Tenemos un país con sobradas causas para usar estos mecanismos que prevé nuestra Constitución, raramente empleados aunque sobrados motivos hubo para ponerlos en marcha.
Es muy fácil, para caer siempre parado, decir “no conozco la causa” con lo que se protege de una error mayor si dentro de un tiempo los traficantes de influencias que intentan defender a Galeano fallan y la sociedad se entera de las barbaridades que figuran en el expediente.
Pero al mismo tiempo, y sin conocer la causa como sostiene Aguinis, entra en ella y toma del asunto apenas unas pocas cosas, elementos arbitrariamente elegidos y usados por los amigos de Galeano una y otra vez para tapar el 95% restante de acciones absolutamente dirigidas a destruir la investigación real, comprar voluntades, amenazar testigos, perder pruebas, plantar otras, etc.
Personalmente le entregué a Aguinis, información suficiente que podría haberle evitado la publicación de esa nota que parece ser parte de las últimas armas con que cuentan los amigos de Galeano para defender lo indefendible: apelar al prestigio de un escritor que no leyó la causa y, gracias a esa supuesta ignorancia, se atreve a defender a un corrupto juez del menemismo que hizo todo lo que su imaginación le permitió para tirar la pelota afuera de la cancha.
No hizo Aguinis lo que como escritor debiera hacer mejor: leer la información disponible.
Y utiliza lo que él cree saber hacer, escribir para apoyar a un juez de la servilleta, del mantel y de la sabana.
Si hubiese leído, se hubiese enterado que no citó a declarar a más de 250 testigos heridos en el atentado.
Si hubiese leído -o tan siquiera mirado televisión ya que no quiere leer- hubiese visto el video donde el juez demonizado negociaba una declaración consensuada con el principal imputado en la causa a cambio de 400.000 dólares, mientras le pasaba un papelito con los nombres de las personas a quienes debía imputar y a quienes debía exonerar.
Si hubiese leído, se hubiera enterado que no existe un solo pedido, una sola mención, ni un solo trámite destinado a que se le den más hombres, que no tenía apoyo de las fuerzas de seguridad o ninguna de las cosas que ahora alega Aguinis para mostrarlo como un juez débil.
No hubo en nuestra historia reciente un juez más poderoso que Galeano.
Si hubiese leído, o pedido que le lean, se hubiese enterado que a diferencia de otros países, las investigaciones están a cargo de los jueces en nuestro país, y si bien es distinto el sistema a otros lugares que menciona, se hubiese enterado que ese sistema es eficaz y que en Francia hay un juez que combate el terrorismo y dirige personalmente a la policía que trabaja para él.
Igual al sistema desaprovechado por Galeano.
Si hubiese leído el ‘Informe Zaffaroni’ se hubiese enterado que era un informe ‘light’ de contenido político y usado para tratar la imagen que se desmoronaba de Galeano y de Beraja realizado por gente que, como él, no leyó tampoco la causa en su totalidad y usó algunos pedacitos rearmados.
En fin, le recomiendo a Aguinis leer más, parar la oreja, escuchar otras campanas, y recién luego reintentar un enfoque más real y útil de este caso que se llevó la vida de 85 personas, arrasó con nuestra justicia y con nuestra vieja costumbre de leer.