Durán Barba, la polarización y el apoyo del macrismo a los fiscales de la causa AMIA

La mano en la trampa

La incendiaria columna de Durán Barba en el diario Perfil, con acusaciones tan falaces como arbitrarias, planteadas únicamente para exacerbar la oposición del oficialismo con el kirchnerismo, pone en evidencia que el asesor presidencial no titubea al momento de manipular datos históricos y encolerizar los ánimos caldeados, hasta un punto que puede ser de no retorno.
Por Gustavo Lázaro Lipkin *

Los vínculos entre los escritores y su público pueden ser de tipo dual o trial. Por ejemplo, en el caso de la relación de Tom Wolfe con su público es posible preguntarse para quién escribía: ¿para sus críticos y colegas o para el público que lo lee? A la primera opción la podemos llamar relación “Triptónguita”, que proviene de triptongo, mientras que la segunda sería una relación “Diptónguita”, por ser un diptongo.
Diptónguita es la unión de dos voluntades diferentes, tal como se trata de dos tipos de vocales, en principio en una misma sílaba (“a”, “e”, “o”: v. abiertas + “i”, “u”: v. cerrada), el punto reglado en esta relación silábica está dado por los acentos, la regla arroja como resultado que el tilde se coloca más habitualmente en las vocales abiertas que en las cerradas, de modo tal que la primera emula al lector, mientras que la segunda (vocal) está referida al escritor. En este caso, la comprensión de la obra está dada por el lego, quien le da sentido al texto, en definitiva, será la comprensión del lector-interprete aquella conducente para brindar un sentido a la obra.
El vínculo sintáctico no resulta relevante aquí, quizás el semántico, que consiste en la relación entre palabras y objetos, de modo tal que estas designen y connoten los mismos objetos y relaciones entre el escritor y el lector, ya que de otro modo la pragmática del texto se perderá en los sentidos que le brindan los destinatarios del texto.
El triptongo, al igual que el diptongo agrega a la relación silábica una vocal más, de modo tal que puede ser dos cerradas y una abierta o, por el contrario, dos de estas y una de aquella. Aquí la cuestión es trial hay un lector y dos escritores, uno es el autor y el otro es su intérprete literal, de modo tal que los lectores, como terceros excluidos, quedan afuera de la ecuación, salvo que acepta la estipulación de la visión auténtica y correcta que el club de los escritores le brinda al texto.
Argentina comenzó un espiral de violencia política verbal, una narrativa donde el tercero excluido es la propia sociedad en general, la judería nacional en particular. En todos los casos, los sujetos principales son diferentes actores políticos, tanto comunales, como políticos que para llevar adelante su programa oculto prefieren, como los magos, generar un clima de especial, donde sus trucos pasen desapercibidos o, bien, donde se beneficien con la confusión que generan.
Uno de los efectos más notables, es un recrudecimiento del antisemitismo.
Dos puntos voy a analizar: El sábado 13/2/2019 el Diario Perfil publicó una columna del Jaime Durán Barba titulado: “Cristina, Maduro y el autoritarismo”, un verdadero aquelarre de citas y situaciones, tan falaces como arbitrarias que tienen un claro fin exacerbar la perenne y artificial oposición entre el oficialismo en manos de una coalición de partidos de centro y de derecha, con el kirchnerismo, quien ocupó la presidencia durante 12 años y medio, desde mayo de 2003 y hasta diciembre de 2015.
Los citas y personajes electos por el señor Durán Barba, asesor de campaña del presidente Mauricio Macri, es una réplica de historia pueblerina de la Argentina, ya brillantemente reflejadas, en la novela de Manuel Puig (1969) Boquitas Pintadas, también llevadas al cine por el aún más notable (1974) Leopoldo Torres Nilson, pero con su trasfondo oscuro de abuso, segregación y discriminación.
En la obra de Wolfe, el trasfondo es eminentemente moral, una psicodelia más propia de una pieza de realismo social, donde las pautas de los ricos y de los pobres coinciden en el hecho de que, si una falsedad es útil, pues bien, sigamos con ella hasta el final. La mentira justifica lo social, como salva de lo legal, el marketing es la única verdad.
En cambio, los personajes de la narrativa argentina son maleables, manejados por una serie de sujetos que utilizan al principio del arquitecto del discurso del nacional socialismo (nazi) Joseph Goebbels: mantener un único enemigo y simplificar en pocas apotemas los discursos, para que las masas puedan reunir a un o grupos de individuos en un solo esquema. La simplificación del discurso fue muy útil para llevar al austríaco Adolf Hitler al poder y a su discurso a la finalización de la República de Weimar (1918 y 1933).

