Pero su pedido de una nueva investigación ciertamente movilizará a activistas de la ultraderecha, quienes han exigido una nueva pesquisa.
Amir mató a Rabin de tres disparos el 4 de noviembre de 1995 luego que el galardonado con el Premio Nobel de la Paz asistía a un acto en favor de la paz en Tel Aviv. Amir fue condenado a cadena perpetua y se ha convertido en un símbolo para ciertos nacionalistas de línea dura que se oponen a la creación de un estado palestino en tierras ocupadas por Israel desde la guerra de 1967.
Yitzhaki, quien renunció al cargo tras el asesinato, declaró al Canal Dos de la televisión israelí que asumía la responsabilidad por el fracaso de los guardaespaldas en evitar el asesinato. Señaló que los guardaespaldas habían sido entrenados para que «la segunda bala, si no la primera, fuese disparada por ellos» contra cualquier agresor.
Los guardaespaldas de Rabin no usaron sus armas y Amir fue arrestado inmediatamente en el sitio del ataque.
Sin embargo, cinco meses antes del asesinato, un sargento de una unidad de inteligencia del ejército escuchó una conversación en un baño público acerca de un «pequeño yemenita» que poseía un revólver y tenía la intención de asesinar a Rabin. La información nunca fue pasada al Shin Bet, dijo Yitzhaki. La familia de Amir provenía del Yemen.
«No recibí datos de inteligencia, excepto documentos burocráticos para una evaluación general», añadió.
Puesto que hay todavía preguntas que no fueron respondidas, acerca de los eventos que condujeron al asesinato, Yitzhaki señaló que tal vez «hay espacio para iniciar otra investigación del Estado» a fin de determinar lo que ocurrió.