“El hebreo odia la práctica de ritos metafísico-sexuales que en la fiesta unen a la comunidad con el goce de Dios…”
Jacques Lacan (Seminario – Los nombres del Padre)
La nueva perspectiva histórica sobre el origen del monoteísmo hebreo, basada en los hallazgos arqueológicos, quiebra con la tradición bíblica haciendo de las historias de los patriarcas, del propio Moisés y de la salida de Egipto una serie de relatos que conjugan leyendas que se fueron elaborando a lo largo del tiempo.
Los estudiosos han llegado a un cierto acuerdo en cuanto al surgimiento de un nuevo movimiento religioso que apareció en el Antiguo Israel, más específicamente en el reino de Judea, a finales del siglo VIII y comienzos del siglo VII. Este movimiento consistió en la idea de un único Dios, YHWH. Hasta ese momento técnicamente se puede decir que los hebreos tenían una religión monolátrica, es decir creían en la existencia de varios dioses, pero consideraban al suyo como el principal.
Los promotores del monoteísmo tuvieron que luchar contra las costumbres religiosas que eran habituales entre los judíos y que estos habían tomado del entorno tradicional del politeísmo mesopotámico y cananeo. Es en el reinado de Josías, en pleno siglo VII, donde parece tomar mayor fuerza la idea de YHWH como único Dios, prohibiéndose que se le representara con imágenes.
Esas costumbres religiosas, que se mantuvieron a lo largo del tiempo -desde los sumerios a los hebreos- y a lo ancho del espacio -desde Mesopotamia, Egipto, el Antiguo Israel hasta Grecia- formaban parte de una estructura mítica y ritual que tenía como objetivo el logro de la fertilidad. Suponía la muerte de un dios, consorte de una diosa madre o hermana, que revivía anualmente de acuerdo a los ciclos de la naturaleza para la alegría de la población y de las mujeres en particular.
Era la pareja Innana – Dumuzi entre los sumerios (Inaana la diosa del amor y de la fertilidad va a buscar al rey Dumuzi al mundo subterráneo); Isis – Osiris entre los egipcios; Ishtar – Tamuz entre babilonios; Astarté – Tamuz entre los sirios fenicios. Entre los griegos el dios no es otro que el propio Adonis, así llamado por los griegos al tomar erróneamente el nombre del mismo por el término semita Adon, con el que los fenicios se dirigían al dios Tamuz y que significa Señor. En Frigia el dios se llamaba Atis, amante de la diosa Cibeles, su madre en algunas versiones. En Ugarit, mundo cananeo del segundo milenio, la pareja eran los hermanos Anat – Baal, hijos de Asherá – El, los dioses principales del panteón ugarítico.
Frazer describe así lo que ocurría en Fenicia: “En el gran santuario fenicio de Astarté en Biblos, lloraban anualmente la muerte de Adonis [Tamuz] a las estridentes y plañideras notas de la flauta, entre lloros, lamentos y golpes de pecho; pero al día siguiente creían que volvía otra vez a la vida y ascendía a los cielos en presencia de sus adoradores”.
El texto bíblico nos muestra como el monoteísmo judío tuvo que luchar contra éstas prácticas. Así, en Ezequiel 8: 12 -14
12 -Entonces Él me dijo: ¿Has visto, oh hijo del hombre, lo que los ancianos de la casa de Israel están haciendo en las tinieblas, cada uno en sus cámaras pintadas de imágenes?, porque dicen: ¡El Señor no nos ve! ¡El Señor ha abandonado la tierra!
13 -Luego me dijo: Verás aún más grandes abominaciones, que ellos están cometiendo.
14 – Entonces me trajo a la entrada de la puerta de la casa del Señor que miraba hacia el norte: ¡y he aquí que estaban allí sentadas las mujeres llorando a Tamuz!
Ahora bien, toda esta temática en derredor de la búsqueda de la fertilidad giraba como no podía ser de otra manera sobre el tema de la sexualidad, los dioses muertos cuyos consortes buscaban su renacimiento no representaban sino el falo. En un pasaje delicioso, Freud le escribió a Jung (21 de noviembre 1909): ”Adonis, etc., me lo he representado, por mi cuenta, tan sólo como pene. ¡La alegría de las mujeres cuando aquel a quien creían muerto, resucita, es algo demasiado patente!”.
Las descripciones que hacen los autores de la antigüedad son elocuentes en este sentido:
-Plutarco nos trae una cita de Diodoro de Sicilia del mito y rito de Isis y Osiris, dios que fue despedazado por Tifón en 14 partes entre las que se cuenta el falo, única parte del cuerpo de Osiris que la diosa Isis no pudo reunir: “Como Isis no pudo hallar las partes sexuales de Osiris hizo construir una imagen en los templos, y le atribuyó culto particular en las ceremonias y sacrificios que se efectúan en honor de ese dios. Por eso los griegos, que tomaron de los egipcios las orgías y fiestas dionisíacas, sienten gran veneración por el falo en los misterios e iniciaciones de Baco…También muchas otras naciones consagraron en sus mitos el órgano de la generación… De esta manera rinden homenaje al principio fecundante.”
