Rubén Cortina, Presidente de la UNI Global Unión (Sindicato global del sector servicios)

“Trabajamos en conjunto con las dos centrales sindicales: la HISTADRUT (Israel) y la Central Obrera Palestina”

A Rubén lo conozco desde que empecé a militar en el Partido Socialista Popular, en el ‘89. Él ya tenía una importante actuación sindical en el Sindicato de Comercio de Capital Federal. Rubén trabajó y estudió intensamente, por lo que logró un gran crecimiento tanto a nivel intelectual-académico como en el ámbito sindical, llegando en la actualidad a la presidencia de la UNI Global Unión (Sindicato global del sector servicios). Este crecimiento no le quitó sencillez, ni diálogo con los compañeros. Todo lo contrario, es muy interesante conversar con él, ya que se nota su formación, que incluye una maestría en relaciones internacionales en FLACSO, posgrados en el exterior y la amplia experiencia en el terreno, tanto en el ámbito nacional como internacional. Formó, junto al sociólogo Julio Godio, el Instituto Mundo del Trabajo. Fue Director de Relaciones Internacionales del Ministerio de Trabajo de la Nación desde 2002 a 2003 y luego Secretario de Relaciones Internacionales de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS), cargo que ocupa en la actualidad. También ejerció el mismo cargo en la CGT. Me recibió en su oficina en FAECYS y en forma muy didáctica desgranó gran parte de la historia del movimiento obrero de los últimos 30 años, teniendo en cuenta los cambios producidos por la globalización y la revolución tecnológica, cada vez más acelerada. Pero también abordamos su visita a Israel y la Autoridad Palestina, con una delegación de UNI, el año pasado, antes de la realización del Congreso Internacional que se desarrolló en Liverpool, donde fue elegido presidente.
Por Susana Gelber *

-Fuiste testigo, siendo parte del sindicato, del proceso que se abrió a partir de los ‘90 con el crecimiento del sector servicios.
-En los’ 90 la explosión de la globalización se metió de prepo, quisieras o no, en la economía de mercado. América Latina, en especial Brasil y Argentina, pasaron de economías cerradas, sin mediaciones, a otras con fuerte apertura al mercado internacional. Hecho a lo latinoamericano, todo en forma desordenada y sin contención. La onda post caída del muro, la implosión de la URSS, venía para el lado de la economía neoliberal, lo que abría otro debate: que otra globalización era posible. Esto se empieza a ver con el fracaso de la cumbre de la OMC en 1999, el auge de China y los gobiernos progresistas en América Latina. Estos tres elementos hacen que la globalización -que nació con una impronta fuertemente neoliberal mercadocéntrica- entrara en crisis. Lo que sucedió en 2008 es la expresión más clara de esta crisis; no la única, ni la última. Todavía estamos en puerta de una nueva crisis internacional.
Es una época donde hay mucha incorporación de tecnología y se aplica básicamente al sector servicios -telecomunicaciones, energía-. En comercio, dentro del sector servicios, hay una explosión muy fuerte de inversión en el sector supermercadista. Las cadenas empiezan a expandirse. Estaban desde los ‘60 -de capital nacional-, y en los ‘70 aparece el capital internacional. En los ‘90 se produce una explosión. No hay mucha incorporación de tecnología. Se compra a plazos y venden cash. Desde el punto de vista de la instalación son financieras baratas. Tienen costo laboral y tributario, pero no inversión en maquinarias. Recién hace pocos años hay alguna inversión industrial vinculada a la producción de marca propia. Empieza a haber un lento declinar de la industria tradicional, esto empieza en los ‘90 y hoy se ha potenciado muchísimo. Actualmente, está casi todo vinculado a la economía de servicios.
-Los sindicatos globales que, si bien ya estaban, toman otra dimensión. A comienzos de este siglo se conforman la UNI Global y la Confederación Sindical Internacional –CSI-. ¿Qué rol comienzan a tomar las relaciones internacionales en los sindicatos?
