¿Por qué nos abandonás, Roger?

La visita a Argentina del mítico músico internacional Roger Waters, como es habitual, estuvo cargada de polémicas en torno a su posición a favor del BDS, el movimiento de boicot internacional a Israel por la cuestión palestina. Va aquí la pintura de un admirador de su obra, integrante de nuestra Mesa de Redacción, que advierte los matices que existen entre la condena a sus posiciones políticas carentes de complejidad y las interpretaciones literales sobre su obra artística, que en su ira no advierten los poderes de la metáfora y la parodia.
Por Pablo Gorodneff

En los primeros días de noviembre, Roger Waters, quien fuera el cerebro de Pink Floyd, visitó por tercera vez nuestro país. Fue en el contexto de la gira “Us and Them 2018”, donde presentó temas de todos los discos de la banda, junto a su último trabajo solista, haciendo base en “The Dark Side of the Moon”, el trabajo que los llevó desde la consideración de los críticos a la masividad y al récord planetario: el disco se sostuvo 744 semanas en el ranking de la revista Bilboard, marca que será difícil de superar. En su anterior visita, cuando presentó el espectáculo multimedia “The Wall,” se vendieron nueve funciones del show en la cancha de River, lo cual fue record de público para la gira, y un record local, superando los cinco River de los Rolling Stones en 1995.

Roger , Radiohead y el BDS
Waters es una de las caras visibles del BDS, en inglés Boicott, Divestment and Sanctions (Boicot, Desinversión y Sanciones), movimiento fundado en 2005 que propone un boicot cultural a Israel hasta que otorgue a los palestinos el derecho a retornar. En muchos casos, es Waters mismo quien se encarga de convencer a los músicos que tienen contratados shows en Israel para que rechacen la invitación o suspendan sus conciertos.
En abril de este año, Radiohead se presentó en Tel Aviv, precedido de una fuerte polémica con Waters en representación del BDS, quien conminó al grupo a cancelar su presentación. Más de cincuenta artistas firmaron la petición, entre los que se encontraban el cineasta inglés Kean Loach y el músico Brian Eno, productor de U2 y Coldplay.
Sorprendió que la polémica haya tomado estado público, teniendo en cuenta las cosas en común que tienen: entre otras, el último disco de Waters, “Is This the Life We Really Want?” (¿Es esta vida la que realmente queremos?) fue producido por Nigel Godrich, el histórico productor de Radiohead. También es clara y clave la influencia de la experimentación de primeros discos de Floyd en el sonido de Radiohead. A pesar de la cercanía, la disputa se desarrolló en los medios y es interesante leer la respuesta del Thom Yorke, cantante y compositor de la banda, defendiendo la presentación en Tel Aviv.
“Es triste que artistas que respeto piensen que no somos capaces de tomar una decisión moral por nosotros mismos después de todos estos años. Hay un montón de personas que no están de acuerdo con el movimiento BDS, incluyéndonos a nosotros. No estoy para nada de acuerdo con la prohibición cultural, como tampoco lo están J. K. Rowling, Noam Chomsky y una larga lista. Hay gente que yo admiro como Ken Loach, a quién jamás se me ocurriría decirle dónde trabajar o qué hacer o pensar. La persona que más sabe de estas cosas es Jonny (Greenwood, el guitarrista de Radiohead). Él tiene amigos tanto palestinos como israelíes y tiene una esposa que es judía árabe. Toda esa gente tirándonos cosas desde lejos, con banderas, diciendo: ‘¡Ustedes no saben nada de eso!’. Imagínate lo ofensivo que es eso para Jonny”.

Dime de dónde vienes…
Roger es hijo de Eric Fletcher Waters, un pacifista inglés que llegó a afiliarse al Partido Comunista Británico, caído en combate cuando el músico tenía apenas cinco meses de vida, en la batalla de Anzio en Italia. Sus restos nunca fueron encontrados, pero Roger pudo saber de las circunstancias de su muerte por el testimonio de un veterano de guerra.
Junto al descenso a la locura de su compañero de Floyd, Syd Barret, la muerte del padre fue motivo central en su obra, haciéndose más evidente en “The Wall” y en los discos posteriores. Los horrores de la guerra, la alienación, y de la imposibilidad de conectarse con los demás quedaron plasmadas simbólicamente en la pared que se construye mientras los músicos ejecutan la obra, para ser derrumbada sobre el final del concierto. Durante la presentación de la obra, Waters parodia (está claro que es una parodia) a un general nazi/estrella de rock, y entona “Waiting for the worms” (Esperando a los gusanos):
Esperando para ponerme una camisa negra
Esperando a podar las ramas débiles
Esperando para hacer pedazos sus ventanas
Y abrir sus puertas a patadas
Esperando la solución final
Para fortalecer la presión
Esperando para seguir a los gusanos
Esperando a abrir las duchas
Y encender los hornos
Esperando a los maricones, y a los negros
y a los rojos y a los judíos
Esperando para seguir a los gusanos.
¿Te gustaría enviar
a nuestros primos de color
A su casa de nuevo, amigo mío?
Todo lo que tienes que hacer
es seguir a los gusanos.
“The Final Cut”, el álbum que marcó su despedida de la banda, está inspirado en la guerra de las Malvinas y que contiene fuertes críticas a Margaret Thatcher, cuenta la historia de un soldado que a la vuelta de la guerra intenta desarrollar su profesión de maestro a la par que se vuelve un alcohólico, e intenta pensar en cómo la guerra destruyó su vida. ¿No hay, en Israel, muchos hombres y mujeres pensando en cómo la guerra destruyó su vida?
La mejor arma de Waters, sin ninguna duda, es su arte: es ahí donde puede llegar a conmover, es ahí donde su mensaje se hace potente. Fuera de su elemento, operando políticamente, forma parte de un coro donde su voz no se distingue, y se vuelve inofensivo.
Posiblemente sin quererlo, provoca un efecto contrario al deseado: los belicistas se sienten a salvo, y sus admiradores, abandonados.