Harel e Isacharoff llegaron a esta conclusión luego de haber presentado el informe médico a varios médicos israelíes.
Según los periodistas, el informe entregado a la viuda de Arafat, Suha, y a su sobrino -el actual canciller palestino Nasser al Qidua- no aclara el misterio de la muerte de Arafat y se limita a decir que se produjo debido a una hemorragia cerebral masiva «de la que los expertos consideran imposible precisar una causa que pueda explicar la combinación de síntomas».
Con esta información disponible, Harel e Isacharoff entrevistaron a varios médicos que afirmaron, en algunas ocasiones contradiciéndose entre sí, que el SIDA, el envenenamiento y una infección masiva de origen desconocido fueron las causas de la muerte de Arafat.
Nada nuevo en el fondo de la cuestión, excepto que ahora estas especulaciones abandonan el reino de las teorías conspirativas para convertirse a ser teorías científicas basadas en la lectura y análisis del informe médico.
De hecho, en el libro, dirigentes palestinos como el ministro Mohammed Dahlán y Yibril Rayub, un hombre de confianza de Arafat, se muestran totalmente convencidos de que Arafat fue envenenado por Israel.
El médico personal de Arafat, el doctor Ashraf al Kurdi, afirma que médicos franceses le dijeron que en la sangre de Arafat apareció el virus del SIDA, aunque Al Kurdi sostiene que al líder palestino se le inoculó el virus para ocultar el veneno. Ante estas acusaciones contra Israel, la oficina de Ariel Sharón afirmó que la insinuación de que Arafat fue envenenado por Israel es «una solemne tontería».