Los judíos de Irak

Una comunidad en extinción

Jeff Kay, enviado de la Agencia Judía a Bagdad encontró en la ciudad 35 judíos, en su mayoría pobres y ancianos. También conoció a Imad Ezra Salaj Levi quien carga con una gran responsabilidad: a los 35 años de edad, sin esposa ni hijos, cumple todas las funciones religiosas de la comunidad judía de Irak: rabino, shojet y gabai de la sinagoga. Después de 2.600 años de existencia continua, Levi constituye el presente de la comunidad con más largo pasado en el mundo judío.

Por Amiram Barkat (Diario Haaretz del 22 de junio)

La comunidad judía de Irak contó en su época de oro, en 1949, con 137 mil miembros. Hoy se reduce a 35 personas, todos salvo tres, mayores de 60. El líder de la comunidad se fue hace un año y medio a Gran Bretaña, y hace tres meses, al estallar la guerra, se fue también el shojet Shaúl Sasón. Antes de irse, Sasón enseñó a Levi cómo faenar corderos y gallinas.
Las funciones que cumple Levi no requieren mucho trabajo: no hay niños en la comunidad y la última boda se celebró en 1978. Todo lo que le queda para hacer es visitar la sinagoga Meir Abraham Tawig, y ser el contacto entre los miembros de la comunidad.
Levi le contó a Jeff Kay, el enviado de la Agencia Judía que se encontró con él, que hasta ahora se abstuvo de faenar animales por temor a que su identidad fuera descubierta. «Levi me dijo que, dado que se considera a sí mismo responsable por los judíos que quedan en la ciudad, teme enormemente por su seguridad,» dijo Kay.
El viaje a Bagdad, realizado conjuntamente con HIAS, la organización judía de asistencia humanitaria, estuvo destinado a reanudar el contacto con la comunidad judía. Llevando consigo objetos rituales, Jef Kay visitó la sinagoga y las casas de los judíos de la ciudad. La realidad que encontró fue dura: los ancianos viven en una terrible pobreza y algunos de ellos necesitan recibir asistencia médica en forma urgente.
La comunidad judía de Irak logró sobrevivir hasta ahora gracias a la protección que recibió por parte de las autoridades y al dinero que recibía del alquiler de algunos edificios que le pertenecen. Este dinero era empleado para contratar vigilantes, comprar alimentos y remedios para los ancianos y para la manutención de la sinagoga, donde todavía se lleva a cabo el servicio religioso los sábados.
Después del colapso del régimen de Saddam Hussein, la comunidad quedó desprotegida. Ante el aumento de la anarquía y las manifestaciones violentas en la capital iraquí, Kay estima que la existencia de una amenaza física contra los judíos de Irak es sólo una cuestión de tiempo. Kay contactó a la comunidad con las fuerzas estadounidenses en la ciudad, pero por el momento los judíos no reciben ningún tipo de protección, salvo la de los guardias que ellos mismos contrataron.
Kay supo que en las búsquedas que llevaron a cabo los soldados norteamericanos en los sótanos del cuartel de la Inteligencia iraquí se encontró el archivo de la comunidad judía, que fue confiscado por las autoridades en los años ´70. El sótano se inundó y los documentos fueron reunidos por los norteamericanos e ingresados en el frigorífico. Según dijo la responsable de este material en nombre de los Estados Unidos, le planteó la posibilidad de entregar el archivo, que cuenta con documentos del siglo XVI en adelante, a Israel.