Medio Oriente:

Ariel Sharón divide Jerusalem

Para el editorialista del cotidiano israelí ‘Haaretz’, la decisión votada el 10 de este mes por el gobierno de Israel -de agilizar la construcción del "muro de seguridad" en torno de Jerusalem- descubre una vez más la intención de utilizar la "valla-cerca-muro de defensa" para fines que no tienen nada que ver con la seguridad de los ciudadanos israelíes.

Por Moshé Hacohen (Desde Israel)

En su comunicado a la Corte Suprema, la misma Fiscalía Nacional no ocultó que fines políticos -y no sólo relativos a la seguridad- son los que han guiado al gobierno. De los 130 km. de valla-muro en la zona de Jerusalem, 102 km. penetran en los territorios ocupados y llegan a una profundidad de 10 km. Sólo 4 km. serán construidos sobre el trazado de los límites municipales determinados por la ley de anexión de Jerusalem.
12 km ponen «extra muros», o sea, fuera de los límites de la ciudad barrios en los que habitan 55.000 palestinos que poseen cédula de identidad israelíes.
La experiencia de los últimos 38 años -prosigue ‘Haaretz’ del 13 de julio- debía haber enseñado a los arquitectos de la política israelí que todo intento de separar Jerusalem oriental de los territorios ocupados por medio de límites municipales, barreras, ordenanzas administrativas o muros de cemento armado, están condenados al fracaso.
Ahora el gobierno proyecta aislar a los barrios árabes en el corazón de Jerusalem, además de haber ya cortado toda comunicación directa entre los 190.000 habitantes de Jerusalem oriental de sus hermanos de Ramallah y Belén.
Existen dudas acerca de la aceptación por parte de la Corte Suprema de este proyecto, aunque la Municipalidad de la Capital y los distintos ministerios implicados en el proyecto cumplan con los plazos y las metas destinadas a minimizar los daños en los modos de vida de los citadinos árabes de la ciudad. Las decisiones anteriores de la Corte Suprema de corregir el trazado del muro-valla y de detener las obras en las zonas en discusión deberían haber sido tomadas en cuenta por el gobierno. Este gobierno hace, también, caso omiso a la oposición de la administración de Bush a toda anexión unilateral de terrenos al predio municipal de la capital (como en el caso de la ciudad-colonia de Maalé Adumim).
El editorialista citado encuentra cierto consuelo -e incluso aliento- en el hecho que sea un gobierno liderado por el Likud el que modifique -en ambas direcciones- el trazado de los límites de la ciudad, y carcoma otro tanto del tabú de «la indivisibilidad de Jerusalem, unida por la eternidad».
Fue el ex Primer Ministro laborista Ehud Barak quien puso el tema de los límites de Jerusalem en el tapete de la discusión política. Ariel Sharón es el primer político israelí que nos demuestra, con un decreto oficial de su gabinete, que los límites de la capital de Israel, trazados con premura y arbitrariamente en 1967, no son sagrados.