Relato de experiencia. Encuentro Nacional de Mujeres. Trelew, octubre 2018

Cuando les chiques vienen marchando

Una de nuestras periodistas colaboradoras, integrante de la Mesa de Redacción, participó del Encuentro Nacional de Mujeres, en el marco de su militancia feminista y acompañando a un grupo de adolescentes en esta epopeya. A pedido de Nueva Sion, nos transmite en primera persona las sensaciones, la energía y el entusiasmo vivido en esos dos días que forman parte de una nueva historia que se está construyendo.
Por Laura Haimovichi

Son cientos de pibas. Algunas tienen entre 13 y 14 años, las mayores llegan hasta los 18. Todas estudian en colegios públicos de la Ciudad de Buenos Aires. En el Cortázar, el Acosta, el Pelle, el Paula Albarracín, el Buenos Aires. Están las que militan en alguna agrupación y las que son independientes. El día de la marcha que atraviesa Viedma, el punto más alto de la convocatoria al 33° Encuentro Nacional de Mujeres en la edición más austral de su historia, muchas se ponen glitter verde, maquillan a sus compañeras con negro y violeta, se sacan remeras y corpiños y, autoorganizadas, entre cordones de sogas que sostenemos un puñado de madres, marchan agitando sus pequeños pañuelos verdes, sus tatuajes y sus pelos multicolores como banderas. “Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar”, cantan. Y de nuevo, un poco más fuerte: “Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar”. Y más alto todavía: “Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar”.
En ese fin de semana largo de octubre, del viernes 12 al martes 16, lejos de sus casas, van a la plaza para curiosear la feria Al horno el patriarcado. Compran sandwiches de milanesas o veganos, alguna artesanía o un libro feminista de Rita Segato o Silvia Federici. Se cruzan con la pionera por el aborto legal Martha Rosenberg, con su rodete tirante y canoso y se sacan una foto con ella. Es la primera vez que participan como estudiantes secundarias en un Encuentro y en el acto de apertura que se hace en el autódromo les dan la bienvenida. Son más de 180. Es probable que ellas no tengan real dimensión de lo que significa su presencia por un tema de contemporaneidad. Son las más chicas de un evento que congrega a unas sesenta mil mujeres de todo el país, que atraviesa distintas franjas etarias y de clase. En los últimos tiempos, les chiques –en lenguaje inclusivo- jugaron un rol protagónico: fueron de lo más activas en las marchas por Ni una menos y estuvieron a la vanguardia en las vigilias por la aprobación de la ley por el aborto seguro legal y gratuito alrededor del Congreso. La ley, sabemos, finalmente no salió, pero el impulso y energía de las jóvenes no se detuvo. Están empoderadas. Nacieron en democracia, con la ley de divorcio aprobada, la ley por la Educación Sexual Integral aprobada (aunque no aplicada), el voto desde los dieciséis años, el matrimonio igualitario es norma legal, hablan en lenguaje inclusivo y diferencian entre sexo biológico, identidad de género y deseo sexual.
Están tejiendo una voz propia, personal y colectiva. Saben que la lucha se libra en la calle. Su insurrección muchas veces es festiva pero también es dolorosa, una combinatoria en la que se articulan las ceremonias de encuentros con tambores y canciones, con los femicidios diarios por los que se reclama a diario, igual que la desaparición de congéneres en manos de la trata. Se saben parte del esfuerzo colectivo por la visibilización de esas graves problemáticas de su género. El feminismo es su artefacto de conexión y alberga a compañeras, compañeres, mujeres trans y travas, lesbianas, bisexuales, tortas, no binaries, y muchos etcéteres.
Fue a una de ellas, Juanita, a quien se le ocurrió llevar la idea de la participación conjunta en el Encuentro a una reunión de la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB) a comienzos de este año escolar. Y el entusiasmo fue inmediato y se diseminó y multiplicó en los recreos de los colegios y en las asambleas en los SUM y en los patios.
Supe que iba a estar allí, en el corazón de Chubut, un mes antes del Encuentro. Había participado en una reunión de padres, mapases, dicen ellas, en la que las organizadoras nos informaron que comprarían latas de atún, choclo y jardineras. Todas conseguimos y llevamos bolsas de dormir, no hubo duchas pero sí baños químicos. Apenas bajamos de los tres micros que atravesaron la ruta 3, nos recibieron Norma, la directora de la escuela primaria donde nos alojamos, y Fiama, integrante de la mesa del Encuentro (ENM). ¿Algunas nos podrán acompañar?, nos habían preguntado las organizadoras. Claro, eran todas menores y era necesario participantes mayores de 18. Y aunque en los hechos ellas resolvieron cada uno de los pasos a dar, legalmente hacíamos falta. Fuimos una adulta cada veinte adolescentes. Toda entramadas en una complejidad de actividades de sustento, higiene y cuidado, sabiendo que para crear un mundo nuevo hay que empezar tratando amorosamente lo que tenemos.
Se escucha por ahí…