-Con la globalización se verifican dos fenómenos en forma paralela. Los sindicatos locales comienzan a comprender la necesidad de colocar el tema sindical internacional en la agenda. Siempre lo habían tenido, pero en un lugar muy abajo, particularmente el sindicalismo latinoamericano ensimismado en sus propias problemáticas nacionales, hacía una política internacional diplomática de presencia en ámbitos institucionales, básicamente, en ámbitos de su sindicato global. La participación de la CGT en la Central Internacional de Sindicatos Libres –CIOLS- y luego en la CSI, no era una idea de gestión, sino más bien diplomática, básicamente de solidaridades simbólicas. Eso por el lado de los nacionales. El otro fenómeno, por el lado de los sindicatos globales que existían hace mucho tiempo, había un debate, porque se habían convertido de alguna manera, no todos, y dentro de cada uno no todo, en organizaciones de staff. En organizaciones de oficina, muy buena gente, muy interesante, pero alejada de la realidad política y sindical de las regiones y de los países. Además, con una visión eurocéntrica, porque el sindicalismo había nacido en Europa. Entonces se desentiende, e incluso no entiende la realidad de otras regiones. En el caso de Latinoamérica, hubo siempre una falta de entendimiento sobre lo que significó el varguismo en Brasil, el Frente Amplio en Uruguay, el peronismo en la Argentina, el rol de la izquierda en la etapa pre-peronista, y hubo muchas realidades que no fueron comprendidas cabalmente por el sindicalismo internacional. Lo que permitió la globalización es que este debate se fuera resolviendo lentamente, no del todo, en la práctica y en la necesidad de unir criterios y de mirar el monstruo de la globalización que venía a comernos a todos, a los que estaban en el staff y a los que no estábamos. Entonces, el primer elemento del que toma nota el movimiento sindical internacional es la necesidad de su unidad. Hasta 2006 existían tres centrales sindicales internacionales y un importante número de organizaciones sindicales nacionales independientes que no se afiliaban a ninguna. Por ejemplo, la CGT de Francia, comunista, que no se afiliaba a ninguna. Y otra muy conocida, la PIT-CNT de Uruguay -Plenario Intersindical de Trabajadores – Convención Nacional de Trabajadores- que no estaba y no está todavía afiliada a ninguna central sindical internacional. En 2002, la conducción de la CIOLS decide comenzar un proceso de unificación con las otras dos, una de ellas era la Central Sindical Mundial –CSM- que era el retazo de lo que había quedado de la organización sindical soviética y la Confederación Mundial del Trabajo –CMT-, que era la socialcristiana. Ésta última, influenciada por el pensamiento social de la Iglesia, que no era patrimonio exclusivo de ella, pero era considerada la voz del Vaticano. Aunque la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores –CSIL-, segunda central obrera de Italia, demócrata cristiana, participaba dentro de la CIOLS y no de la CMT. Más grande la CIOLS, luego la CMT y luego la CSM que había quedado muy herida después de la implosión de la Unión Soviética. Incluso estaba el sindicato chino. Era la realidad sindical de la Guerra Fría. Primero comenzaron las negociaciones entre la CIOLS y la CMT. En el Congreso de 2006, en Viena, donde se crea la Confederación Sindical Internacional –CSI- que tenía 196 millones de trabajadores. Hoy 210 millones. Con el objetivo principal de enfrentar la globalización y también formar cuadros y ahorrar recursos. Muchas centrales sindicales muy importantes se incorporaron, como la CGT de Argentina, la CGT de Francia y la de Colombia. Se produjo un proceso unitario muy abarcativo. Paralelamente, ya se había ido produciendo procesos unitarios al interior de los sindicatos globales, sectoriales. La UNI Global Unión nace en 2000 con la confluencia de cuatro sindicatos internacionales previos, la Federación Internacional de Empleados y Técnicos; la Internacional de las Telecomunicaciones; la Federación Gráfica Internacional y el Sindicato Mundial del Sector de Medios.
