Después de la desconexión:

Todo es posible en el “Reino del Revés”

Los asentamientos que deja el gobierno israelí en Gaza fueron construidos después de varios enfrentamientos militares entre Israel y los países árabes aliados. Los israelíes procedieron a hacer soberanía impulsando asentamientos para sus ciudadanos con visiones territoriales mesiánicas o para aquellos que carecían de vivienda y territorio en el estrecho margen de tierras que les había asignado la O.N.U. en los armisticios de 1949. La misma O.N.U. fue la que luego promulgó, a través de varias resoluciones, la devolución de dichos territorios a los palestinos.

Por Alberto Mazor (Desde Israel)

Tras arduas negociaciones, Israel firmó la paz con Egipto cuando éste era gobernado por el visionario Anwar el Sadat, asesinado por extremistas musulmanes en razón de lo que consideraron una traición a la causa árabe y musulmana que propugnaba la no existencia de Israel. Los egipcios perdieron a su Presidente pero recuperaron el Sinaí.
El mensaje subyacente en dicho intercambio, territorios por paz, es el que ha precedido todo tipo de negociaciones entre Israel y los países árabes. Así fue hace algunos años con Jordania, también con El Líbano, con Siria ha sido infructuoso y con la Autoridad Palestina sí que ha estado sembrado de espinas.

Complejidades varias

La cuestión es muy compleja tanto del lado israelí como del palestino; hay razones históricas de rivalidades que hunden sus raíces en la leyenda. Cada pueblo, o facciones importantes de cada uno, se cree en el derecho de ser el ocupante legítimo de tales territorios. Allí la cultura no ha logrado aún delimitar con claridad lo que es de unos y lo que es de otros. Como suele ocurrir, las peleas familiares son las más violentas y la del Medio Oriente es una lucha entre primos veteranos.
El gobierno de Sharón se cuidó de dar el mensaje de que la devolución de estos sitios sea el producto de una negociación por la presión de la Intifada, sino más bien el de una voluntad unilateral que además dejará en los palestinos la iniciativa de asimilar el gesto como una maniobra de paz y no de debilidad, como parecen entenderlo grupos extremistas como Hamás y la Yihad Islámica.
Claro que esta desconexión es también, hay que reconocerlo, producto del esfuerzo diplomático de las potencias acompañantes como Estados Unidos, Rusia, Inglaterra y Francia, y de las negociaciones que condujeron al establecimiento del ‘Mapa de Rutas’ como antecedente para avanzar hacia una paz seria y sólida que pasa por la proclamación de un Estado Palestino y el derecho de Israel a vivir en paz y seguridad.
También supuso una suerte de tregua, no reconocida como tal, por aquellas facciones extremistas que le prometieron al Presidente Mahmud Abbas que se abstendrían de realizar ataques por un lapso de tiempo prudencial.

Encomendados

Pero, si queremos ser realistas, los extremistas de ambas partes, en particular los de corte religioso fundamentalista, son los que pueden tener en sus manos el futuro de la situación. Aquí, como en otras partes, los que se plantean el “todo o nada”, los que piensan que no se debe ceder, que al enemigo no se le debe reconocer ningún derecho ni condición existencial, son los que ponen constantemente en peligro cualquier tipo de transacción, por buena que ella sea, para avanzar en el proceso de paz.
Recordemos que después de firmar los Acuerdos de Oslo con Arafat, Ytzjak Rabín fue asesinado por un fundamentalista religioso judío. Nada raro sería que estas sectas sorprendieran al mundo con acciones de sabotaje, aunque ese peligro puede venir más fácil del lado palestino por donde el Hamás y la Yihad Islámica siguen considerando que Israel no tiene derecho a existir. Del lado israelí, no obstante las desgarradoras escenas de dolor de los colonos y de la gran polémica que suscitó la medida tomada por Ariel Sharón, promotor de esos asentamientos y enemigo jurado de la posibilidad de un estado palestino, las cosas pintan más en el plano de la aceptación realista ante las garantías de reparación y reubicación que les ofrece su propio Estado.
Las escenas de choque y a la vez de confraternización entre los colonos y las tropas israelíes fueron realmente conmovedoras además de denotar algo muy importante en la vida de cualquier pueblo maduro: el respeto a la ley por encima del dolor o el perjuicio individual. Hay más madurez política del lado israelí, más ambiente para entender que éste puede ser un paso serio hacia la paz, que será más promisorio y firme si la Autoridad Palestina y el Presidente Abbas logran hacerse respetar e imponer el orden en casa para impedir que los territorios recién recuperados se utilicen como plataforma de atentados terroristas o que sean vistos como un trofeo militar, tarea bien difícil, sobre todo frente a unos grupos que hacen alarde de la ideología del terror.
Por supuesto que la opinión pública internacional debe tener claro que el ‘Mapa de Rutas’ contempla otros pasos y sacrificios de las partes en conflicto, porque de ninguna otra forma se logrará la coexistencia pacífica entre estos dos pueblos. El camino por andar es todavía más largo que lo recorrido, pero puede ser más penoso si el mundo no presiona suficientemente a los extremistas para que desactiven sus ansias dinamiteras.
Sharón lleva a cabo todo lo contrario de lo que pregonó durante años; Abbas, antiguo miembro de células terroristas, condena enérgicamente, cualquier atentado contra Israel.
Solo el fundamentalismo nacionalista-religioso continua abnegando por “tierras sagradas” bañándolas a diario con sangre inocente. Todo es posible en el ‘Reino del Revés’.