Publicado en ‘La Vanguardia’ -24 de junio de 2005-:

Una opción o una huida

El jefe de las fuerzas armadas saliente, el general Yaalon, concedió al diario israelí ‘Haaretz’ una entrevista repleta de malos augurios previendo un resurgir de la Intifada en la zona de Judea y Samaria tras la desconexión de la Franja de Gaza. De sus duras palabras surge la cuestión de si el brote de violencia que él prevé es consecuencia de limitar la desconexión a una sola área (como consideran los del bloque pacifista) o se debe a la desconexión en sí misma (como amenaza el sector religioso nacionalista). Y ahí radica la gran diferencia.

Por Abraham B. Yehoshua

En ambos lados perciben que la Intifada puede resurgir, pero mientras que en el sector pacifista piensan que sólo se puede evitar continuando con el proceso de paz, ya sea siguiendo con el plan de desconexión unilateral en otras zonas, ya sea recuperando el plan de la hoja de ruta destinado a crear finalmente un Estado palestino junto al israelí; en cambio, la derecha religiosa vaticina una oleada de violencia palestina por mostrarse Israel débil en un acto más bien de retirada-huida de la franja de Gaza. En su opinión, esa debilidad israelí animará a los palestinos a reanudar e incrementar la violencia. El propio general Yaalon ha recalcado la gran importancia del modo en que los palestinos pueden interpretar esta retirada unilateral israelí: como una opción tomada libremente para ajustar las fronteras y evitar enfrentamientos, o como una huida ante la imposibilidad de Israel de superar sus problemas de seguridad y control en Gaza.
En primer lugar, quisiera decir que a estas alturas la vida me ha enseñado a desconfiar de los militares. Que manejen fuentes secretas con información sobre el enemigo no hace que sean siempre creíbles y objetivos en sus valoraciones. Recuerdo las funestas previsiones de los generales norteamericanos ante la retirada unilateral de Vietnam. En teoría, el famoso dominó que auguraba la caída de todo el Sudeste Asiático en manos de los comunistas debido a la salida de Vietnam no sólo no se cumplió sino que ocurrió lo contrario: el fortalecimiento de la posición de Estados Unidos en el mundo y el debilitamiento del comunismo no solamente en el Sudeste asiático, sino en el planeta entero.
Los mismos generales Yaalon, Mofaz y el resto de los miembros de la cúpula militar ya vaticinaron lo peor tras la retirada unilateral del Líbano, y resulta que ya han pasado cinco años y no ha ocurrido nada. Si cuando estábamos en el sur del Líbano enterrábamos a unos treinta soldados al año, ahora, después de la retirada, sólo han muerto seis soldados e impera la tranquilidad en la zona. A los militares no les gustan las retiradas, ya que suponen interrumpir su tarea aunque esa tarea conlleve muerte y destrucción para las partes implicadas.
Desde que hace más de ciento veinte años se inició el conflicto árabe-israelí, los árabes tienen la sensación de que están perdiendo terreno ante los judíos. De un pequeño asentamiento de 50.000 judíos a finales de la Primera Guerra Mundial se ha pasado a principios del siglo XXI a un Estado de casi seis millones, con un ejército fuerte y armamento nuclear, con una economía desarrollada e impresionantes logros científicos. En cambio, los palestinos no hacen más que perder territorio y siguen siendo el único pueblo en el mundo sin soberanía política en su patria. Y por ello, cualquier victoria militar o política, por pequeña que sea, que les devuelva un territorio que se les arrebató no hará, en mi opinión, que ellos reanuden la violencia sino más bien lo contrario: sembrará en ellos la esperanza de lograr un acuerdo de pacificación con Israel.
Así ocurrió en el Líbano y así ocurrió en la guerra de Yom Kipur, en octubre de 1973, cuando el ejército de Egipto logró pillar por sorpresa a Israel, cruzar el canal de Suez y quedarse en una estrecha franja en la ribera oriental hasta el final de la guerra. Y pese a que Israel ganó finalmente la guerra y el ejército israelí atravesó el canal y llegó a estar a cien kilómetros de El Cairo, para los egipcios la guerra de Yom Kipur sigue siendo una victoria debido a ese pequeño logro, y precisamente esa sensación de satisfacción fruto de ese triunfo hizo que en los años 70 fuesen aceptando la existencia de Israel y se firmase en 1979 el acuerdo de paz entre Israel y Egipto.
