Niños israelíes y palestinos en la mira del fusil:

¡No se olviden de Ahmed!

“El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por los medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente, en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad.” (Principio 2, Declaración de los Derechos del Niño. Resolución de la Asamblea General de la O.N.U. firmada, entre otros, por Israel y por la Autoridad Palestina).

Por Alberto Mazor (Desde Israel)

El pasado jueves, 3 de Noviembre, fuerzas de combate del Ejército de Israel dispararon sobre presuntos terroristas en el campamento de refugiados de la ciudad de Jenín en Cisjordania. El niño Ahmed al-Kativ de 12 años que jugaba con su fusil de plástico fue gravemente herido de una bala en la cabeza; medios de difusión israelíes informaron que los soldados pensaron que se trataba de un terrorista.
Una vez detectado el error, el niño fue trasladado de urgencia al Hospital Rambam en la ciudad de Haifa.
Los médicos, a pesar de los múltiples esfuerzos, no consiguieron salvar su vida; cuando llegaron a la conclusión de que Ahmed había muerto clínicamente, exhortaron a sus padres a donar sus órganos. A pesar del dolor, la angustia y la desesperación respondieron afirmativamente para que, según ellos, “niños israelíes puedan reponerse de sus dolencias y para que sea enviar un mensaje de paz para todos los pueblos de la región”.

La infancia israelí y palestina

En los últimos años, se ha registrado un fuerte deterioro en las condiciones de los niños palestinos e israelíes como resultado de la Segunda Intifada, de la escalada de violencia y de los ataques terroristas. Además del dolor y el sufrimiento de los niños de ambos bandos, existe también una preocupación por el daño psicológico a largo plazo que puede resultar del trauma de presenciar la violencia, sea en forma directa o como resultado de estar involucrada la familia de un ser querido.
Expertos del Centro Israelí para el Tratamiento Psicotraumático y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) han advertido que la ansiedad, los síndromes postraumáticos y el miedo han aumentado de manera preocupante entre los niños palestinos e israelíes.
“Los niños de los dos bandos están gravemente afectados; esto tendrá consecuencias a largo plazo”, alertaba la responsable de Unicef, Carol Bellamy, que lamentaba la muerte de más de 800 menores, palestinos e israelíes, desde el inicio de la Segunda Intifada hace cinco años atrás.
Solo en Gaza, uno de cada tres menores de edad presenta algún tipo de alteración psicológica y la mayoría tiene pesadillas, ansiedad, incontinencia nocturna y falta de concentración. Más del 80% de los menores palestinos ha presenciado algún enfrentamiento armado y menos del 9% está convencido de que algún día podrán vivir en paz.
Más del 20% de estos niños y niñas afirman que en alguna ocasión han pensado en convertirse en terroristas suicidas.
Del lado israelí, por lo menos la mitad de los niños judíos de Jerusalem han estado expuestos, alguna vez, a un ataque terrorista; el 20% de ellos perdió a algún familiar o amigo.
Durante mucho tiempo, los menores que han sido testigos de una acción terrorista palestina, reviven los hechos una y otra vez hasta el extremo de sufrir signos de gran tensión y estrés.
De hecho, el miedo y la ansiedad entre los menores israelíes y palestinos es tal que gran parte de estos pequeños se muestra convencido de que la violencia es la única solución al conflicto. Los estereotipos negativos entre ambos también han aumentado significativamente.
Uno de los ámbitos en los que más se ha notado el impacto de la violencia y las alteraciones psicológicas que ésta provoca en la infancia palestina e israelí es la escuela; son muchos los menores reticentes a ir al colegio por miedo a una bomba en el autobús que los acerca al centro o por temor a los soldados israelíes de los puestos de control.

Impunidad e indiferencia

No cabe dudas de que la impunidad que disfrutan los miembros de las fuerzas armadas de Israel y los grupos palestinos responsables de los homicidios infantiles ha contribuido a crear una situación en la que el derecho a la vida de los niños y los civiles del otro bando apenas tiene valor, o no tiene ninguno.
La gran mayoría de ambos pueblos están ya hartos de excusas y razones inaceptables. Tanto el gobierno israelí como la autoridad palestina deberían actuar sin dilación y con firmeza para investigar el homicidio de todos y cada uno de los niños, y garantizar que se procesará a los responsables de estos crímenes. Nadie les exige nada del otro mundo; tan sólo cumplir con lo que ellos mismos han aceptado y firmado cuando decidieron formar parte de la comunidad internacional.
Mientas tanto, en esta región de la locura, donde todo lo inimaginable se convierte diariamente en realidad, permanecerá para siempre la imagen inocente de Ahmed al-Kativ, acribillado por equivocación a sus 12 años, y de sus órganos transplantados a cuerpos de niños israelíes para otorgarles vida.
¡No se olviden de Ahmed!