El relato del proyecto conservador
El viejo discurso del poder, basados en la desvencijada afirmación del asesor de marketing don Jaime Duran Barba es igual al que en su momento hizo de lógica un discurso de su predilección: el del discurso de la manipulación y la mentira, propia de su admirado Adolf Hitler, al que calificó de un eficaz comunicador social.
Así, nuevamente, en su nueva formulación, Durán Barba escribe en Diario Perfil sobre que una posible vuelta del gobierno populista, antisemita, corrupto, enarbolado por la expresidenta Cristina Fernández, sepultará a la argentina a un destino similar a la Venezuela de Chávez y Maduro.
Para justificar su apreciación, hace uso de una manipulación de la historia reciente argentina, desde 1940 y hasta diciembre de 2015.
Así como en los antónimos “Gorila ≠ Peronista”, “república ≠ anti-república”, el discurso del goebbeliano de Duran Barba, consiste en utilizar al principal problema actual del país (la corrupción) solo como una excusa banal como: ganar una elección.
En el caso, se pretende una relación diádica (escritor-lector), pero en realidad se trata de triádica, ya que está hecha por un asesor político tan arrogante como el gobierno que asesora y un círculo de medios de comunicación y político que lo escucha. El lector (elector) queda afuera del relato y solo acepta su estipulación atrapante y segregada.
Ello es así, siempre que la intención de la estrategia adoptada es excluyente de cualquier pauta de moral-social, ya que: en el caso, no están en juego las causas y consecuencias de la corrupción o de la violencia política, sino qué argumento gana más.
El oficialismo pretende escribir una novela poco original de moralización tardía, un relato destinado a imponer otro en su reemplazo: polarizar. Una estrategia maniqueísta oportuna y pura, una perinola en la que solo ganan ellos y pierde el resto.
El gran problema de este tipo de estrategias discursivas es que el hiato (vocal acentuada en el diptongo) es en el triptongo un tercero excluido que rompe la silaba y deja afuera a la sociedad. Es como una narrativa solo para escritores, con críticas sobre el análisis sintáctico lógico, sincrónico y diacrónico, lejos del gusto y divertimento de un lector y más cerca del trono de los dioses.
Precisamente, así como el actual gobierno fue el resultado de una elección donde se impuso como única salida al kirchnerismo, su continuidad depende del mismo relato ya que no pudo ostentar ni consolidar su proyecto conservador.
Duran Barba, un fiel adalid de su principal cliente, no duda en la manipulación de datos históricos, en exacerbar los ánimos caldeados hasta un punto que puede ser de no retorno.
Para un admirador de Hitler y de Goebbels, contar con el apoyo del oficialismo de la colectividad judía es un gran aval, tiene a su rabino personal, tan complaciente como las autoridades comunales, que tienen como su objetivo principal depurar el judaísmo local de todo vestigio que no sea el ortodoxo o ultraortodoxo.
Este discurso de confusión y complicidad tiene una finalidad muy banal, continuar gobernando para generar un clima de negocios con sus consultoras más afines a través de los fondos estatales y repartir contratos y cargos rentados a sus acólitos. En efecto, el fin es como en una mala película de acción: dinero, negocios y traslación de recursos.
Al personificar a la figura del mal al anterior gobierno, lo cierto es que no se trata ni de Chávez, Maduro, Correa, Morales o los gobiernos autoritarios de El Salvador o Nicaragua, sino la destrucción del ya golpeado “Estado de bienestar”, representado por medicina social, jubilación pública y derechos para minorías y pueblos originarios, educación universitaria libre y gratuita, en definitiva, al principio de la igualdad de oportunidades.
Ese el verdadero objetivo y, para lograrlo el Asesor fiel es capaz de exacerbar cualquier antinomia, entre el que no descarta el antisemitismo o cualquier tipo de “ismo”, tal como lo hizo el agente de propaganda Joseph Goebbels, al que demostró admiración.

