Pasaron los días de la infancia en los que nos referíamos al mes de Elul como “el último”. Se reveló engañosa también la mnemotecnia que aliviaba la tarea de memorizar y recordar los impronunciables nombres de los meses del calendario hebreo, de aquellos impronunciables apelativos arameos heredados de una de nuestras más dolorosas diásporas. Falaz se desveló nuestra rima pueril, pues Elul ni es el último mes del año hebreo ni tampoco la última oportunidad para la reconciliación y la redención. Llega el momento de abandonar ambas ideas definitivamente, la una debido a que la convención social contenida en el texto tanájico así lo establece y la otra pues nos conduce irremediablemente a la decepción y a la frustración.
El primer dato engañoso lo podemos refutar con relativa facilidad al recordar que la cabeza de los meses del año no es otro más que Nisan, el coronado “mes de la primavera” en la Torá. Con respecto a la reconciliación y la redención habremos de poner en marcha nuestra imaginación y recapacitar detenidamente sobre el proceso que incluye la toma de conciencia del error, el arrepentimiento, la petición de perdón y la reparación que conducen a la reconciliación y, consecuentemente, a la redención.
Podemos afirmar que nos encontramos ante un proceso complejo, pues no solamente exige habilidades concretas sino que está plenamente condicionado por la voluntad necesaria para reconocer los propios errores y tratar de enmendarlos. Sin embargo, a pesar de la aparente complejidad, se trata de un proceso cíclico y disponemos de más de una oportunidad. No es el presente mes de Elul, ni ningún otro, el último en que podremos corregir y mejorar nuestras formas de actuar. Cíclico decíamos pero no circular sino que avanza y asciende imparable en espiral.
Cada año, desde el comienzo de Elul hasta Iom Kipur, disponemos de un número significativo de días para ejercitar las habilidades necesarias y para despertar nuestras adormecidas conciencias con la penetrante voz del shofar. Empero no siempre alcanzamos a ser conscientes del daño que hemos provocado a lo largo del año en éste lapso concreto del ciclo, o bien en nuestro repaso nos hacemos sabedores de que cometimos errores similares, e inclusive idénticos, a los del año anterior. La frustración puede hacer entonces su aparición y es en éste momento cuando tenemos que recordar y reivindicar con firmeza la estructura espiral del ciclo de la redención. Cada año realizamos el mismo proceso y cada año nos elevamos poco más, aunque a veces nuestro progreso se antoje imperceptible.
Aprender a identificar nuestros yerros es un avance, ser conscientes de nuestras faltas reiterativas denota crecimiento, intentar mejorar superando nuestros obstáculos es muestra de grandeza y bondad. La pretensión ha de ser siempre subsanar por completo nuestras faltas, teniendo presente en todo momento que no podemos materializar por completo nuestra aspiración. La mencionada pretensión ha de ser por tanto comprendida como ilusoria e ilusionante a un tiempo, puesto que el crecimiento personal y la satisfacción por el avance y la elevación, por leves que estos sean o parezcan, son la valiosa recompensa de mantener nuestra esperanza viva.
Resulta reconfortante saber que nuestra tradición delimita un período para la redención y la reflexión en torno a las equivocaciones del pasado reciente, si bien es sabido que nuestros sabios siempre han recomendado anticiparse y no esperar al tiempo establecido para reparar los daños causados. La disposición de un período en el que prestamos mayor atención a nuestras fallas y a su corrección posee una función similar a la limitación de la tristeza absoluta a un día por año, el 9 de Av. Ambas vienen a prevenir que estemos centrados sin descanso en el dolor y el sufrimiento que causa el sabernos falibles, indefensos y limitados; en otras palabras, el tener conocimiento de nuestra finita naturaleza humana. Aceptemos éste mes de Elul, y los que habrán de venir, con regocijo y alegría; no se trata del último sino del primero en el continuo ascendente de la vida.
* Comunidad Bet El.