Luces y sombras de Tel Aviv Pride

Un grito de orgullo en medio del desierto

Más de 250.000 participaron de la marcha del orgullo más grande de Medio Oriente. La presencia de Marley, Lizy Tagliani y el debate por el pinkwashing.
Por Por Pablo Méndez Shiff desde Tel Aviv – Fotos Netanel Moore Ben Shabat

Más de 250.000 participaron de la marcha del orgullo más grande de Medio Oriente. La presencia de Marley, Lizy Tagliani y el debate por el pinkwashing.

“¡Si te pasarás haciendo tetera y acá no me querés dar un beso!”, le dice Lizy Tagliani a un israelí que acaba de rechazarla en Tel Aviv Pride. La temperatura supera los 35 grados y Lizy está, con su desenfado de siempre, acompañando a Alejandro “Marley” Wiebe en la conducción de Por El Mundo. Mientras van caminando por el desfile del orgullo gay, los argentinos van entrevistando a israelíes que aprendieron a hablar español por Chiquititas y las novelas de Cris Morena, al tiempo que tratan de conseguir un “novio” para Lizy. Cuando Marley le presenta a un chico, Lizy se pone de espaldas y trata de seducirlo moviendo su cola. Colicienta, gritan, es la versión trans de Floricienta. Telefe, el histórico “canal de la familia”, logró finalmente ensanchar su definición de lo que significa realmente ser una familia y hacerla, por qué no, un poco más queer en el prime time del domingo por la noche.

Tel Aviv Pride es la marcha del orgullo gay más grande de Medio Oriente y este año se estima que participaron 250.000 personas, el récord de asistencia desde que comenzó a realizarse en 1979, apenas diez años después de las revueltas de Stonewall. Jerusalén, por su parte, organiza su propia marcha desde hace 18 años,con un tono menos celebratorio y más político. Así, mientras Tel Aviv se enorgullece de traer al actor Neil Patrick Harris, conocido por la serie How I Met Your Mother, como “embajador internacional” de la movilización, o de montar un mega escenario con música en vivo, en Jerusalén se pueden ver carteles contra los asentamientos en territorios palestinos.

“Las diferencias entre las marchas de Tel Aviv y Jerusalén tienen que ver con las condiciones de vida de la población LGBT en cada uno de esos lugares”, apunta el cineasta israelí Udi Nir, productor y co-director de los documentales #UploadingHolocaust y Golda, en diálogo con Nueva Sion. “Ser gay en Tel Aviv es relativamente cómodo desde hace diez o veinte años y ser gay en Jerusalén, especialmente si venís de una comunidad religiosa, es una historia completamente distinta. Así que ellos tienen mas motivos para luchar y ademas Jerusalén es una ciudad políticamente más cargada, en todos los temas ”. Nir nació en 1989 y se crió en Raanana, un suburbio vecino a Tel Aviv. Es un lugar en el que, de adolescente, no suponía que podía darse una marcha del orgullo. Y esta semana, por primera vez, el barrio tuvo su propio Pride. Ramat Gan, otra ciudad vecina a Tel Aviv, también hizo su primera celebración este mes, en lo que puede leerse como un movimiento de mayor inclusión de la comunidad LGBT en Israel y ya no solo en “la burbuja” mediterránea de Tel Aviv.

Más allá de las cifras que muestran el crecimiento del turismo diverso año a año y del glamour y el espíritu festivo de Pride, hay distintas organizaciones que luchan por una ampliación de los derechos en el día a día de Israel. El casamiento, por ejemplo, solo es religioso y para parejas heterosexuales: si una pareja homosexual contrae matrimonio en el exterior, recién ahí es reconocido por el Estado israelí. Algo parecido pasa con las parejas o personas solteras que quieren tener hijos pueden subrogar un vientre en el exterior y después inscribirlo al regresar a Israel (algo parecido a lo que hizo Marley en Argentina, ante la ausencia de una ley nacional de subrogación de vientres). La Corte Suprema analiza extender el derecho a la subrogración a parejas del mismo sexo desde 2010. Quien presentó esa apelación es Itay Pinkas, director del Centro LGBT de Tel Aviv.

Ubicado en el parque Meir, el Centro LGBT es un espacio municipal que provee servicios de salud y actividades deportivas y culturales. La sede está en el centro de la ciudad, en un edificio Bauhaus que linda con el monumento a las víctimas queer del Holocausto.