Las conversaciones en pequeños grupos se multiplican. Malena, Paula, Milena, Morena, Juli, Ona, Flor escuchan y se escuchan. Hay quien dice: “Lo que algunos llamaban amor es trabajo no pago en la intimidad de la cocina, limpiando o cambiando pañales”, los quehaceres domésticos aportan a la acumulación de capital sin reconocimiento salarial”, “el sistema capitalista heteropatriarcal no reconoce la producción y reproducción de la vida, aunque se sirve de ello, y por eso controla, maltrata y domina los cuerpos de las mujeres”. Las madres intercambiamos con les hijes en las discusiones, todas estamos habilitadas y también reconocemos algunas de nuestras practicas colonizadas y colonizadoras, clasistas. “Me da miedo marchar en la villa en tetas”, “¿El baño está tapado? Que lo arregle la portera”. Éstos no son los comentarios que más se escuchan, pero están.
Las escuchamos gritar Eskere, esa manera rápida y deformada de decir en inglés Vamos a conseguirlo, Vamos bien, Va a pasar algo bueno. Y las vemos actuar ATR, A Todo Ritmo. Estamos aprendiendo, con Patricia, Virginia, Zoraida, Florencia, Pili, Claudia y otras más. Hemos sido cuerpos gestantes y ahora nos estamos dejando gestar como mujeres insurrectas por estas adolescentes. Llevamos nuestros saberes y nuestras ollas de 70 litros de capacidad para compartir la cocción de las cenas nutritivas, entre asambleas sobre cómo mejorar la limpieza de baños y como cuidarnos durante los talleres multitudinarios si van de alguna secta a provocar.
Los talleres son el corazón del Encuentro, democráticos, horizontales, pluralistas, sin nadie que los manipule, donde algunas hablan y otras escuchamos. Encuentros de trabajo soberanos, foros donde no se vota y se llega a conclusiones por consenso, donde nos descubrimos juntas, acompañadas y con potencias para cambiar lo que haga falta. Mujeres y Feminismos, Movimientos y Activismos, Mujeres y Relaciones de Pareja, Mujeres y Salud, Mujeres y Educación Sexual Integral, Mujeres. Acceso a la Justicia y Estrategias de Acompañamiento y Contención. Mujeres y salud mental. Mujeres y discapacidad. Mujeres y activismo lésbico. Mujeres de los Pueblos Originarios. Mujeres, antiimperialismo, Solidaridad e Integración Latinoamericana. Mujeres y cultura de la Violación. Mujeres, Trata y explotación, Mujeres, anticioncepción y aborto, Mujeres y lucha contra las drogas y el narcotráfico, Mujeres, cárceles y sistema penitenciario. Son más de 70 con sede en distintas escuelas y es en ellos donde se propone que el año próximo el Encuentro sea Plurinacional, para albergar así a las compañeras de los pueblos originarios cuyas naciones han sido arrasadas desde los tiempos de la conquista y continúan padeciendo la apropiación de sus territorios en manos de terratenientes locales y extranjeros.
Consignas al viento…
Durante la marcha que arranca en el centro de Viedma y atraviesa barrios periféricos hay momentos de tensión. Que Gendarmería trajo más gente que lo habitual, que hay infiltradas, que hay hombres con trapos tapando sus caras que tienen piedras en las manos (de esto puedo dar fe porque lo vi). Finalmente hay siete detenidas y otras tantas heridas con balas de goma. La mesa chica del ENM se activa y nadie permanece presa más que unas horas. Se escuchan las voces de las chicas, encolumnadas y organizadas con sus cuerpos ágiles y los pies llenos de tierra.
Mujer, escucha: únete a la lucha.
Mujer que se organiza, no plancha más camisas.
Mujer que se organiza, no recibe más palizas.
Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar.
Macho gato vos que mirás, este tetazo no te quiere calentar.
Señor, señora: no sea indiferente, nos matan a las pibas en la cara de la gente.
Nos tienen miedo porque no tenemos miedo.
No te des por vencida ni aún vencida, no te pienses esclava ni aún esclava.
Alerta alerta alerta que camina, la lucha feminista por América Latina, se cuidan se cuidan se cuidan los machistas, América Latina será toda feminista.
Poder poder poder popular. Luchar con la compañera le gusta a usted y ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado se va a caer, se va a caer.
Un hito más en la lucha permanente de las mujeres. El ENM en 2019 será en La Plata. Allí se renovarán las consignas sonoras contra el patriarcado, la discriminación y por la igualdad entre los géneros. La historia oficial tiene próceres varones. Las mujeres están ausentes, pero eso está cambiando. En esta parte de la travesía, las activistas por una vida mejor son cada vez más ellas y elles. En uno de los talleres, dirigentes travas cuentan que pelearán por tener un lugar en las listas de los partidos políticos para las próximas elecciones. Las adolescentes retoman el espíritu de aquella frase que escribió Mariquita Sánchez de Thompson a comienzos del siglo diecinueve: “Quiero escribir la historia de las mujeres de mi país, ellas son gente”. Tienen su recorrido que ya contiene saber y memoria, están hermanadas con el pasado y con el futuro. Van cada vez por más, por la aceptación de las disidencias, por la inclusión de las mayorías y las minorías en todo tipo de derechos. Horizontales, con una fuerza joven que empuja al reconocimiento de la otra, de la similar y la distinta, contra el terror por la alegría.