Recorrer Italia es respirar arte e historia en un solo lugar. Cada rincón tiene algo mágico, algo que interpela a los viajeros que caminan por sus calles. Entre fuentes, palacios, museos, iglesias, y comitivas de turistas de distintas nacionalidades, Italia es un destino que provoca suspiros. Arquitecturas que brindan testimonios del paso de distintas civilizaciones, indicios de una prolongada historia.
En su libro “Bet Am, Una casa, cinco mil años”, la arquitecta Mónica Roitberg ha investigado la historia de las construcciones de las sinagogas a lo largo del Viejo Continente. En el final de siglo XV, Italia fue dividida en Estados independientes, en muchos de ellos moraron familias judías con antiguas raíces en el país, donde su presencia fue incesante durante más de 1500 años. Los primeros llegaron de Palestina y África del Norte. Luego, muchos de los expulsados de España y Portugal durante la Inquisición encontraron refugio en Italia.
Los judíos italianos conformaban un grupo de variadas clases sociales y culturales. En Roma, la situación era ambigua, contradictoria. Por un lado, los médicos judíos eran ignorados; por el otro, tenían la posibilidad de atender al Papa, pero no a cristianos.
En palabras de Roitberg: “La Sinagoga desde su creación fue considerada como casa del pueblo, Bet Am, lugar donde la comunidad se reúne a orar. El sitio más importante de su arquitectura es el Arca, donde se conservan los Rollos de la Torá.” Le sigue en importancia La Bimá, considerado como espacio sagrado.
La arquitecta observa en la introducción de su libro cómo en el Talmud se especifica el proceso de decoración de la sinagoga. “Si se examina el proceso de decoración de la sinagoga se encuentra que el primer elemento que recibe decoración son los Rollos de la Torá. El Talmud especifica tintas con una buena pluma por un escriba muy hábil en finas sedas. La religiosidad que incitaba este acto de embellecer los objetos rituales fue conocida con Huddur Mitzvá”, que literalmente significa “un precepto de belleza”.
Por otra parte, Jaime Barylko en su libro “Cabalá para todos” explica las características del árbol cabalístico de la vida: la sexta emanación divina es Tiferet, que significa belleza y armonía, en el árbol de la vida, da equilibrio y proporción. Es el eje que une lo superior con lo inferior. Por lo cual queda claro la importancia de dotar de belleza a los objetos rituales, en consecuencia dotar de belleza las casas del pueblo.
Nuestro recorrido por las sinagogas italianas comienza por Venecia, la ciudad famosa por sus carnavales, sus máscaras, sus canales y góndolas. Su Bienal de Arte, que se celebra, desde 1895. Ciudad protagonista de la obra literaria: “Muerte en Venecia” de Thomas Mann.
Entre fachadas antiguas y calles angostas, ubicada a distancia del Rialto, se encuentra la Sinagoga de Venecia. Su fachada es discreta y sencilla. La planta de su arquitectura es irregular, dada su ubicación geográfica caracterizada por la presencia de canales. Su estilo es renacentista, pero fue remodelada en el siglo XVII.
El interior tiene características barrocas; por ejemplo, el frontón del Arca se encuentra partido, esto es una característica del barroco: frontones curvos o frontones partidos. Hay inscripciones hebreas incrustadas en los escalones y en el interior de las puertas.
La Bimá se realizó en forma de doble baldaquino de oro. El friso que corre alrededor de la sala, tiene grabado los Diez Mandamientos en letras hebreas doradas.
Florencia y Roma
El 15 de marzo de 1868 el caballero David Levi, presidente del Consejo de la Universidad Israelita, expuso en su testamento que su patrimonio fuera destinado a la construcción de un Templo en la Ciudad. El desarrollo del proyecto, a cargo de los arquitectos Mariano Falcini y Marco Treves, fue aprobado por la Academia Florentina de Arte y Diseño.
La construcción de la sinagoga comenzó en 1874 y se inauguró en 1882. Su fachada está inspirada en la catedral bizantina de Santa Sofía de Estambul. La planta es centralizada y tiene una cúpula coronada por un campanario sobre el crucero. Posee dos torres octogonales que contienen las escaleras. Las torres están coronadas con cúpulas bulbosas. Las ventanas están decoradas por Giovanni Panti, que utilizó oro. El Aron Ha Kodesh está realizado con columnas de mármol negro, acompañado por una decoración de mosaicos venecianos dorados.
