edad, cuando el niño comienza su “educación formal” y su padre empieza a “contarle” lo relacionado con el sefer Torá. Un corte para empezar a contar, agregaba el rabino.
Se puede observar entonces como el corte de pelo aparece como rito para acceder al libro, al relato, a la palabra, tal como se da con la circuncisión. En otro texto, titulado Moisés entre el lenguaje, la palabra y la Ley, abordé la dificultad en el habla de Moisés, quien duda de ser la persona elegida por Dios para enfrentarse al faraón. Las expresiones de Moisés donde expone su dificultad han sido traducidas como “siendo yo torpe de labios” (en hebreo el término para «labio» al igual que para «lengua» se usan en el sentido de «lenguaje») y también como «soy torpe de palabra». La traducción más afín al espíritu de la ley sería «soy de labios incircuncisos», ya que el término hebreo utilizado es “arel” que significa tanto torpe como no circuncidado. El oscuro pasaje del Éxodo 4:24-26, donde Tzipora siguiendo la ley de Dios ejecuta la circuncisión y salva a Moisés de ser muerto, nos muestra como la castración simbólica simbolizada por la circuncisión abre a Moisés al mundo de la palabra para poder ejecutar su misión.
Esta parece ser una relación estructurante en el interior de la tradición hebrea: la de un vínculo inseparable en el que el pacto con Dios y con su Ley a través del libro y del relato, supone un corte, una marca que abre al mundo del símbolo. Como nos lo recuerda Leopoldo Müller en un texto fascinante: “Pactar en hebreo se dice ‘cortar un pacto’. El dilema de las palabras es precisamente su remisión antitética”. Agreguemos que junto a la expresión brit milá para la circuncisión encontramos repetidamente en el texto bíblico la expresión ot brit, que muy bien podría traducirse como el pacto de la letra o la letra del pacto. Remito al notable libro de Diana Sperling La difherencia, y en particular para este punto al capítulo V, Nadie sabe lo que puede un texto.
Esta relación parece estructurar la lengua misma, estableciendo relaciones significantes que no tienen un vínculo lógico desde el punto de vista del significado. Estas nuevas relaciones simbólicas dejan su impronta como toda lengua en la organización de la cultura y por ende en el sujeto inmerso en ella.
Un comentario final, que agregó Rodrigo Varscher, en cuanto a que una sola letra diferencia en español las palabras “contar” y “cortar” me hizo pensar lo que pudo haber sumado a que nosotros -hablantes castellanos- quedáramos a su vez atrapados en el enigma de la homonimia del significante hebreo lesaper: tal vez hayamos captado que en él había algo en el orden de un saber sobre el corte en tanto marca simbólica de la castración que hace posible el separar-se.
* Psicólogo, se dedica al psicoanálisis. Reside en Montevideo. Ha publicado en diferentes medios textos sobre cultura, psicoanálisis y judaísmo.
BIBLIOGRAFÍA
-Cúneo, Pablo (2017): Moisés. Entre el lenguaje, la palabra y la Ley en
http://www.mensuarioidentidad.com.uy/reflexiones/moises-entre-el-lenguaje-la-palabra-y-la-ley (no se puede acceder al texto desde facebook, sí desde el buscador copiando el link).
-Müller, Leopoldo (1976): El falo, la castración, Dios y el nombre en
http://www.apuruguay.org/apurevista/1970/1688724719765509.pdf
-Sperling, Diana (2018): La difherencia. Sobre la filiación y avatares de la ley en Occidente. Maño Divino. Buenos Aires.