El respaldo a Mullen y Barbaccia
El día 18 de julio de 1994, un atentado a la AMIA puso en rojo la situación de seguridad para la colectividad judía argentina, pero al igual que con el primer atentado de 1992 (primer atentado institucional en contra de la Embajada Israel en Buenos Aires), comenzó una serie de encubrimientos y dilaciones que llevan a las causas a su total parálisis. El día 28 de febrero de 2019, casi 25 años después, una tibia sentencia dictada por un Tribunal Oral Federal comenzó a poner fin al delito de encubrimiento.
Digo tibia, ya que para la sociedad argentina en general y la judía en particular fue un gran fracaso, pero para la dirigencia en general un gran éxito. El vínculo del actual gobierno del presidente Macri, sus socios radicales y partidos de derecha conservadora, con el grupo que procedió a impedir que se descubran los responsables de la muerte de 82 personas y de más de trescientos heridos en el atentado de 1994 es inocultable.
Dos de los responsables del ocultamiento de las causas del delito, los abogados Mullen y Barbaccia, fiscales de la causa AMIA, quienes mantienen vínculos con el macrismo desde su mismo inicio, recibieron una sentencia de a dos años de prisión de ejecución condicional, después que el Fiscal del Estado había pedido su absolución.
Es decir, que el Estado Argentino, después de la asunción del macrismo en diciembre de 2015, decidió dejar de acusar a sus socios políticos a través de la clara intervención del Ministro de Justicia.
La inocultable relación entre estos fiscales, acusados y condenados por encubrimiento en la investigación de un mega atentado, y el gobierno de Macri y sus socios, fue el motivo de una casi ruptura de su coalición de gobierno con uno de sus más importantes expositores de la Coalición Cívica encabezada por Elisa Carrió.
El Ministro de Justicia de la Nación tiene vínculos académicos y personales con el grupo actual de importantes funcionarios, desde un ministro de la Corte Suprema de Justicia (actual presidente de ese tribunal), el expresidente de la AMIA, quien renunció después por sus contradicciones sobre la investigación de un acuerdo con la República Islámica de Irán, precisamente destinado al juzgamiento de ese luctuoso atentado.
Esos vínculos del macrismo escriben una página más de una extraña historia escrita por expertos en narrativas, y leídas por la política, pero incomprensible para los lectores.
La mano en la trampa, una trama escrita por Beatriz Guido y llevada al cine por el director Leopoldo Torre Nilsson en el año 1961, ganadora de un premio en el festival internacional de cine de Cannes, relata una oscura historia familiar de ocultamiento, mentiras y segregación, todo en el marco de un clima oprobioso plagado de ortodoxia religiosa. El relato macrista consiste en lo mismo, sus vínculos con la judería ortodoxa garantizada por su Secretario de Estado, el Rabino Bergman, manejan sus destinos a una inexorable división donde el resultado será el manejo de la colectividad a sus espaldas. ¿Quién descubrirá la trampa en este caso? Creo que nadie.

* Profesor titular de Introducción al Derecho de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, Profesor Adjunto de Filosofía del Derecho de la Universidad del Buenos Aires, Doctorando en Derecho (UBA), Doctorando en Derecho del Trabajo en la UNTREF y Maestrando en Epistemología e Historia de la Ciencia en la UNTREF.