Benedicto XVI con representantes musulmanes:

“Luchar en nombre de Dios debería llenarnos de vergüenza”

El Papa condenó con dureza, el pasado sábado 20 de agosto en Colonia (Alemania), el terrorismo definiéndolo como una "opción perversa y cruel que desdeña la vida y corroe la convivencia civil". También aclaró que luchar en nombre de Dios "debería llenarnos de vergüenza" y pidió a los musulmanes de trabajar juntos para extirpar la intolerancia y la violencia.

Así lo manifestó Benedicto XVI en el encuentro que sostuvo en Colonia, Alemania, con representantes de la comunidad musulmana en este país, a quienes les dijo que quería reunirse con ellos para compartir sus esperanzas y hacerlos partícipes de sus preocupaciones «en estos momentos de la historia particularmente difíciles».
Benedicto XVI recalcó que una de las cosas que más lo preocupan es el terrorismo.
«Los que idean y programan atentados quieren envenenar nuestras relaciones, recurriendo a todos los medios, incluso a la religión, para oponerse a los esfuerzos de convivencia pacífica, leal y serena. El terrorismo, de cualquier origen, es una opción perversa y cruel que desdeña el derecho sacrosanto de la vida y corroe los cimientos de toda convivencia civil», afirmó el Papa.
Benedicto XVI tendió las manos a los musulmanes y les dijo que si cristianos y musulmanes juntos consiguen extirpar de los corazones el rencor, contrastar toda forma de intolerancia y oponerse a las manifestaciones de violencia, se frenará «la oleada de fanatismo cruel, que pone en peligro la vida de tantas personas, obstaculizando la paz en el mundo».
El Pontífice les dijo que está profundamente convencido de que no hay que ceder a las presiones negativas del entorno y hay que reafirmar los valores del respeto recíproco, de la solidaridad y de la paz.
La vida de cada ser humano -afirmó el Papa- es sagrada, «tanto para los cristianos, como para los musulmanes».
El Obispo de Roma agregó que las dos religiones monoteístas tienen un gran campo de acción para unirse en defensa de valores morales fundamentales como la dignidad y la defensa de los derechos de las personas que dicha dignidad conlleva.
«Este es un mensaje hecho con la voz suave pero clara de la conciencia, que se ha de escuchar y que lo oigan, ya que si cesara su eco en los corazones, el mundo estaría expuesto a las tinieblas de una nueva barbarie», aseguró el Papa.