Con la presencia nada casual en la región de Condolezza Rice, la asesora presidencial de George Bush para temas de seguridad, se anunció, a fin del mes pasado, la esperada “hudna”, el cese de fuego de las organizaciones armadas palestinas. Estas acordaron interrumpir por tres meses -en el caso del Fataj por seis- las acciones contra Israel dando, de esta manera, una chance de negociaciones al jefe del gobierno palestino Majmud Abbas. Paralelamente -y tampoco acá casualmente- se anunciaba oficialmente el traspaso del mando militar de Israel a manos de la Autoridad Palestina.
Después del anuncio del jefe espiritual y político de la organización fundamentalista islámica Hamas -el jeque Ajmad Yassin- acerca de la disposición de su organización a un cese de fuego, se sumó a este llamado también la organización Yihad Islámica, a través de su principal portavoz, Muhamad El Hindi.
Por su lado, el Gobierno israelí, que no participó oficialmente -pero se mantuvo informado- en la negociación de esa tregua, exige a las autoridades palestinas «desarmar y desmantelar a las organizaciones terroristas» en lugar de un alto al fuego afirmando no tiene nada que ver con la “Hudna”: «no tenemos nada que ver con ello dicen los israelíes- y no nos comprometen las condiciones impuestas por las organizaciones palestinas armadas que la proclamaron”.
Doble acuerdo
SIn embargo, tras arribarse a un doble acuerdo -cese de acciones palestinas contra Israel y retirada israelí de territorios palestinos- queda en claro que prevaleció la posición del nuevo gobierno palestino, encabezado por Majmud Abbas y su ministro de Seguridad, Mujamad Dajlán, por sobre la posición del gobierno de Sharón.
Mientras que los palestinos preferían esperar a llegar a un acuerdo de cese de fuego con las organizaciones armadas del fundamentalismo islámico -Hamas y Yihad Islámico- antes de asumir la responsabilidad militar sobre territorios de los que Israel se retirase, los israelíes exigían un inmediato compromiso de la Autoridad Palestina de aplastar militarmente a esas organizaciones.
Por lo menos hasta el viernes 4 de julio (y en el Medio Oriente es importante señalar la fecha en que se escriben los artículos periodísticos), la política de Abu Mazen y Dajlán de intentar domesticar y no matar al Hamas y al Yihad, demostró ser acertada desde el punto de vista de los resultados.
La exigencia israelí se vio frustrada por el deseo de Abbas de dar una nueva chance política al conflicto interno palestino y no abrir una “guerra entre hermanos”, si era posible evitarla. Esto explica que -a pesar de no poder negarse la relación entre el cese de fuego y el acuerdo de retirada israelí- el general Amos Guilad, a cargo de las tratativas con el ministro palestino de seguridad, Mujamad Dajlán, afirmó ayer que:
“Israel no es parte de los acuerdos de cese de fuego entre los grupos palestinos. Nuestro acuerdo es con la Autoridad Palestina, que se comprometió a cuidar la seguridad y combatir el terrorismo en los territorios que pasen a sus manos”.
Estados Unidos
La presencia -y presión- norteamericana sobre las partes se expresó en el arribo del Presidente George Bush a la cumbre con Ariel Sharón y Majmud Abbas en Akaba a principios de junio; la visita relámpago del Secretario de Estado Collin Powell, la semana pasada; el nombramiento de John Wolf como “niñera” de los interlocutores israelíes y palestinos y la utilización de la casa del Embajador estadounidense en Israel como lugar de reunión de los jefes de seguridad de ambas partes.
De hecho, lo que hizo Condolezza Rice -la Asesora presidencial para temas de seguridad- en sus encuentros con Abbas y Sharón, fue ofrecerle -a ambos- garantías para los acuerdos bilaterales: tanto que Israel se retirará de las zonas ocupadas en los últimos 33 meses de choques, evitará eliminaciones “selectivas” e incursiones a zonas bajo control militar palestino, cuando a su vez, Estados Unidos garantizará a Israel que el cese de fuego no será utilizado por las organizaciones armadas para pertrecharse y planear futuros atentados, sino que comenzará el proceso de centralización de la fuerza militar palestina en manos de la AP, su policía y servicios de seguridad.
Acuerdo en construcción
A tal punto llegó a contagiar el optimismo, que hasta el muy escéptico jefe de las Fuerzas Armadas israelíes, General Moshé (Bugui) Iaalon, habló ante los medios de comunicación señalando que “quizás estemos en el fin de la Intifada”, agregando que, de ser así “se trata de una victoria israelí”.
El anuncio de la salida de Belén se produjo poco después de la tercera reunión entre Ariel Sharón y su par palestino, Abu Mazen, cuyo resultado fue calificado por ambos como «muy constructivo».
Los mandatarios acordaron formar comités para discutir problemáticas relevantes como la liberación de prisioneros palestinos y las vías para mejorar las condiciones de vida en los territorios ocupados.
El General Iaalón comentó que en los últimos días existían menos alertas acerca de potenciales atentados, lo que habla de la tranquilización del terreno, que permitió la liberación de varios regimientos de reservistas y -paralelamente- la liberación de un primer grupo de prisioneros palestinos de las cárceles israelíes.
Dichos en Medio Oriente
El tema de la liberación de los 6.000 presos palestinos es considerado de vital importancia por Mazen. Esa es la razón por la cual prefirió llevar consigo, a la cumbre con Sharón, al ministro palestino encargado del tema -Abdel Razek- para que éste explicara al Premier israelí la importancia de la liberación de los palestinos en el proceso de pacificación de la región.
Abbas afirmó, tras su entrevista con Sharón, que “descabezaría a quien altere el cese de fuego entre los palestinos”. A pesar de ello, expresó su temor a que “sin liberación de presos, el proceso de paz se estancaría”.
En su encuentro con Majmud Abbas en Jerusalem, Sharón afirmó que Israel es una nación amante de paz que quiere vivir junto a los palestinos, agregando que «En nombre de toda la nación israelí, le digo que no tenemos una lucha contra ustedes, no queremos dominarlos ni dictar su destino».
Por su parte, Abbas negó que los palestinos sientan enemistad hacia el pueblo israelí, pero señaló que el asesinato y la destrucción sólo generarán más odio.
«Hemos dado grandes pasos para restablecer la paz y la tranquilidad. Se ha acordado el repliegue de Gaza y Belén y en el futuro cercano habrá retiradas de otras ciudades, pueblos, localidades y campos de refugiados».
Y completó: «Trabajaremos sin descanso para reconstruir esos sitios y nuestras instituciones, para velar por el bienestar y la seguridad de nuestros ciudadanos».