-Luciano de Samosata, que vivió en el segundo siglo de nuestra era, en De la diosa Siria nos relata que la Astarté siria era adorada en la ciudad de Hierápolis por sacerdotes eunucos, cuenta que según una tradición el templo fue levantado por Deucalión (el Noé griego) en honor de la diosa Juno, mientras que otra tradición refiere que el templo fue obra de Atis y la diosa sería Rea. Finalmente Luciano se decide por una tercera tradición que está de acuerdo con las tradiciones helénicas y que supone a Juno como la diosa y a Baco (Dioniso) como autor del templo del que hace una breve descripción: “Hay, además, en el vestíbulo dos enormes falos con esta inscripción: ‘Yo, Baco, he erigido estos falos en honor de mi madrastra Juno’”.
El falo aparece así como el elemento central de estos mitos y ritos politeístas. ¿Pero de qué falo estamos hablando? Del falo materno. Es aquí donde hay que comprender toda la significación del origen y nacimiento del monoteísmo y del rito de la circuncisión en el marco del monoteísmo judío. Marcan la caída del falo como objeto de adoración, el monoteísmo judío en su lucha contra las diosas madres reordena la sexualidad al poner fin a la madre con falo a través de sus consortes y de los templos fálicos en su honor.
Todo este proceso no se hizo, como lo hemos visto, sin entablar una lucha con las prácticas politeístas de los propios hebreos. Así es que se han encontrado un número elevado de figurillas de mujer sosteniendo los pechos con sus manos representando a la diosa Asherá, considerada como la esposa del mismísimo YHWH, pertenecientes al siglo VIII a. C.
La actividad arqueológica ha permitido sacar a luz inscripciones en donde YHWH aparece teniendo como consorte a la diosa Asherá. Cito del notable libro La Biblia desenterrada, de Finkelstein y Silberman: “Aún son más sugerentes las inscripciones halladas en Kuntillet Ajrud, en el Sinaí nororiental, fechado a comienzos del siglo VIII –un lugar que muestra lazos culturales con el reino del norte-. Las inscripciones parecen referirse a la diosa Asherá como consorte de YHWH. Y, por si alguien supone que la condición matrimonial de YHWH no era más que una alucinación pecadora del norte, en una inscripción de la época monárquica tardía procedente de Sefela de Judá, aparece una fórmula parcialmente similar que habla de YHWH y su Asherá”.
Son numerosos los pasajes bíblicos en donde aparece la lucha contra la idolatría del pueblo y de algunos de los reyes que la promueven, lucha para imponer a YHWH sobre el dios Baal y la diosa Asherá del panteón cananeo. Esa lucha se refleja en el mismísimo Primer Templo de Jerusalén, donde la diosa Asherá también tenía su lugar.
2 Reyes 21:7
-También la escultura de Asherá que había hecho, la colocó en la casa, de la cual había dicho el Señor a David y Salomón su hijo: “En esta casa, y en Jerusalem que yo he escogido entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre”.
2 Reyes 23: 6-7
6 – Y sacó a la Asherá de la casa del Señor. Fuera de Jerusalem, al torrente del Kidrón, y la quemó junto al torrente, y la redujo a polvo; y arrojó su polvo sobre sepulturas de la gente del pueblo.
7 – Derribó también las moradas de prostitución idolátrica que estaban en la casa del Señor, donde las mujeres tejían pabellones para la Asherá.
Ahora bien, ¿quién era la diosa Asherá? Era la diosa del amor y de la fertilidad. El texto bíblico habla de las “moradas de prostitución sagrada” en el mismísimo Primer Templo donde parece ser se reproducía las relaciones entre YHWH y Asherá como ritos de fertilidad.
El monoteísmo judío en su lucha contra el politeísmo y diosas madres surge de una regulación de la sexualidad al romper con el tipo de prácticas que hacen de las festividades sexuales una comunión de dioses y gentes enraizados en los ciclos de la naturaleza. Una búsqueda por impedir que el sujeto se identifique con el dios que muere y renace en tanto falo dedicado a la madre, estableciendo así una prohibición de realización a la promesa paradisíaca materna de la serpiente: Y seréis como dioses.
* Psicólogo, se dedica al psicoanálisis. Reside en Montevideo. Ha publicado en diferentes medios textos sobre cultura, psicoanálisis y judaísmo.