Posteriormente en 2002 se fusiona la internacional de la construcción y de la madera que pertenecía a CIOLS con su homónimo de la CMT, en un Congreso acá en Buenos Aires y crean una única central sindical internacional de la madera y de la construcción. A posteriori de la creación de la CSI, se vienen dando otros procesos unitarios de gran envergadura, que es la creación de IndustriAll Global Unión – toda la industria-. Se fusiona, la organización internacional de los trabajadores de la industria metalmecánica, la internacional de los trabajadores textiles y del vestido, la internacional de químicos y petroquímicos y los mineros, aglutinan así a 25 millones de trabajadores. En Argentina SMATA, UOM, Asociaciones Mineras, todos los textiles, Luz y Fuerza. Todo este proceso que culmina con la conformación de la CSI, se hizo con la idea de, en primer lugar, conformar la organización y sentar las bases para la generación de un nuevo internacionalismo sindical que abandonara esas prácticas diplomáticas y se propusiera llevar adelante una gestión sindical, negociación colectiva internacional, presencia política en organismos internacionales y en cuanto debate global exista o existiera. Hay toda una línea de acción con temas que, si bien eran tenidos en cuenta, no figuraban en la agenda. Hoy es un movimiento sindical respetado y llamado a jugar un rol. Cuando Guy Ryder abandona el primer período como Secretario General de la CSI, inmediatamente es elegido como Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Ahí se ve el peso del sindicalismo global, luego habrá que ver que margen de maniobra va a tener, ya que la OIT es una organización tripartita. Es el primer dirigente sindical en llegar a ese cargo. Eso y otras cosas van marcando un nuevo perfil del Movimiento Sindical Internacional. Yo creo que ese ciclo hay que terminarlo. La terminación pasa por China, son 157 millones de afiliados, no podemos dejar de lado a las organizaciones sindicales de la que va a ser la primera potencia mundial. Esto no es sencillo. Hay quienes tienen mucha miopía, por pruritos ideológicos, que no ven la necesidad de incorporar a la central obrera de china. Muchas organizaciones sindicales europeas, desde su visión eurocéntrica, plantean que hay una dependencia del régimen de partido único, que no hay libertad sindical, hay un bajo costo en la cadena de producción. No es que no son reales, pero no deberían ser óbice para encarar un debate con el sindicalismo chino. O una relación racional que permita el día de mañana incorporarlos y así pasar a ser 400 millones trabajadores organizados.
-¿Desde las organizaciones sindicales chinas hay cierta idea de aproximación?
-China tiene a la ACFTU –Federación de Sindicatos de China-. Es una organización muy grande anterior a la revolución maoísta, que tiene una enorme experiencia, en gran parte en lo que fue la economía socialista centralizada y estatal de antes de la reforma del ‘78. Cuando viene la reforma no sabían qué hacer, tenían que lidiar con empresas multinacionales, estatales privatizadas. ¿Qué hacía el sindicalismo hasta 1978? Acordaba posiciones de poder en las empresas con el managment. Ellos eran del partido y el management también. Se acordaban las cuotas de plusvalía y de productividad directamente entre las dos partes. Cuando viene la empresa privada, hay que empezar a ejercer las primeras armas en materia de negociación colectiva. Lo que en Occidente realizábamos hace añares. El movimiento sindical chino comienza a hacer una reforma de esta naturaleza. Pero el sindicalismo chino es consciente de que pertenece a la estrategia política del Partido Comunista chino. Es una central obrera, en una medida con unos signos de burocratización producto de esa relación con el partido. Pero no se puede negar que es una central representativa en la medida que se van bajando los niveles de la conducción es más democrática. Lo mismo acontece con el PC. Lo que se ven con grandes congresos con miles de delegados, pero cuando bajas a los pueblos, a las fábricas, es distinto, sino no se sostiene. La central obrera tiene una dialéctica y una movida muy interesante. Es una central obrera que ya está inmersa en procesos de negociación colectiva con grandes empresas multinacionales. Ya ha realizado huelgas muy importantes, ha conseguido dos cuestiones fundamentales: salario mínimo vital y móvil y una ley de contrato de trabajo. Más allá de esto, China logró hace cuatro años, seguridad social pública casi completa para su población. Son todos datos que hay que tenerlos en cuenta. Es cierto que hay una parte de la cadena donde existe el bajo costo laboral y en alguna medida la explotación es de un nivel alto, pero hay que verlo en la realidad china. Esos trabajadores están mejor que sus padres. Hay que saber esperar culturalmente. En el término de 20 años China construyó una clase media de 400 millones de habitantes.
