10 años sin Rabin:

Oslo – Gush Katif, el terror lo paga el pueblo

A diez años del asesinato de Rabin, que marcó el comienzo del pseudofracaso del "Acuerdo de Oslo", es casi evidente que estamos por malograr otra oportunidad histórica.

Por Ezra Rabin (Desde Israel, kibutz Gaash)

Pseudofracaso, hoy, más que en el reciente pasado. Ya todos coinciden en dos cosas: que el plan de Oslo no fracasó como tal, sino sus vías de aplicación fueron inoperantes y ridículas. Pretendieron ganar tiempo para Israel, pero se perdió una oportunidad.
La derecha, cuanto más extrema, más acusa a Sharón y su séquito, de que prácticamente el ‘Mapa de Rutas’ es una versión actualizada de Oslo y es, a su vez, la aplicación de la plataforma política de Meretz.
De ahí surge la rabiosa y agresiva oposición a los pasos dados con el desmantelamiento de Gush Katif, en el centro de la Franja de Gaza.
Es que tienen razón porque, en su esencia, el acuerdo Sharón-Bush reconoce dos elementos fundamentales: la necesidad inexorable de la creación de un Estado Palestino, y el inevitable repliegue de poblaciones establecidas. La retirada de las tropas israelíes implica el termino de la ocupación de una parte importante de las zonas conquistadas en el ´67.
Esa es la razón que justificó la posición, aparentemente, rara de Meretz y de otros sectores. Qué paradójico: la izquierda, es la que con su apoyo salvó la caída de Sharón y lo que le permitió el cumplimiento de su plan.
Visto con perspectiva histórica es, indudablemente, una posición acorde con las lecciones históricas extraídas del pasado, donde la caída de gobiernos reaccionarios fue mejor que la opción de posibilitar un nuevo rumbo en la realidad política de la región.
Las dudas se plantearon con respecto a los distintos niveles de cumplimiento, yendo desde una sospechada no realización hasta el enigmático cumplimiento de las distintas etapas del ‘Mapa de Rutas’.
Las sospechas quedaron disipadas. Es casi imposible captar o exagerar el significado del paso dado. Podemos medir su impacto por la ola de repudio e instigación de la que fueron objeto el gobierno, el Primer Ministro Sharón y todo quien apoyó este paso.

Rabin traidor, Sharón vendepatria

Rabin fue tildado de traidor, Sharón de vendepatria. El hecho que Sharón no haya corrido la suerte de Rabin, no es por que no hubo quién lo quiso, sino porque la fuerzas de custodia lo evitaron. Los sectores religiosos fanáticos autorizaron verbalmente ese intento. Aunque lo nieguen, sosteniendo como demostración que nada ha pasado, el ambiente fue caldeado con la explicita inatención de producir tal escenario.

¿Se malogrará la oportunidad?

La problemática interna que viven los palestinos y su conducta, no facilitan la aplicación de una política israelí más acorde con sus propios intereses. Esa es otra de las paradojas trágicas. Y no importa en este momento a qué se debe. Ese absurdo tiene muchas explicaciones. Corre en Israel desde hace mucho tiempo el famoso dicho de que los palestinos (y los árabes) «no perdieron ninguna oportunidad de desaprovechar oportunidades históricas». La verdad que también Israel es víctima de ese vicio. Estamos en vísperas del recrudecimiento de esa trágica situación.
Quienes pensaron que el terrorismo desaparecería por completo en un santiamén, no conocen la historia universal. Mejor dicho, la conocen pero no quieren o no pueden aceptarla. Ello significaría un cambio dramático de la política aplicada por casi todos los gobiernos desde el ´67, con respecto a los palestinos.

El terror continuará

Los extremos se apuntalan mutuamente. Tanto los de ellos como los nuestros hacen lo imposible por evitar el progreso de un proceso de paz.
Destruir es mas fácil , más rápido y menos costoso que construir. Es un axioma que rige desde que existe el ser humano. ¿Por qué pretender que, esta vez, las cosas sean distintas?
Hasta el presente, ninguna de las guerras posteriores a la de liberación -en las que salimos triunfadores- nos trajeron acuerdos de paz. En la mayoría de los casos tuvimos que devolver hasta el último terruño conquistado o continuamos viviendo en un impasse.
Las ataques terroristas de estos últimos días, nuevamente condujeron a conclusiones cuya aplicación pone en peligro el proceso de pacificación. La incursión de fuerzas israelíes como si nada hubiera cambiado: la renovación de barreras y puestos de control o las sanciones colectivas en la zona este de Jerusalem, anuncian una perpetuación y un posible retorno a otra Intifada.
Las anteriores costaron mas de 1.000 vidas israelíes y muchas más árabes. Costaron miles de millones de dólares y, lo más grave, ahondaron el odio mutuo.
Para los extremistas israelíes es un regalo del cielo. Es feo decirlo, pero es la triste verdad.
Para los palestinos es una tragedia inconmensurable. El círculo vicioso de acciones de uno y revancha del otro puede que anuncien un próximo periodo sangriento. En este punto, es difícil creer que Sharón cambie de posición.
Al fin al cabo, todavía su fuerza se basa en el apoyo de la derecha dentro y fuera del Likud.
La mayoría absoluta de ambos pueblos detesta el terror, pero es quien paga la cuenta. Ojalá que no sea así. Este es el objetivo de la lucha política hoy.