La costumbre de utilizar oro para decoraciones o composiciones artísticas se remonta al arte bizantino. Y hacia fines de siglo XIX se retoma la costumbre, un ejemplo son las pinturas de Gustav Klimt, en las cuales el artistas utiliza láminas de oro, para la decoración de sus obras.
La sinagoga de Florencia en su interior tiene un aire, un perfume modernista, sobre todo en el mobiliario patrimonio David Levi. Recordemos que este estilo se desarrolla en la arquitectura, la pintura, el diseño de cartelería para cine y teatro, el mobiliario, incluso en lámparas. Se caracteriza también por su planitud, es decir, no hay una búsqueda de perspectiva, son composiciones marcadas por el movimiento curvilíneo, formas curvas que imitan las olas del mar. Se observa asimismo la influencia de Japón, sobre todo en las estampas niponas.
Ubicada en el Barrio del Trastevere, y a pocos metros del Río Tíber, se encuentran el Ghetto, el Museo de la Shoá y la Gran Sinagoga de Roma. Franchesca y Giancarlo son directores del Museo de la Shoá, y nos guiaron para contarnos cómo se desarrollaba la vida judía durante el gobierno de Mussolini y luego el ingreso de Hitler.
Mussolini respetaba a los judíos, pero cuando Alemania invadió Italia empezaron las persecuciones. Muchos judíos italianos se escaparon y otros fueron víctimas del Holocausto.
El Ghetto estaba conformado por construcciones de madera. El espacio era reducido, y cuando las familias crecían necesitaban más espacio, pero lo único que se les permitía era construir hacia arriba. Debido a estas condiciones, en muchas ocasiones se producían incendios.
El Museo de la Shoá narra la historia de los judíos en Italia. Brinda información, datos, curiosidades sobre figuras destacadas de la cultura, como el escritor Alberto Moravia, autor de la novela “El desprecio”.
Durante el medioevo, dentro de Roma a los judíos se les permitía únicamente dedicarse a las finanzas y los tejidos. Como parte del acervo del Museo de la Shoá, se observan Torots cubiertas por telas de seda que denotan una delicada belleza, dispuestas en vitrinas verticales.
La Gran Sinagoga de Roma es un edificio de estilo neoclásico, con decoraciones asirio-babilónicas que se observan en particular en los capiteles de las columnas. En el tímpano de ingreso hay símbolos hebreos como las Tablas de la Ley, la Menorá y el Maguen David. El interior tiene una pomposa decoración, en tanto que la cúpula está pintada con motivos inspirados en la Biblia.
La arquitectura del siglo XIX se caracteriza por tomar un estilo, en este caso el neoclásico, y generar variaciones en base a la incorporación de elementos de otros estilos. Generalmente el estilo neoclásico durante el siglo XIX se utilizó como modelo para edificios públicos o monumentos nacionales.
Dos buenos ejemplos del estilo neoclásico son el monumento a la Patria, que en Roma celebra la Unificación de Italia, y rinde homenaje a los caídos en las Guerras; y nuestro Congreso nacional en Buenos Aires. En ambas obras se observa un estilóbato que se destaca: escalinata, frontón recto, columnas dóricas, jónicas. Por lo general, las construcciones neoclásicas toman como modelo al Partenón de Atenas y al Panteón Romano.
Durante nuestra visita, Francesca destacó que la Gran Sinagoga de Roma representa para los judíos el lugar de encuentro, y también de celebración de la liberación, cuando, luego de tanto sufrimiento, los judíos dejaron de estar limitados a vivir en el Ghetto.
Los judíos de Italia, a pesar de sufrir persecuciones, matanzas, limitaciones y una infinita cantidad de condicionamientos en cuanto a los trabajos permitidos, su falta de libertad para moverse, y realizar una vida normal, pudieron sobrevivir dignamente, enfrentar las circunstancias adversas, y en la actualidad forman parte activamente de la sociedad italiana.
* Licenciada en Curaduría e Historia de las Artes.