La caída de Julio Nazareno

Implosión en la Corte Suprema de Justicia

La renuncia forzada de Julio César Nazareno, presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y exponente de la mayoría automática menemista, es el comienzo del fin de una etapa de los cortesanos ligados a la nefasta década que gobernaron Carlos Saúl Menem y Fernando de La Rúa.

Por Emilio J. Corbière

Lo que no pudo o no quiso producir Eduardo Duhalde, lo logró el presidente Néstor Kirchner al no aceptar o permitir los habituales chantajes de los cortesanos menemistas, la ‘mayoría automática’ a pesar que falta mucho para su total renovación, significa el final de una de las épocas más oscuras del Poder Judicial argentino.
El filósofo argentino y maestro del derecho Carlos Cossio, demostró en ‘Ideología y Derecho’ y en sus estudios sobre ‘La crítica al saber de los juristas’ que no existe realmente independencia judicial, en tanto y en cuanto los jueces responden a los intereses de la burguesía y la técnica-jurídica es una ficción a favor de los poseedores y en contra de los desposeídos.
De todas maneras, la Corte menemista fue de las más sucias y regresivas de la historia del país. El juez, conservador y positivista, don Antonio Bermejo no lo dejó gobernar a Hipólito Yrigoyen. La Corte que siguió a la caída de Yrigoyen presidida por Rorberto Repetto justificó el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 y eso le costó la cabeza en 1947 cuando Perón impuso previo juicio de los cortesanos una nueva Corte favorable.
Pero tanto Antonio Bermejo, Roberto Repetto y los jueces peronistas fueron juristas con amplios antecedentes técnicos y académicos, lo mismo puede decirse de otras Cortes. Sobre manejos espurios se cuenta la ampliación de los mismos en la época de Arturo Frondizi.
Pero como la calamidad cortesana del menemismo, que impuso con el dedo a sus adictos, nunca hubo en la historia tamaño despropósito, incluso de varios regímenes de los militares.
Es de esperar otras renuncias y cambios y que los delitos eventuales que se le atribuyen a los cortesanos menemistas no queden en el olvido y en una jugosa jubilación.