Los «bárbaros» de Hamas
Palestina se juega su destino entre tres opciones:
1- la de quienes decían fusiles sí, comicios no,
2- la de los que proponían fusiles y comicios, y
3- las de quienes querían comicios sin fusiles.
Posiciones que corresponden, respectivamente, a la Yihad Islámica y otros grupos extremistas; a Hamas y algunos sectores de Al Fatah, y al actual Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina.
Las elecciones del pasado 25 de enero han decidido rotundamente a favor de los comicios. Pero no solo de éstos.
La participación popular ha sido muy alta. La decisión a favor de las urnas deja en manifiesta inferioridad a la Yihad Islámica y a todos los grupos que no confían en otra solución del conflicto con Israel que el uso de la violencia.
Pero, también, los resultados electorales han marcado una proporción muy difícil de resolver entre las dos siguientes opciones: la de participar en los comicios sin abandonar las armas, propuesta por Hamas, y la de votar renunciando al recurso a la beligerancia contra Israel, propuesta por la Autoridad Nacional Palestina y el sector oficialista de Al Fatah.
Triunfo democrático
Antes de las elecciones se hacían cálculos sobre la posibilidad de que Hamas sacara un número de votos suficiente para obligar a un Al Fatah vencedor, a contar con la organización islamista para compartir el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina. Pero los resultados electorales han alterado por completo estas previsiones.
La mayoría absoluta conseguida por Hamas les da una vuelta total. Ahora es la triunfante organización islamista la que, en posición de fuerza dad por los votos, tiende la mano a Al Fatah y a otras formaciones políticas para que entren en el futuro gobierno palestino.
Este cambio radical es de tal naturaleza que invalida todos los puntos de referencia que se han manejado a lo largo del conflicto árabe-israelí, en relación con Israel y en la irradiación internacional del propio conflicto.
El predominio sin atenuantes de una organización que no reconoce al Estado de Israel y no renuncia a utilizar las armas contra éste, es como una vuelta al punto anterior de los acuerdos de Oslo.
No obstante, Hamas ha entrado en el juego electoral y conformará el Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina.
La perduración de Sharón en estado de coma enfatiza este momento de consecuencias imprevisibles. Al morir Arafat parecía que Sharón quedaba con las manos libres para imponer la resolución del conflicto palestino. ¿Cómo?, unilateralmente, por completo a su modo, frente a una Autoridad Nacional Palestina débil -y con Gaza y Cisjordania- sumidas en el caos de la lucha por el poder.
La desconexión unilateral israelí de Gaza fue el momento culminante en la realización de los propósitos expeditivos de Sharón. Ahora, el paréntesis de poder que existe en Israel produce un corte brusco hasta las próximas elecciones de marzo.
Muchos israelíes, a lo largo de todo el espectro político, ya habían concluido, tras una docena de años de proceso de paz con Al Fatah, que no hay un socio palestino serio para la paz. El triunfo de Hamas no hace más que reforzar esa conclusión: Israel está dispuesto a aceptar ya un Estado palestino; pero, al parecer, los palestinos todavía no están dispuestos a aceptar un Estado israelí.
Los «patoteros» de Amona
«¡La extrema derecha israelí es el Hamas judío!»…
¿Suena algo exagerado, no? ¡Que le vamos a hacer!
Será una expresión bastante subjetiva y tal vez un poco extremista, pero tiene algo muy especial: no proviene de este cronista.
Y no es que no me falten ganas; especialmente cuando veo a un policía en peligro de muerte, con la cabeza partida por un bloque de cemento, por culpa de aquellos que, durante generaciones, no habrían podido subsistir ni un solo minuto en los territorios de Judea, Samaria y Gaza si esos mismos policías y soldados, a los que hoy en día golpean, hieren de gravedad o tildan de nazis, no se hubiesen ‘bancado’ las largas y heladas noches de invierno a la intemperie o los sofocantes e interminables calores a pleno sol, cuidando de que estos personajes mesiánicos, puedan talar a diario -y a gusto- una infinidad de olivares palestinos, golpear a ancianos vendedores en los mercados, pisotear ante las cámaras de TV su mercadería o festejar -cómodamente- todas, absolutamente todas las fiestas judías, mientras decenas de miles de palestinos permanecían en sus casas, recluidos en un riguroso toque de queda, hasta que los ‘buenos muchachos’ acabasen con el bailongo.
