Al ver a Ahmadinayad en televisión, durante las recientes elecciones celebradas en Irán, Chuck Scott, David Roeder, William Daugherty y Don Sharer lo reconocieron como uno de sus posibles captores. Un quinto ex rehén, Kevin Hermening, añadió que a él le había pasado lo mismo al ver las fotografías en los medios.
«Es imposible olvidar a un tipo como ese», explicó Doherty, que trabajaba para la CIA en Irán cuando fue secuestrado. «Por la forma en que actuaba y daba órdenes, y por ser más mayor, estaba claro que probablemente era uno de los jefes» de los estudiantes islámicos que asaltaron la legación diplomática el 4 de noviembre de 1979.
El largo secuestro de los 52 rehenes fue una represalia hacia los Estados Unidos que se había negado a entregarles al sha Mohamed Reza Palhevi, refugiado en este país luego de su derrocamiento por la revolución islámica.
Aunque oficialmente aún no hubo reacción iraní, varios protagonistas del asalto, como el reformista Bijan Adibi, recientemente liberado de prisión, negaron que el Presidente electo estuviera entre ellos. Más aún, su amigo Mohamed Alí Sayed Nejad afirmó que «era uno de los que se oponían al asalto de la embajada». Ahmadinayad era entonces miembro de la Oficina para Reforzar la Unidad, la organización de estudiantes islámicos que organizó la toma de los rehenes.