-¿A través de UNI?
-Todavía UNI no desembarcó, porque también tenemos el debate. Yo integré una misión en 2012 que nos permitió conocer mucho a China, que fue una entree interesante, y que a partir de ahí no se ha movido demasiado. No obstante, con la Federación vamos a hacer una misión a China. No vamos a esperar a que la UNI se decida. Y hay muchas organizaciones sindicales en el mundo que por cuestiones de inversión de las empresas multinacionales de sus países, que invierten en China, van a dialogar con los sindicalistas chinos para establecer estrategias conjuntas para enfrentar a las grandes corporaciones.
-Hoy observamos varios fenómenos, en apariencia contrapuestos. La situación actual en Francia con los chalecos amarillos, manifestaciones inorgánicas con falta de un liderazgo claro, lo que muestra una grave crisis de representación. Además, por un lado, estructuras internacionales sindicales globales y a la vez avance electoral de la ultraderecha con hincapié en la necesidad de generar trabajo para los ciudadanos locales. ¿Cómo afecta todo esto a la representación y acción sindical?
-La globalización hizo crujir las referencias políticas pre-globalización, esto también hizo que el movimiento sindical se quedara sin referencias políticas. Se quedó medio huérfano. Estamos en alguna medida con una pata clueca. Operar sobre el mercado de trabajo es una de las funciones esenciales y comunes a todos los movimientos sindicales del mundo, independientemente de la categoría que tenga, de la idiosincrasia que tengan. El mercado de trabajo está ligado a la política económica nacional, e internacional. Esta falta de una orientación política a favor de las mayorías populares ocasiona que el movimiento sindical, por carácter transitivo, tenga un problema grave: no termina de cerrar su confianza, es decir, no confía en las expresiones políticas porque muchas de ellas se han transformado, otras han desaparecido y otras han creído que aggionarse significa dejar de lado el mundo del trabajo. Esto, por una supuesta creencia de que el mundo del trabajo va a cambiar, entonces las cosas ya no son como antes. Lo cual demuestra que hay una debilidad del punto de vista ideológico en los partidos políticos que pretenden pertenecer a la categoría de partidos populares. Si sos un partido popular y no sabes que va a hacer con el mundo del trabajo, entonces estamos mal. En relación a los cambios operados en las distintas regiones, se nota claramente que la incertidumbre política va girando lentamente hacia el centroderecha y derecha, se están dejando de lado los derechos humanos, hay un espontaneismo de masas que no siempre se canaliza políticamente. Se hace por otras vías y esto deja abierto un marco de incertidumbre muy fuerte que no se sabe bien para que lado puede salir disparado. Por ejemplo, Bolsonaro es una expresión de los grupos de poder que plantean un nacionalismo vetusto y tiene un ministro de economía que es un ultraneoliberal. Todo es complejo, por ejemplo, Macri que tiene que hacer un equilibrio entre Estados Unidos y China. Firma un comunicado donde se acusa a China de ser depredador y al mismo tiempo le hace un agasajo al presidente como no se hizo nunca a un presidente de un Estado extranjero en suelo argentino. Además, el caso de Trump. Trump es el personaje que hace inferir a los países del poder económico concentrado de Occidente y del Norte de que la globalización no fue buena ni siquiera para ellos. La política de Trump es pegar en el eje de la economía global neoliberal porque no les sirvió a los trabajadores norteamericanos. Desde una óptica individualista, misógina, neofascista, como se la quiera llamar. La realidad es que acaban de firmar un acuerdo Canadá, Estados Unidos y México que es súper superador de lo que fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), originalmente, en términos de derecho de los trabajadores. Debido a esto, a la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL CIO) les cuesta mucho criticar este acuerdo. Porque es un acuerdo que tiene componentes laborales de defensa de los trabajadores norteamericanos que no tenía el NAFTA original, que firmó Clinton. ¿Cómo se maneja el