La Captura del U-505

A los visitantes al renombrado Museo de Ciencias e Industrias de Chicago, Illinois, sorprende ver en uno de los patios del inmenso edificio un submarino alemán, el U-505, de unos 84 metros de largo y 7,5 metros de ancho, apoyado sobre unos soportes adecuados y con el acceso desde el interior del museo. El “Unterseeboot” (submarino) U-505 fue capturado el 4 de junio de 1944 por una fuerza naval norteamericana que llegó al lugar de la captura guiado por la labor de inteligencia y desarrollo técnico y no por la casualidad o el azar que tantas veces jugó en favor de uno u otro bando en la guerra.

Por Egon Strauss

Los barcos americanos llegaron a este lugar cerca de las costas de Africa sabiendo lo que iban a encontrar y con la misión específica de capturar o hundir un submarino alemán. Una vez lograda la captura, el U-505 fue remolcado a las islas Bermudas, a 2.700 kilómetros de distancia. Este hecho de guerra quedó en el más absoluto secreto durante toda la contienda. El estado mayor alemán, o lo que de él había quedado, se enteró del hecho leyendo el diario. Desde su botadura en 1941 hasta el momento de su captura, el U-505 había hundido 8 barcos aliados. La anulación de este submarino, por captura o hundimiento, era una necesidad imperiosa.

Un poco de historia

Para comprender el alcance de semejante tarea y conocer los detalles de esta operación, tal vez tan militar como científica y técnica, debemos remontarnos a 1886, fecha en que un joven ingeniero norteamericano, Hermann Hollerith, nacido en Buffalo, Nueva York, fue comisionado por la Oficina de Censos de los Estados Unidos a desarrollar una máquina capaz de dar mayor exactitud a los censos de población que la Constitución de los Estados Unidos ordena cada 10 años y efectuar esta delicada y compleja tarea a un costo mucho menor que el que había regido hasta entonces. Hermann Hollerith tuvo éxito y el Censo de 1890 se realizó con una exactitud tan alta y un costo tan bajo como nunca antes se había logrado.
La máquina de Hollerith estaba, desde luego, construida con la tecnología de la época, esencialmente mecánica y con un único componente eléctrico: el motor que movía el conjunto. Los engranajes y punzones de perforación de la máquina de Hollerith usaban un dibujo preliminar, nunca llevado a la práctica, de Gottfried Wilhelm von Leibniz, un destacado matemático y científico alemán del siglo 17/18.
Resumiendo, podemos señalar que la máquina de Hollerith era un dispositivo mecánico, apto para fines estadísticos y solo esto, ideado en el siglo 18 y llevado a la práctica en el siglo 19.
Para su época era un logro importante y las máquinas de Hollerith se vendían no solo en los Estados Unidos sino en todos los países industrializados del mundo. En Alemania se fundo una empresa, llamada primero The Computing-Tabulating-Recording Co., o C-T-R, y después International Business Machine (IBM).
Uno de los mayores clientes de la IBM, en la era anterior a la Primera Guerra Mundial, fueron los Ferrocarriles del Estado de Alemania que tal vez, en forma exagerada, atribuían el hecho de nunca llegar tarde, al uso de las máquinas de Hollerith. Luego, Hollerith se retiró de las turbulencias de la vida empresaria y comercial en 1921 y falleció en 1929.
La Gerencia de la IBM fue ejercida desde 1915 por Thomas J. Watson quien era un excelente comerciante.
Con respecto a las máquinas de Hollerith, no solo surgieron empresas competidoras que fabricaban el mismo tipo de máquina, sino también otras que estuvieron mejorando este desarrollo en forma constante y pronto aparecieron maquinas que no solo eran capaces de efectuar tareas de estadística sino también cálculos y funciones matemáticas mucho más elaboradas y complejas.
El golpe de gracia para las maquinas mecánicas vino en 1931 cuando en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets) el investigador norteamericano Vannevar Bush, desarrolló una maquina electrónica de computación, una de las primeras predecesores de las actuales computadoras digitales. A pesar de ser solo analógica, las prestaciones de la máquina del MIT eran tan avanzadas que con ellas se podían descifrar códigos complejos usados por Alemania, Japón, Rusia y cualquier otra nación. Esta máquina analógica fue perfeccionada con la intervención de los Laboratorios BEI, pero, sobre todo, del niño prodigio de la época, Juan von Neuman, un refugiado judío nacido en Hungría, quien colaboró en la introducción del álgebra de Boole, el concepto digital actualmente en vigencia en todas las computadoras del mundo y que él introdujo en 1940. Debemos mencionar también la colaboración recibida en estos desarrollos tendientes al descifrado de los códigos de guerra, de un sector técnico del gobierno polaco en exilio que pudo aportar numerosas ideas valiosas, apoyados por el Filósofo y Matemático polaco, Jan Lucasiewicz (1878-1956).

Cuando Hitler llegó al poder en 1933, la IBM era ya un antiguo y muy apreciado proveedor de empresas alemanas, y Watson trató de que esto siguiera. No le costó mucho trabajo a convencer a las autoridades alemanas para seguir comprando las antiguas y obsoletas máquinas mecánicas de Hollerith debido a que Hitler estaba convencido que la informática empezaba con Leibniz y terminaba con Hollerith, un hijo de inmigrantes alemanes. Desde luego sabemos que las máquinas mecánicas de Hollerith eran solo un escalón en el camino ascendente de la Informática que ya en 1931 se habían encaminado hacia los equipos electrónicos y más adelante también digitales. Curiosamente en el mismo Museo de Ciencias e Industrias de Chicago que alberga el U-505, también encontramos una de las primeras antiguas máquinas de Hollerith del censo de 1890.

Un mal menor

Vender estas máquinas en la década de 1930 era toda una hazaña que impidió que los nazis conocieran otras tecnologías más avanzadas. En cierto modo era el mal menor.
Los resultados están a la vista: la nueva tecnología de la computación fue usada para la captura del U-505 y también en el desarrollo de otras nuevas técnicas como por ejemplo la ciencia nuclear, la bomba atómica, el Radar de microondas y muchos otros adelantos esenciales para la superioridad de las fuerzas aliadas.
Con respecto a la captura del U-505 debemos señalar que, posiblemente, fue el episodio más espectacular de la guerra antisubmarina, pero no fue el primero ni el último y la victoria final en este aspecto permitió en realidad recién el transporte masivo de personal y pertrechos lo que a su vez permitió la victoria final.
El peor enemigo del Tercer Reich fue, como siempre, también la doctrina e ideología nazi.