El Hamas judío
«La extrema derecha israelí es el Hamás judío!»; no lo dije yo; lo dijeron fuentes muy allegadas al Primer Ministro en funciones, Ehud Olmert, después de que tuvieron que tragarse, sin masticar, la andanada de piedras, vidrios, alambres de púa y agua podrida, lanzadas por las patotas durante la evacuación del asentamiento ilegal de Amona.
¡Buenos días muchachos! ¿Cuándo se percataron? ¿Cómo se avivaron?
¿Hasta ahora no se habían dado cuenta?
Recorramos el espinel de la memoria:
– ¿Se acuerdan cuando en 1983 los Servicios de Inteligencia de Israel destaparon la existencia de una red clandestina judía que operaba en Judea, Samaria y Jerusalem; que llegó a asesinar a sangre fría a varios adolescentes palestinos que volvían de la escuela y que, además, tenían como objetivo principal la inocente iniciativa de hacer explotar la Explanada de las Mezquitas en Jerusalem, con mezquitas incluidas; que
fueron a parar a la cárcel para cumplir condenas ridículas y que salieron al ratito nomás porque se «arrepintieron sinceramente» y recibieron amnistía?
¿Qué dijeron entonces los distinguidos ’allegados’?: «Son hierbas malas, una insignificante minoría que puede crecer en cualquier invernadero»; así de clarito; el problema es que hierba mala nunca muere.
– ¿Se acuerdan cuando en marzo de 1994, en medio de la fiesta de Purim, en Hebrón, un angelical doctor llamado Baruj Goldshtein irrumpió en el lugar sagrado de la Gruta de Majpelá y acribilló a mansalva a decenas de palestinos que estaban allí rezando?
¿Qué dijeron entonces? Palabras textuales: «¡Purim Sameaj!» (Feliz Purim). Está filmado y grabado.
– ¿Se acuerdan de la granada lanzada en Jerusalem contra una manifestación legal del movimiento ‘Paz Ahora’ que protestaba entonces por la Guerra de El Líbano, cuya explosión costó la vida del joven Emil Grintzwaig y dejó decenas de heridos?
¿Se acuerdan lo que dijeron?: «¡Donde se talan árboles, vuelan astillas!» ¡Que bien!
Y así podríamos seguir durante horas refrescando la memoria, por ejemplo, con el cálido ambiente social creado por estas figuritas de álbum, semanas antes del asesinato del Primer Ministro Yitzhak Rabin, el traidor, el vendepatria, el que amaba a los árabes más que a su familia, el militante de la Gestapo.
O hace solo medio año atrás; ¿recuerdan las tiernas y sublimes amenazas de guerra civil «hasta la última gota de sangre», antes de la desconexión de Gaza y la evacuación de los asentamientos en Gush Katif y el norte de Samaria?
En ese entonces, ellos, toda esta jauría salvaje, no eran más que frágiles criaturas un poco presionados por la situación.
Aristófanes decía que es imposible educar a un cangrejo a caminar derecho.
Lo peor no residía en que estas jóvenes mezclas de Josué y Sansón de los arrabales de Judea, Samaria y Gaza creían, confiaban y votaban automáticamente por ustedes los políticos que les prometían esas tierras; el verdadero pecado educativo radicaba en que esos mismos políticos creían en lo que decían; que llegaría el momento en que los cangrejos judíos caminarían derechito, derechito, sin mirar para los costados, sin hacer preguntas de más, siempre al sonar de vuestro solemne clarín.
Y ahora, de repente: parece que tenemos un ¡Hamas judío!, ni más ni menos.
¡Ay, las maravillas del poder!…