movimiento sindical? Hay que tener un equilibrio, un mecanismo de mucho cuidado. Porque es cierto que en estas realidades se filtran elementos que han sido históricamente profundamente antisindicales y tienen dinero y poder, y a esto hay que agregarle instituciones democráticas débiles en países como el nuestro en donde el derecho colectivo tiene un peso tan importante a través de una amalgama de legislación laboral. Una Constitución que tiene el artículo 14bis. En ese escenario, se puede meter en el Parlamento el debate sobre las reformas laborales colectivas, laborales y no se sabe qué puede pasar. Hasta el más progresista se te da vuelta. Entonces acá hay que tener mucho cuidado. Hay que defender el derecho de los trabajadores a como dé lugar. Sin violencia. Ganar tiempo y ver también con signo de interrogación, hace 5 o 6 años te hubiera dicho otra cosa. Hasta dónde es factible construir una alternativa política de los trabajadores. Esta incertidumbre es por la situación que atraviesa el PT en Brasil. En Estados Unidos están armando un Movimiento Our Revolution con un componente civil y sindical que es un poco la plataforma sostén de Bernie Sanders que no se van del Partido Demócrata, pero que está construyendo también por afuera. Adónde desemboca esto nadie lo sabe. Hay una serie de factores en Estados Unidos que hace que no se sepa en qué va a terminar este Movimiento.
Es un escenario muy interesante que habilita al crecimiento de un sindicalismo global porque todos los movimientos sindicales de una forma o de otra están sufriendo el mismo problema. No hay un sindicalismo europeo rico, como había unos años atrás, y un sindicalismo latinoamericano destruido. Hoy estamos todos debilitados.
-En ese sentido, con el tema de las relaciones internacionales, el peso del sindicalismo global puede ayudar al diálogo y buscar acuerdos entre los pueblos para superar conflictos, trabajando de abajo hacia arriba. ¿Cómo se podría incidir a través de estas organizaciones globales sindicales más fuertes y más unidas?
-Incidimos, pero dependemos en gran medida lo que sucede localmente. Tenemos el caso de Israel y Palestina, donde hay una cuestión terrible que es muy difícil de superar, que es la violencia creciente y recurrente.
-¿Cuál es la situación de las organizaciones sindicales en la zona?
-En la Autoridad Palestina nosotros tenemos miembros de UNI, bancarios, telecomunicaciones, muy buenos sindicatos, muy buena gente. En Israel también. Pero cuando estuvimos en la Histadrut (Central de los Trabajadores Israelíes), notamos muchos cambios respecto de lo que conocíamos antes. En el pasado ideológicamente eran puros de Avodá (Partido Laborista). Al estar este partido muy debilitado y con el peso de otras expresiones, al ser una central pluripartidista, se notan los cambios. Cuesta mucho tejer acuerdos y cuando estalla la violencia se vuelve a fojas cero. En ese sentido, soy crítico de los movimientos radicales que logran entorpecer cualquier intento de diálogo. Estuvimos antes del Congreso Mundial de la UNI, visitamos a organizaciones sindicales palestinas e israelíes. Pudimos ver la complejidad de la vida diaria en un campo de refugiados al sur de Ramala y las dificultades de viajar a sus lugares de trabajo en Israel y dentro de Cisjordania. En cuanto al conflicto, no tomamos partido por ninguna de las partes. Dialogamos para modificar cuestiones y acercar a las partes en nuestra materia. Cuando volvía en el avión no podía dormir pensando la situación en la frontera con Gaza, eso arde. Es una situación muy complicada.
Se trabaja en conjunto con las dos centrales sindicales- la Histadrut y la Central Obrera Palestina –PGFTU- . Está presente el conflicto, la división en el campo palestino y la influencia del conflicto regional, principalmente lo que sucede en Siria, lo que condiciona cualquier tipo de avance. Más allá de esto, UNI está comprometida con la paz entre Israel y Palestina, la finalización de la ocupación y la solución basada en dos Estados. Es clara la dualidad interna palestina con las posiciones de Hamas y la Autoridad Palestina frente a Israel.

* Lic. Ciencia Política- Maestrando en Análisis, Gestión y Derecho Electoral.