Por tanto, si Israel quiere presentar esa retirada unilateral de la franja de Gaza sólo como una opción tomada libremente sin ninguna consideración de huida, se equivoca y ello no le supondrá beneficio alguno a largo plazo. Y es que realmente sí que se trata de una huida, como argumentan los colonos, sobre todo para el primer ministro Sharon, que en todo momento defendió que la zona de Katif estaría siempre bajo soberanía israelí. Sin embargo, esa huida, o esa retirada unilateral, o en mi opinión esa rectificación del error histórico que supuso la injusta creación hace ya veinticinco años de absurdos asentamientos de colonos judíos junto a campos de refugiados, sin duda puede ser considerada una pequeña victoria de los palestinos, de su tesón por luchar contra esos asentamientos. Y esa pequeña victoria no sólo es importante para elevar la autoestima de los palestinos sino que creo que a largo plazo beneficiará a Israel. Pues si los palestinos sienten que han podido con sus propias fuerzas hacer que Israel se retirase de su territorio, también sentirán que pueden sentarse a una mesa de negociación de igual a igual o, al menos, podrán disfrutar de esa pequeña victoria convirtiendo la franja de Gaza en un lugar más seguro y con una economía mejor.
Tal vez me equivoque haciendo estas previsiones, pero presiento que, tras la evacuación de los asentamientos y la retirada del ejército, los palestinos de Gaza no seguirán lanzando al territorio israelí bombas de mortero y cohetes Kasam. Y no sólo porque su sensación de victoria hará que estén más satisfechos y tranquilos, no sólo porque los asentamientos israelíes eran una dolorosa herida para ellos (y por tanto su desaparición supondrá un auténtico alivio y hará que renuncien o al menos lleven la lucha por el retorno de los refugiados a un plano simbólico y no real), sino sobre todo por una razón muy importante y que espero que sea la que dicte a partir de ahora la conducta de Israel: tras la retirada, los palestinos de la franja de Gaza ya no estarán frente a un ejército de ocupación que busca casa por casa a un terrorista o intenta evitar que lancen bombas de mortero hacia Israel, sino ante un ejército que se enfrenta a una entidad aparte y responsable de todo lo que ocurre dentro de ella.
Por tanto, la reacción israelí ante el lanzamiento de cohetes Kasam contra población civil no consistirá en buscar al tipo que en concreto los ha lanzado sino que será una reacción potente contra la población y sus representantes, responsables de no luchar contra el terrorismo. La Autoridad Palestina e incluso Hamas serán considerados por Israel como el gobierno legítimo en la franja de Gaza y, si prosigue la violencia tras la retirada israelí, el ejército de Israel dejará de ser un ejército de ocupación para convertirse en un verdadero ejército combativo en toda regla. Y precisamente como la reacción israelí tras la desconexión de la franja será más fuerte y dolorosa si los palestinos de Gaza continúan atacando el territorio israelí, yo confío y estoy seguro de que en la franja reinará la tranquilidad y, si a la calma se suma el inicio de un proceso de desarrollo económico con la ayuda de los países ricos, el lugar servirá de modelo para establecer un acuerdo parecido con Cisjordania, donde se podrá llevar a cabo un proceso similar de desconexión parcial, gradual y unilateral, lo que por su propia naturaleza derivará en un debate más detallado en torno a un alto el fuego y el principio de unos acuerdos de paz.
Así que se puede afirmar que reconocer que en esta desconexión de Gaza se esconde una retirada, una huida o una derrota de Israel será precisamente algo positivo para avanzar hacia la paz. El honor recuperado de los palestinos de Gaza será como el honor que recuperaron los egipcios cuando cruzaron el canal de Suez en octubre de 1973. Los israelíes ya han obtenido importantes glorias militares, no necesitan más reconocimiento de su poder militar sino que se les reconozca como socios legítimos y estables en Oriente Medio.

Abraham B. Yehoshua es escritor israelí e inspirador del movimiento ‘Paz Ahora’.