El Gobierno israelí decretó el cierre de las colonias después de varios días de enfrentamientos entre colonos radicales -«delincuentes», según las autoridades israelíes- y soldados, que han elevado la tensión en Israel a un mes y medio para la evacuación de los asentamientos. La decisión de prohibir la entrada de los israelíes no residentes -la primera de este tipo desde la ocupación de Gaza en 1967- llegó varias semanas antes de lo previsto por el Ejército, que planeaba tomar esta decisión en una fecha más cercana al 15 de agosto para evitar un gran despliegue de tropas y que en el resto del país aumentara aún más la ansiedad por la evacuación.
La reapertura tiene algunas restricciones: estará prohibido introducir en los asentamientos material de construcción, electrodomésticos o cualquier tipo de bien que pueda ser utilizado para facilitar un atrincheramiento. El Ejército también prevé prohibir la entrada de militantes de extrema derecha.
Algunas voces de la izquierda israelí se lamentaron de que los radicales tengan nuevamente vía libre para congregarse en Gush Katif.
A pesar de que en todo el país, y especialmente en Jerusalem, el naranja -el color de los opositores a la evacuación- inundó las calles, los enfrentamientos, las pavorosas imágenes de un grupo de colonos intentando linchar a un palestino y el hartazgo por las acciones de boicot de los colonos y sus piquetes, produjo que hayan aumentado los partidarios de abandonar Gaza. La última encuesta afirma que un 62% la apoya frente al 53% de hace unas semanas atrás.