La adopción por parte de parejas del mismo sexo, si bien está nominalmente permitida, es más bien una excepción en los hechos. Según cifras de the Jewish Chronicle, entre 2008 (año en que se aprobó la reforma) y 2017, solamente 3 parejas homosexuales recibieron chicos en adopción, sobre un total de 550 aplicantes. Las parejas heterosexuales que pudieron adoptar en ese periodo son, en cambio, 1000.

“Estamos en una situación compleja”, resume Ohad Hizki, el presidente de Aguda, la Asociación por la Igualdad LGBT de Israel, en diálogo con Nueva Sion. Aguda fue la primera organización por los derechos civiles formada en Israel, en 1975. En la actualidad, cuenta con 700 miembros y más de 250 voluntarios en todo el país, “no solo en Tel Aviv”, como se encarga de aclarar Hizki. En junio, el mes del orgullo, tienen programados 44 eventos en ciudades como Ber Sheva, Ashdod, Ashkelon y otras, lejos del centro turístico. Además, Aguda opera como organización paraguas de las 15 organizaciones LGBT que existen en Israel.

Para Hizki, el panorama presenta avances y retrocesos. Por un lado, celebra que la sociedad israelí es más progresista que el gobierno y cuenta que, por ejemplo el 75% de la población manifiesta estar a favor de la comunidad LGBT. Ese número desciende hasta el 65% entre los ortodoxos, pero sigue siendo bastante alto. Por el otro, sigue habiendo crímenes de odio y queda un largo camino por la inclusión total de la comunidad trans. Otro gran tema señalado por Hizki es el de la adaptación normativa para las familias LGBT, no solamente en el caso de las familias subrogadas sino también en el de las parejas de lesbianas que tienen que batallar en la justicia por el reconocimiento de ambas madres y no solo de aquella que dio a luz.

Algunos activistas usan el concepto de “pinkwashing” (lavado rosa) para referirse a dos aristas de un mismo fenómeno. Por un lado, pinkwashing hace referencia a la decisión de Israel de mostrar una cara al mundo, de presentarse como una nación gay friendly mientras muchos derechos esperan ser aprobados en la Knesset, el parlamento. Por el otro, hace referencia a la idea según la cual el gobierno aprovecha esta fecha para “tapar” o maquillar la situación en Palestina. Otros activistas prefieren directamente no usar el término o matizarlo,al apuntar que una cosa no quita la otra. Es decir: se puede denunciar lo que sucede en territorios palestinos sin dejar de reconocer que en Israel existen algunos derechos para las personas LGBT que, aun insuficientes, son tangibles y concretos y – sobre todo- no están presentes en otros países de Medio Oriente (el autor de esta nota se inclina por esta segunda línea de razonamiento; poder ir de la mano con una persona del mismo sexo por la calle no es un tema nada menor).

“A nosotros no nos gusta que el gobierno nos use para mostrarse como progresistas y liberales ante foros internacionales o Naciones Unidas cuando no está haciendo nada por nosotros. Israel no es un paraíso para los homosexuales y, si consiguió avances, es a pesar del gobierno y no gracias a él. Tenemos una sociedad civil muy activa y no nos gusta cuando se nos pone en la misma bolsa que la de las autoridades políticas”, argumenta el presidente de Aguda.

“Creo que ni yo ni ninguna persona del colectivo LGBT puede ser completamente libre hasta que los palestinos también lo sean”, enfatiza Udi Nir. “Me parece que ese es un reclamo es algo que queda en los márgenes de Tel Aviv Pride, es algo que apenas se ve”.

“Ser un gay en Israel es más fácil que ser un palestino en Israel”, le dice Zizo Abul Hawa a Nueva Sion. Zizo es un periodista y activista palestino gay que vive en Tel Aviv, conocido por su presencia en los medios y su militancia en Alwan, una organización de árabes gays que integra la Juventud Gay de Israel (IGY, por sus siglas en inglés). “Hay gente de la comunidad LGBT en todo el mapa político, desde la extrema derecha hasta la izquierda. Hay divisiones sobre este tema, pero al final casi todos coinciden en odiar a los árabes y palestinos. Por eso es más fácil ser gay que palestino acá, y si sos árabe y gay como en mi caso, no la tenés nada fácil”, dice entre risas.

Para Hawa, Pride es una fecha complicada porque por un lado le gustaría celebrar su identidad sexual y por el otro decide privilegiar su identidad palestina. En el cruce de identidades, elige inclinarse por la minoría que está sufriendo más. “Si fuera a la parade, me sentiría mal. Eso no me impide salir por las noches en esa semana. No voy a dejar que mi ideología me impida vivir mi vida; la realidad no es en blanco y negro. Tiene muchos colores, como un arcoiris”, concluye Zizo.