Más de 110 años han pasado desde que inició sus actividades la red de trata de personas y prostitución en la Argentina liderada por proxenetas judíos de origen polaco. Esta siniestra organización criminal fue enmascarada bajo el nombre de la “Asociación Israelita de Socorros Mutuos Varsovia”, modificando su nombre a finales de los años ’20, cuando pasó a llamarse “Zwi Migdal”, nombre por el cual es hoy más conocida.
Más de 3.000 mujeres fueron explotadas sexualmente y víctimas de esta organización que traficaban mujeres desde Europa del Este, más precisamente desde Polonia. Las prostituían e introducían en su amplia red de prostíbulos en las ciudades de Buenos Aires y Rosario.
La incipiente comunidad judía en Buenos Aires organizada y también a modo individual miembros de la colectividad se ocuparon de segregarlos de su actividad social, cultural y religiosa, apodándolos «Tmeim» (Impuros).
Intentaron integrarse a la vida comunitaria y ser aceptados. Ejemplo de ello fue la propuesta que hicieron a la Jevra Kadisha al ofrecer fuertes sumas de dinero para la compra de un terreno destinado a emplazar allí el primer cementerio judío, que era un tema prioritario en aquellos tiempos. Luego de varios debates la Jevra Kadisha decidió rechazar categóricamente dicha propuesta. Luego de ese rechazo, la “Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia de Barracas al Sud y Buenos Aires» adquirió, junto a un grupo miembros que disintieron en el criterio tomado en aquella reunión de la Jevra Kadisha, un terreno en la localidad de Avellaneda en la cual tenían domicilio legal y sede. Este terreno compartido con una comunidad fue destinada para el uso de estos rufianes, proxenetas, sus esposas, madamas y regentes de los burdeles.
Este ejemplo de la comunidad judía en la Argentina de excluir a estos rufianes ha sido único, ya que nunca les permitió integrarse a la vida judía local. No ocurrió lo mismo con otras colectividades de inmigrantes que no hicieron tal distinción ni separación. Es por esta discriminación y desprecio que este grupo de judíos “Impuros” debió levantar sus propias organizaciones e instituciones de manera paralela.
Es la primera vez, a más de más de 110 años de la irrupción de esta red de trata de personas y prostitución, que se realiza un documental. Impuros: Tráfico de mujeres, el delito silenciado, el documental de Florencia Mujica y Daniel Najenson, narra una historia basada en una profunda investigación histórica apoyada con imágenes y entrevistas a referentes e investigadores de esta época histórica y temática. Entre los testimonios se encuentra el investigador y académico israelí Haim Avni, autor del libro Clientes, rufianes y prostitutas: Comunidades judías de Argentina e Israel frente a la trata de blancas; José Luis Scarsi, investigador y autor del libro Tmeiim: Los Judíos Impuros; y Myrtha Schalom, escritora y autora del libro La Polaca, entre otros destacados aportes de académicos, profesionales, investigadores y testimonios personales.
Este documental fundamental trabaja varios ejes, describe el contexto inmigratorio de fines del siglo XIX, la historia de estos rufianes y su organización mafiosa, la vida prostibularia y la prostitución en aquellos tiempos en la ciudad porteña, la vida comunitaria judía y las reacciones comunitarias. Aparece la mujer como objeto, como parte de una red de trata de personas y explotación sexual que hizo enriquecer a los proxenetas, quienes amasaron suculentas fortunas al amparo de funcionarios públicos, jueces y policías en aquellos tiempos.
Esta historia silenciada, hoy toma renovada voz por medio de su cuidado relato cinematográfico. Impuros: Tráfico de mujeres, el delito silenciado, indaga acerca del porqué del silencio mantenido hasta estos días por la comunidad judía organizada en relación a esta temática, cuando en realidad en su momento obraron correctamente con dignidad y lucidez.
Asimismo, el testimonio de Sonia Sánchez, escritora, abolicionista y militante contra la trata de personas, autora del libro Ninguna Mujer Nace para Puta, que hace de guía y conductora de la temática durante la película, permite el rescate de este pasado nefasto y silenciado de la Zwi Migdal, y le da nueva vigencia en las temáticas actuales de género, a la trata de personas y la prostitución tan actual y presente aún en nuestras latitudes y sociedad.
Esta voz fresca que aporta este importante documental, viene a llenar el vacío de un silencio centenario en relación a los hechos oscuros ocurridos entre 1906 y 1930 en el marco de la actuación de esta organización de rufianes llamada Asociación Israelita de Socorros Mutuos Varsovia, y luego Zwi Migdal, de la cual queda en pie el imponente edificio que otrora ofició de sede central en Av. Córdoba 3120 de la CABA, en donde en sus rejas se pueden ver forjadas las letras “SV” sigla de la Sociedad Varsovia, acompañado de muchas historias, relatos, misterios y complicidades que aún deben ser develadas.