Ambición nuclear y credibilidad

Las autoridades de Irán acaban de rechazar las propuestas europeas tendientes a suspender el plan nuclear iraní y presentaron en la ONU una contrapropuesta que, básicamente, consiste en la continuación de su programa de enriquecimiento de uranio bajo el estrecho control de los inspectores de la Asociación Internacional de la Energía Atómica de Viena.

Por GEES (Grupo de Estudios Estratégicos)

La propuesta iraní debe ser rechazada por la comunidad internacional que debe prestarse, cuanto antes, a una discusión sobre qué hacer con Irán.
Hay dos problemas esenciales de la actual propuesta iraní: uno técnico -que las medidas de control que propone no garantizan que Teherán no va a estar desarrollando clandestinamente, como hasta ahora, su arma atómica-, y otro político: que llega después de una serie de promesas anteriores siempre rotas unilateralmente por Teherán. Simplemente, Irán no es ya creíble.
El problema de la credibilidad escapa a Teherán y afecta a todos los implicados de una u otra manera. En el caso iraní, es verdad, la falta de credibilidad viene dada por una voluntad de engañar, mientras que para los europeos y americanos, la falta de credibilidad se deriva de otra serie de factores que nada tienen que ver con su buena voluntad o sinceridad. Así, por ejemplo, la postura europea promovida por los tres tenores -Reino Unido, Alemania y Francia- goza de escasa fuerza porque sólo se asienta sobre instrumentos declarativos y diplomáticos. Ni siquiera sobre una voluntad de buscar sanciones sobre Irán.
En el caso norteamericano, la firme retórica de Washington condenando todo avance del programa nuclear iraní también se ve desprovista de fuerza mientras el ejército americano siga empantanado en su guerra contra el terror y en Irak. Demasiados frentes como para abrir uno nuevo. Es más, los enredos en los que está Irán en Irak tiene mucho que ver con mantener distraídos y mermados a los americanos.
La diferencia estriba en que la falta de credibilidad de europeos y americanos tiene que ver con su capacidad de actuar con firmeza, mientras que la falta de credibilidad iraní pone de relieve su firmeza para continuar con su plan. Al final, quienes ganan son los ayatolás.