Durante cuatro décadas Sharón ha sido el principal elemento impulsor de la construcción de asentamientos en tierras reclamadas por los palestinos.
En ese hotel de Roma, dijeron asistentes del político, Sharón se constituyó en el primer líder israelí que fijó un plazo definitivo para el desmantelamiento de algunos de ellos.
Y pese a la vehemente oposición de muchos en su país, que incluyeron acusaciones de que había traicionado a los colonos y maniobras para propiciar su caída, el político continuó con su plan de retirada.
Sin embargo, durante las luchas políticas de los dos últimos años, el cambio de Sharón continuó siendo un enigma habiéndose escuchado una amplia gama de explicaciones desde estratégicas hasta sicológicas.
Lo que siempre se afirma, a pesar de todo, es que el Primer Ministro ha tenido siempre un lado pragmático que le permite ajustar sus opiniones a los cambios políticos.
Algunos especialistas afirman que la actual oleada de violencia en el Medio Oriente podría haber hecho comprender a Sharón que no puede conservar todo el territorio capturado en la guerra de 1967. Y ante esa realidad, devolver Gaza podría ser parte de una estrategia que le permitiría quedarse con toda Jerusalem e importantes asentamientos de la Cisjordania.
Sharón se ha rodeado de asesores moderados que lo han ayudado a preparar el plan de Gaza.
Algunos afirman que también quiere borrar la imagen que tiene de belicista y asegurarse un lugar prominente en la historia de Israel.
Algunos de sus detractores, como el legislador Zvi Hendel, dicen que el plan de desconexión fue un intento cínico para desviar la atención pública de las investigaciones de corrupción a las que ha sido sometido. Los fiscales israelíes, afirma Hendel, se mostrarían renuentes a llevar a juicio a un Primer Ministro que reactivó las esperanzas de paz.