«Rechazamos la violencia como medio de expresar el descontento contra lo que puede haber publicado la prensa libre», afirmó Bush tras recibir al rey Abdalá de Jordania. A continuación, el dirigente matizó cuidadosamente su respeto a la libertad de expresión, al afirmar que ese derecho incluye «la responsabilidad de pensar en los demás». Enfatizó, entonces, que «cualquier cosa que vilipendie al profeta Mahoma o que ataque la sensibilidad de los musulmanes debe ser condenada».
La Casa Blanca trata de mantener, así, el equilibrio entre la defensa de la libertad de prensa, el rechazo a la violencia generada por las caricaturas, su incomodidad por la publicación de las viñetas y el apoyo al Gobierno danés. Algo más difícil, en este mundo de hoy, que caminar en la cuerda floja.