Amona, Hamas:

Dos fases de un mismo proceso

¿Que es Amona? Uno más de los cientos de asentamientos ilegales que todos los gobiernos israelíes, a partir del año 1967, han autorizado bajo cuerda, sin declaracioners a la prensa, sin que figure su nombre en los mapas de la Cisjordania. Todos los pasos fueron ilícitos, se financió con partidas secretas del presupuesto nacional israelí y los impuestos que pagan los israelíes, impuestos que provienen, también, de los subsidios que se les daba a la población de menores recursos, a los pensionados y los inválidos, a las instituciones de educación, a la salud pública, etc. Las oportunidades de todos pueden leerse en este artículo:

Por Abi y Nurit Ben Shlomo (Desde Israel)

Amona fue el primer hito de los asentamientos que debían desocuparse y ser demolidos. Hubo un informe de la procuradora Talia Sassón, entregado al entonces Primer Ministro de Israel, Ariel Sharón, quien lo recibió y prometió cumplir sus exigencias. Nada ocurrió. La Suprema Corte de Justicia, ante la petición del Movimiento Paz Ahora, confirmó la resolución del desalojo a Amona y al resto de los enclaves ilegales.
La medida debió cumplirse en su totalidad el primer día de febrero… pero el 1º de febrero Amona no fue desocupada. Sólo fueron demolidas 9 casas de material, construidas en tierras privadas de propiedad palestina. El resto de Amona, casas prefabricadas donde viven algunas familias, quedó en el lugar. Los habitantes no fueron expulsados y el asentamiento -ilegítimo- sigue en pie.
Las fuerzas de seguridad, hartas del doble mensaje del gobierno de turno, empleó la fuerza -podríamos alegar que en defensa propia- cuando fue atacada a ladrillazos por los “jóvenes de las colinas”, romántico apodo que encubre una nueva generación de jóvenes extremistas, delincuentes políticos y terroristas en la mejor tradición del absolutismo.
Estos jóvenes, en su mayoría menores de edad, juzgados por los jueces con una sospechosa y magnánima dosis de tolerancia, provienen de todo el país y de las zonas palestinas ocupadas, muchos de ellos kahanistas discípulos del rabino Meier Kahana, inspirador de CAJ (Kahana jai, Kahana vive). Fueron televisados y fotografiados durante los días previos mientras juntaban los ladrillos, las piedras, la pintura, la soda cáustica y otras armas no convencionales, en ostentoso estilo provocativo, sin que nadie tomara medidas preventivas para evitar el enfrentamiento.
Niños mimados del Estado israelí, acompañados en todas sus actividades por vehículos blindados desde que nacieron, educados en la intolerancia, el racismo, la impunidad y el amor a la “Torá” de los ocupantes, actuaron con vandalismo contra los palestinos de la zona desde que aprendieron a caminar: agresiones físicas, tala de olivos, incendios de haciendas palestinas; y ahora continúan con su conducta violenta hacia cualquiera que se les oponga: palestinos, israelíes, fuerzas de seguridad, representantes de la prensa, etc.

Cinismo religioso

Muchos de los que criticaron durante años a los árabes que mandan a sus jóvenes al suicidio asesino y a los niños a tirar piedras contra el ejército de Israel, ahora, cuando los jóvenes tirapiedras son judíos, callan, otorgan, sonríen. Su silencio es equívoco. No es necesario ser muy suspicaz para entender que es el silencio cómplice de los que protegen a los que se escudan tras su minoría de edad, los que extienden las manos en un gesto de impotencia y afirman: ¡No hay lo qué hacer! ¡Son jóvenes y quieren justicia! El cinismo de los dirigentes judíos de Cisjordania, IESHA, es ya bien conocido… lo vivimos durante la desconexión de Gaza.
Lo que nos alegra y nos llena de orgullo es la indiferencia de la mayor parte del pueblo israelí, que no se dejó impresionar por la imagen de la cabeza ensangrentada del parlamentario Efi Eitam (la filmación de la policía ha probado, sin lugar a dudas, que el citado líder extremista fue herido en la cabeza por la piedra arrojada por un combatiente de la milicia terrorista, de la que Eitam es uno de los cabecillas).
Tampoco las protestas histéricas de las “niñas de las colinas” alteraron el ánimo de la mayoría de nuestro pueblo, hastiado del diversionismo de la prensa y los noticiarios de la TV. Es que la mayoría de los israelíes que apoyaron la desconexión de la Franja de Gaza, quiere vivir en paz con sus vecinos palestinos, terminar con la violencia, trabajar y disfrutar de la vida en el Medio Oriente.

Grandes oportunidades

La Guerra De Los Seis Días devino en ocupación y el desarrollo de las colonias para fundar el “Gran Israel”.
Pero, ahora, precisamente ahora, triunfó el Hamas en las elecciones palestinas… esa “anarquía palestina” que se transformó en un “festival democrático” el día de las elecciones, el 25 de enero, y al día siguiente, al conocerse su victoria categórica, se convirtió en el “festival del islamismo”.
Es ésta la gran oportunidad histórica del gobierno liderado por Ehud Olmerth (que, con toda seguridad, continuará dirigiendo el destino del Estado de Israel luego de las elecciones del 28 de marzo), de limpiar el Establo de Augias de los asentamientos y tender un puente legítimo hacia la paz.
Durante años, los gobiernos israelíes se “quejaron” de la OLP y de su líder Yasser Arafat. Por lo visto, tampoco Abú Mazen los satisfizo como interlocutor y nunca intentaron sentarse juntos, con seriedad, a una mesa de negociaciones.
“Lo bueno conspira contra lo mejor”: ahora recibieron algo impensado, tal vez más apto para llegar a un acuerdo de paz. Cuando se disipe la histeria, real o propagandística, que desató el resultado de las elecciones palestinas, si el Gobierno de Israel va a estar dispuesto a negociar con un Hamas, y éste se disponga a reconocer al Estado de Israel y renunciar a la vía armada, podría ser posible mirar el futuro con alguna esperanza.

El porvenir

Pero, OLP o Hamas, en realidad no tiene demasiada importancia: la paz se hace con el enemigo, no con los aliados ni con marionetas. El Gobierno israelí puede negociar hasta el fin de los días con el gobierno de Estados Unidos, con el gran estratega Bush o algún otro representante de los consorcios internacionales, pero no le va a servir de mucho.
El conflicto de más de medio siglo es entre israelíes y palestinos, no con los Estados Unidos o la Unión Europea.
Que el Hamas reconozca formalmente al Estado de Israel de Israel o no, también éllos saben que deben negociar. Y lo harán si los futuros gobernantes de Israel se predispusiesen, realistas y maduros, a permitirles participar de las duras negociaciones de paz.
Por último: la actitud del actual gobierno con respecto a los próximos desalojos de los asentamientos ilegales y una posición realista ante el Hamas, dará la pauta de si el Medio Oriente entrará en una nueva era, o si deberemos salir al encuentro de nuevas intifadas, duelos, muertes y violencias.
Amona podría ser, tal vez, el principio de una nueva modalidad que abone el terreno para devolver las zonas ocupadas y alcanzar el fin del conflicto.
Faltan, aún, hechos más serios, categóricos, y tiempo para poder abrir la puerta de la esperanza. Una esperanza que, por primera vez, tiene bases más sustentables y reales.
De lo contrario, seguiremos sentados sobre las bayonetas y las oportunidades seguirán su ruta hacia el infierno.