¿Qué hay acerca de la Paz?

Ni Sharon ni Peretz tienen voluntad de pagar el precio por la paz

El ex Primer ministro Ehud Barak exigió a los Palestinos "el fin del conflicto y (que ellos declararan que no tenían) ninguna demanda posterior" durante las negociaciones del verano de 2000. Cuando su acercamiento falló, Barak llegó a la conclusión que no había ningún "socio" palestino con quien hablar, dejando a los que apoyan un acuerdo de estatus permanente abrumados y furiosos, y pavimentó el camino para Ariel Sharón, un hombre cuyas acciones sugerían que él nunca, realmente, deseaba un socio palestino para llevar el conflicto a una conclusión.

Por Shaul Arieli (*)

Hoy, cuando nosotros nos dirigimos a las elecciones, somos una vez más testigos de los esfuerzos por parte de Sharón y el Presidente del partido Laborista Amir Peretz por minar el pequeño trozo de fe renovada en ambos lados para aceptar un compromiso histórico, por medio de iniciativas públicas como ‘La Voz del Pueblo’ y el ‘Acuerdo de Ginebra’.
Al lado de este cínico abuso de consideraciones partidarias, Sharón y Peretz arrojan al vacío promesas de lograr un «acuerdo de estatus permanente» que ningún palestino aceptará.
Hace tres meses, Sharón admitió que «la situación cambiante en Israel, la región, y en el mundo me ha obligado a re evaluar y cambiar mis posiciones.»

Intimidando por la paz

Pero Sharón continúa creyendo que puede resolver el conflicto israelí-palestino dictando sus condiciones unilateralmente. No se acerca a los palestinos como socios igualitarios para un acuerdo, sino que dice que su partido apoya el establecimiento de «otro Estado-Nación (¿qué Nación exactamente?), el establecimiento del que constituirá una solución al problema del refugiado,» y eso es sólo porque «nosotros necesitamos una mayoría judía».
A cambio, afirma que Israel «debe renunciar a partes de la Tierra de Israel». Pero simplemente qué parte de la Tierra de Israel propone entregar a los palestinos. La respuesta parece ser Cisjordania menos «los grandes bloques de asentamientos y Jerusalem unida» (y claro ello es todo con la condición que «su Estado no sea un Estado terrorista»).
En otros términos, Sharón sólo acepta un estado palestino en el 80% de la Margen Occidental, sin transferencia de territorio, mientras exige a cambio que los palestinos cierren los archivos sobre los refugiados de 1948 y los expulsados en 1967, establezcan su Capital en alguna parte fuera de Jerusalem, detengan el terror y quizás hasta se vuelvan tributarios miembros del partido Kadima.

Cuán generoso

Pero eso no es todo. El compromiso de Sharón con el ‘Mapa de Rutas’ que -se suponía- vería la creación de un estado Palestino a finales de este año 2005, ejemplifica «la generosidad» de nuestro Primer Ministro, porque ninguno de los dos lados ha podido llevar a cabo sus obligaciones en la primera fase del plan.
Parece, entonces, que en contraste con sus declaraciones de que Sharón quiere firmar un acuerdo, se inclina hacia la aserción de Dov Weisglas que Israel se retiró de Gaza para «congelar el proceso de paz» y para llevar a una «situación interina que nos distancie de la presión diplomática».
En el interín, Amir Peretz dijo en la reunión conmemorativa de Yitzhak Rabin que «el Proceso de Oslo no está muerto,» pero rápidamente les aclaró a los votantes que no estaba a favor del ‘Acuerdo de Ginebra’ y que Jerusalem permanecería unida en cualquier acuerdo de estatus permanente.
Simplemente: ¿qué piensa este «auténtico líder» que va a pasar. Qué Abú Mazen va a tomar sin más ni más la oferta que los palestinos rechazaron en Camp David bajo algún «acuerdo colectivo»? ¿Que él va a convencer a Abbas que una capital palestina en Abu Dis es la mejor concesión en «costo de vida» que Israel puede dar a cambio de al-Quds?
¿O quizás Peretz copiará a Sharón, y decide después de que otras 4.000 personas han muerto que «una cambiante realidad» lo ha forzado, también, a «reevaluar y cambiar sus posiciones?»

El poder del pueblo

El público tiene gran poder, especialmente cuando se dirige a elecciones. La presión pública le obligó a Ehud Barak a que se retirara del Líbano y a Sharón a hacer lo mismo de Gaza y construyó el cerco de seguridad en Cisjordania, después de declarar repetidamente que él no lo haría tan sólo unos meses antes.
Cuando van a elecciones, israelíes y palestinos deben exigir a aquéllos que hablan de «concesiones dolorosas» que empuñen sólidamente el cuchillo afilado de una política claramente dispuesta. La «explosión» política de Israel ha enturbiado las diferencias políticas entre la derecha y la izquierda y requiere que nosotros re-definamos el apoyo y la oposición a un acuerdo de estatus permanente.
Los esloganes brumosos de «oposición» y «partidarios» de un estatus permanente los negocian los políticos que están sedientos de votos pero insultan la inteligencia de los votantes, toma una hoja desafilada para la diminuta oportunidad que todavía existe en los corazones de ambos pueblos de llegar a un compromiso.
No todos los que claman de verdad por una solución de estatus permanente entienden, o piensan pagar, el precio doloroso que semejante acuerdo exigirá.
Las condiciones para una verdadera solución son claras y bien conocidas: Una solución para la cuestión de los refugiados palestinos sin ejercer el derecho de retorno, transferencias tierras basadas en la Línea Verde, división de Jerusalem Oriental en dos capitales y un final al terror y la violencia.
Los votantes en ambos lados, que creen en llevar el conflicto a un final por medio de concesiones dolorosas, deben dar sus votos a candidatos que no tienen miedo en presentar un camino diplomático despejado a viva voz y claramente, aun cuando ello signifique sentarse en la oposición.

Nota: El Brigadier Gral. (retirado) Shaul Arieli es miembro del Consejo para la Paz y la Seguridad, uno de los creadores del ‘Acuerdo de Ginebra’ y candidato de Meretz para las próximas elecciones generales a la 17º Knesset.