La niñera de los Goebbels rompió el silencio

El Führer desconfiaba de todo el mundo. Temía tanto Hitler un envenenamiento que, incluso, en sus visitas a la casa de su fiel ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, llevaba un termo con el té que él bebía. Ésta es una de las anécdotas de un libro publicado en Alemania, con el título ‘Los hijos del ministro del Reich’, que recoge el testimonio de Käthe Hübner. Esta berlinesa estuvo entre 1943 y 1945 al cuidado de los seis hijos de Goebbels y su mujer, Magda. Los seis niños murieron el 1 de mayo de 1945, envenenados en el búnker al día siguiente del suicidio de Hitler. La niñera, que debe andar por los 85 años, ha roto ahora un silencio de 60 para relatar sus recuerdos a la autora del libro, Petra Fohrmann.

Por José Comas (Desde Berlín)

El diario ‘Bild Zeitung’ publicó ayer bajo el titular “Yo fui la niñera de Goebbels” extractos del libro. La niñera se hizo pasar por sordomuda cuando las tropas soviéticas entraron en Berlín. De esta forma consiguió librarse de interrogatorios y una posible cárcel. Hübner entró al servicio de los Goebbels en 1943 a la edad de 23 años con un sueldo de 350 marcos de entonces, que hoy día serían unos 3.500 euros.
Relata la niñera su impresión de Magda, la esposa de Goebbels: «La atmósfera y el olor del perfume que exhalaba estaban presentes mucho después de haber salido de la habitación. Magda Goebbels me caía bien».
Se trata de la misma mujer que envenenó, o mandó envenenar, a sus seis hijos, los niños que Hübner cuidó. En una carta de despedida a Harald Quandt, su hijo de un anterior matrimonio, escrita el 28 de abril de 1945, Magda explica: «No merece la pena vivir el mundo que viene detrás del Führer. Por eso también he tomado a los niños, porque sería dolorosa la vida que llevarían después de nosotros. Un Dios misericordioso me comprenderá cuando yo misma les dé la salvación».
En la misma carta, Magda relata que la presencia de los seis niños en el búnker era «una bendición» y «consiguen de vez en cuando arrancar una sonrisa al Führer».
Esta furibunda nazi, que en su adolescencia había tenido un novio judío, se casó a los 19 años con Günther Quandt, miembro de una familia multimillonaria. Tras afiliarse al partido nazi, se casó en 1931 con Goebbels, a pesar de constatar: «Amo a mi marido, pero mi amor por Hitler es más fuerte. Por él estaría dispuesta a dar mi vida. Cuando tuve claro que Hitler no podía amar a ninguna mujer, sino, como él mismo dice, sólo a Alemania, acepté el matrimonio con el doctor Goebbels. Así podía estar más cerca del Führer».
Goebbels y Magda tuvieron cinco hijas, Helga, Hildegard, Hedwig Holding y Heidrum, y un hijo, Helmut.
Todos sus nombres empezaban con ‘h’ en homenaje a Hitler.
Cuando murieron envenenados, la mayor tenía 12 años y 4 la más pequeña. La escena del envenenamiento es una de las más dramáticas en la película ‘El hundimiento’, que relata los últimos días en el búnker, basada en la obra del escritor Joachim Fest y el testimonio de la secretaria de Hitler, Taudl Junge.
La niñera cuenta que en la casa de Goebbels se rezaba antes de las comidas, aunque los niños no recibían una educación religiosa. Goebbels procedía de una familia católica de la región de Renania. La Iglesia lo excomulgó al casarse con la divorciada Magda, que era protestante y después tendría devaneos con el budismo. Según la niñera, «creía en la reencarnación y que los niños tendrían, después, una vida más hermosa».
El día en que Goebbels cumplió 45 años los niños le cantaron una canción. La escena se mostró en el noticiario semanal nazi, que inspiró al NODO español. Los hijos de la familia Goebbels y Magda salieron más de 40 veces en el noticiero como modelo ideal de la familia aria. La última foto de todos ellos la tomaron las tropas soviéticas: seis cadáveres de niños con sus camisones al lado de las ruinas del búnker de Hitler.