Protestas masivas en rechazo a un crimen racista

¿Cómo se dice “gatillo fácil” en hebreo?

No se podría haber presagiado el desenlace. Sólo la presencia de un joven negro, Solomon Tekah y la de un oficial de la Policía – blanco, armado y fuera de servicio- desencadenaron los hechos que enlutaron, conmovieron, sorprendieron y pusieron al descubierto uno de los aspectos más silenciados de la sociedad israelí: la xenofobia.
Por Ricardo Schkolnik *

El término xenofobia proviene del concepto griego compuesto por xénos (extranjero) y phóbos (miedo). La xenofobia, por lo tanto, hace referencia al odio, recelo, hostilidad y rechazo hacia los extranjeros. La palabra también suele utilizarse en forma extendida con la fobia hacia los grupos étnicos diferentes o hacia a las personas cuya fisonomía social, cultural y política se desconoce.
El barrio Kiryat Haim es generalmente un lugar tranquilo. Poblado por familias que eligieron residir en localidades industriales que rodean la ciudad de Haifa y bordean la bahía. Nada hacía prever que la tragedia acechaba en una esquina por la discusión de algunos vecinos. Sin embargo, en esa tranquila barriada a los pies del Monte Carmel se iniciaron las protestas que se extendieron a las principales ciudades del país y en la resultaron heridas 187 personas y más de un centenar quedaron detenidas, numerosos autos dañados e incendiados, vidrieras rotas, etc. A las protestas se sumaron organizaciones cuyo objetivo es defender los valores democráticos que, de a poco, se van deteriorando en Israel.
De Solomon Tekah, el joven de 18 años asesinado a balazos por un oficial de Policía, se podría decir que “cometió el error de ser negro” en un país donde la gente de color –no obstante su ciudadanía israelí legalmente obtenida- es considerada sospechosa y poco importa si la persona no tiene antecedentes policiales; si sirve a la defensa del país; si es un catedrático, un maestro o un obrero fabril. El color de la piel determina en Israel -un país que se jacta de ser la avanzada mundial de las ciencias, de la industria, de la tecnología, de la medicina y de la democracia- el destino de todo un colectivo que abarca casi de 150 mil personas.
A las marchas de protesta se sumaron miles de israelíes de todas las etnias y religiones, organizados o no, que rechazan las actitudes racistas y brutales ejercidas por las fuerzas del orden. Como no podía ser de otra manera, también se difundió la versión –en las redes sociales- que las protestas estaban organizadas y dirigidas por árabes, palestinos y judíos izquierdistas con el fin de desestabilizar al actual Gobierno de transición.

¿Extranjeros?
Los etíopes judíos fueron “rescatados” de las lejanas y ardientes estepas del África Oriental hace más de treinta años. La adaptación a su nueva realidad fue mayormente dejada en manos de organizaciones ortodoxas que respondían a las políticas de Gran Rabinato.
La primera oleada de 8.000 judíos etíopes llegó entre los años 1984 y 1985 con la Operación de Rescate Moisés. Otros 4.000 murieron durante el recorrido a pie para llegar a Sudán, en donde estaban los aviones para evacuarlos hacia Israel.
La segunda oleada –Operación Salomón- transportó a Israel los 14.500 judíos que aún quedaban en Etiopia en mayo de 1991. Desde entonces, la tasa de natalidad y la integración con otras colectividades minoritarias llevó a la comunidad etíope a los casi 150 mil personas que la componen en la actualidad.
No obstante su presencia en la mayoría de los ámbitos públicos, el color de su piel sigue constituyendo un problema a la hora de pretender ser tratados como iguales entre iguales, a la hora de buscar casa o empleo así como eliminar diferencias en términos de salario y educación en comparación con otros segmentos de la sociedad. Este fenómeno de discriminación racial sólo es explicable por la tendencia política y la despreocupación por el entramado social desarrollados desde la cúspide del poder político del Estado de Israel.
La composición social y la estructura ideológica de los partidos gobernantes hacen inevitables el establecimiento de paralelismos con otros partidos. Sería difícil, por ejemplo, establecer diferencias doctrinarias claras entre el partido Likud, de Benjamín Netanyahu; el Frente Nacional, de Marine Le Pen, en Francia; el Partido Social Liberal, de Jair Bolsonaro, en Brasil; o el partido Ley y Justicia, del presidente polaco Andrzej Duda, entre otros.

Volviendo a la definición de xenofobia, concluimos que es el miedo lo que mueve a los xenófobos. El miedo al extranjero fue una constante en las sociedades occidentales desde siempre. Es así que pueblos aguerridos y heroicos frente a amenazas externas no pueden superar la cobardía de enfrentar al enemigo interno, ese que se agazapa detrás del Poder, de los intereses económicos, del egoísmo clasista o de los prejuicios religiosos y se niegan a definir, como mecanismo de autoprotección, quién es el extranjero.
.
* Periodista. Analista político especialista en asuntos internacionales. Dirigente comunitario.