10 años sin Rabin:

Clases sí, mausoleos no

A ritmo febril se viene trabajando para que el 14 de noviembre próximo pueda realizarse el acto de inauguración oficial de la monumental construcción que estará destinada a recordar a Rabin. Gobernantes y lideres políticos de antes y de hoy se harán presentes para testimoniar la importancia que ellos le adjudican al hecho y a la fecha. Pero no todo el mundo está de acuerdo con las formas o contenidos que esa construcción ha tomado. He aquí un par de antecedentes:

Por Bernado Treister (Desde Israel, Tel Aviv)

En 1997 la Knesset (Parlamento israelí) aprobó la iniciativa de perpetuar la memoria de Rabin en sus múltiples facetas, y de adjudicar un terreno adecuado para su ubicación permanente. A partir de allí el Centro Rabin, catalizador de la iniciativa, recibió el apoyo de la Dirección de Tierras, alentada por Ariel Sharón mismo, y la Intendencia de Tel Aviv, y obtuvo un amplio terreno en las colinas de Tel Aviv misma.
En la década de los ´50, el Primer Ministro de entonces, David Ben Gurión, resolvió ocultar bajo esa loma lo que debía ser la llave para asegurar la supervivencia de Tel Aviv en caso de conflicto bélico: central de turbina eléctrica secreta. Con el tiempo se la llamó “bunker”. Es decir que ahora se adjudicó un terreno y debajo de él un “bunker”.
Según Iosi Lajmani, director de la iniciativa, “estaba claro que debíamos reciclar el “bunker” y transmitirlo a un factor gubernamental: al Museo del Ejército de Defensa de Israel (Tzahal), por cuanto Rabin fue toda su vida un hombre de Seguridad…”.
El proyecto integral fue puesto en manos de uno de los más importantes, si no el más destacado, arquitectos de Israel, Moshe Safadi. De su estudio salió un proyecto monumental: desde lejos se podrá ver sobre un amplio parque verde unas alas enormes que transmiten el mensaje de que Rabin fue un hombre de seguridad que supo levantar vuelo…
Y en el “bunker”, los visitantes podrán pasear por enormes espacios abiertos que expondrán aviones, tanques y otros armamentos. Los planificadores quieren ver al Boulevard Rokach como el lugar donde se ubica el “Smithsonian Institut” de Israel que habilita al visitante a pasar, yendo a pie, de un Museo Nacional a otro, al tiempo que observará los cuadros de los prohombres de la Patria y los parques verdes por encima.
Pero no todos lo ven con los mismos ojos: hay cuestionamientos de quienes, esta construcción, les recuerda la ampulosidad propia de un sepulcro magnífico y suntuoso al estilo de los mausoleos que los césares querían para eternizar su recuerdo. A ello responden defensores del proyecto con que la dimensión y la fuerza que irradia la nueva construcción, está dictada por las medidas del espacio subterráneo y las paredes que deben levantarse desde allí.
Sea como fuere -y siempre pueden encontrarse explicaciones para el hecho consumado- lo cierto es que también hay no pocos que entienden que en lugar de un aire de mausoleo que impere entre las paredes de esas construcciones, debieran haberse creado múltiples aulas que alberguen -día a día- a grupos de estudiantes y alumnos de todos los niveles del sistema educativo o de regiones o sectores sociales de Israel. Y desde allí realizar jornadas de estudio y discusión para que los mensajes de los que hablamos más arriba no se evaporen tan rápidamente de la conciencia de las nuevas generaciones, como después de un paseo turístico.
Los datos de la realidad debieran indicar a las autoridades educativas cómo aprovechar la parte lúdica del paseo turístico y la de la paidea.
Después de todo, o antes que nada, se trata de educar e ir en procura de formar líderes munidos de las enseñanzas de la historia, y no surgidos sólo por generación espontánea o encumbrados por masas desesperadas.
Israel necesita liderazgo, pero no sólo para la guerra sino también para la paz.