La moral de Marcos Aguinis:

Un escritor en malas compañías

Otro texto que levanta el derecho a réplica por la nota de Marcos Aguinis, aparecida en el diario ‘La Nación’. En este caso de Memoria Activa.

Por Memoria Activa

En uno de los más extensos artículos que se hayan escrito en los once años transcurridos desde el atentado contra la AMIA, el escritor Marcos Aguinis salió a defender desesperadamente al juez Juan José Galeano. Su argumento es sencillo: el magistrado transpiró la camiseta, se esforzó, corrió riesgos, hizo lo que pudo y ahora está a punto de sufrir una injusta destitución.

¿Ni una palabra de que el juez Galeano tomó 400.000 dólares del Estado y se los pagó a un imputado para que realice una declaración viciada?

¿Ni una palabra de que ocultó todo eso en el expediente, lo hizo en forma clandestina y lo negó una y otra vez ante la justicia hasta que los propios protagonistas, los agentes de la SIDE que hicieron el pago, lo terminaron reconociendo?

¿Ni una palabra del video en el que Galeano aparece diciéndole a Telleldín que sus cómplices debían marcar la foto del que se parece a Diego de la Vega, el personaje de El Zorro, preparando así un reconocimiento falso que llevaría a personas a la cárcel?

¿Ni una palabra de la admisión que hizo el propio Galeano que ordenó quemar otros videos que serían pruebas de la causa?

¿Ni una palabra de que apretaba a testigos amenazándolos con imputarles delitos si no declaraban lo que él quería?

¿Nada de esto impacta en la moral del señor Aguinis ni lo aparta un milímetro de su tradicional respaldo a los dirigentes de la comunidad judía que cerraron los ojos, o los tenían bien abiertos, ante la monstruosa forma en que se hizo la investigación?

No, ni una palabra. Sólo referencias a la transpiración en la camiseta, al esfuerzo de Galeano. Claro que según ha dicho la Comisión de Acusación, por 7 a 0, y el plenario del Consejo de la Magistratura, por 16 a 1, traspiró la camiseta jugando para el bando de la inmoralidad, la maniobra, la estafa procesal.
¿Puede ser que la moral del señor Aguinis dé para defender estas actitudes de Galeano como dio en su momento para una defensa irrestricta de Rubén Beraja, preso y acusado por ahorristas y el Estado argentino debido a que usó centenares de millones de dólares para dar préstamos cuestionados y hacer compras fraudulentas a empresas de sus amigos, evaporando –así- los fondos con los que iban a cobrar los perjudicados y el Estado?
El señor Aguinis desliza el argumento que Memoria Activa viene planteando desde hace años. En Madrid, Nueva York o Londres ni se conoce el nombre del juez que investiga Atocha, el 11 de septiembre o el 7 de julio: los que investigan son las fuerzas de seguridad y de inteligencia. Son ellos, organismos del Poder Ejecutivo, los encargados de encontrar a los culpables. Siempre vimos las cosas de esa manera y por ello acusamos al gobierno de Carlos Menem y al Estado argentino de privación de justicia, de no tener la menor voluntad política para investigar, seguramente porque se tapaban negocios y promesas pre electorales.
A diferencia de Aguinis, hace años que venimos reclamando que los Menem, Corach, Anzorreguy, Ruckauf, Palacios y compañía sean juzgados por su papel en la falta de investigación del caso AMIA.
¿Pero sabe, señor Aguinis, qué ocurrió?: que Galeano, siguiendo el camino trazado por esos personajes, o sea el poder político, colaboró en armar una pista falsa, pruebas falsas, para entregarle culpables truchos a la sociedad, al país y al mundo.
El Tribunal Oral Federal número 3, convalidado por el observador de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, lo dijo así: se armó una investigación falsa “al servicio de políticos inescrupulosos”.
Está en mala compañía señor Aguinis. Ha quedado usted del lado de Menem, Corach, Anzorreguy y los dirigentes de la DAIA y la AMIA que -según la opinión mayoritaria de la comunidad judía- quedaron pegados durante años a la Casa Rosada. Son ellos los que defienden a Galeano porque todos estuvieron en el mismo barco de la impunidad.