Los valores religiosos no son superiores

El estudioso del Talmud, Avraham Yeshayahu Karelitz, conocido como el Hazon Ish (visionario), comparó el mundo espiritual del sionismo secular a una carreta vacía que debe dejar paso a la carreta llena de literatura judía. Desde entonces, este concepto ha atravesado varios estadios hasta que fuera abrazado por los colonos líderes que ahora presumen de hablar en nombre de un elevado conjunto de valores. Ellos claman por que estos valores derroten el punto de vista y el estilo de vida del público que apoya la desconexión de los territorios.

Por Uzi Benziman

El sionismo religioso, que en los días tempranos del estado se ajustó a la percepción de estadidad de David Ben Gurión, se ha desviado de su camino y adoptó el marco de referencia del público religioso. Está exigiendo, en nombre de la moral y la superioridad halájica, un monopolio sobre la justicia, la razón y la conceptualización del futuro, y desprecia a aquellos que disienten.
Es irónico que, mientras el principal interés de Hazon Ish, hace 55 años, era asegurar la autonomía de la comunidad ultra-ortodoxa, el liderazgo de los colonos esté ahora aferrándose a sus argumentos y empleándolos en los asuntos de todo el Estado.
En nombre de la carreta llena, los portavoces de los colonos claman que ellos se están conduciendo en un estilo de vida ejemplar, mientras sus rivales ideológicos educan a sus hijos para vivir una vida de libertinaje.
Los hijos de los kibbutzim y Tel Aviv Norte son evasores, fiesteros y drogadictos, mientras los hijos de Ofra y Beit El son voluntarios, morales, dispuestos a arriesgar sus vidas y patriotas perfectos. El auto indulgente israelí secular, su complaciente modo de vida, lo lleva a violar y asesinar mientras la vida -según la halajá- lo lleva al servicio a la comunidad y a la elección de las unidades de las Fuerzas de Defensa de Israel.
La asunción básica del interlocutor del colono es infundada. ¿Ahora que la visión sionista se ha realizado, y el Estado de Israel se ha establecido y se está desarrollando, aferrarse a Cisjordania y la Franja de Gaza es más importante que la santidad de la vida? ¿Hay una ventaja moral para aquellos que idolatran la tierra por encima del hombre? ¿Está fuera de toda duda que la doctrina educativa de obedecer los órdenes (en este caso, de rabinos)? ¿Es preferible a la visión que instila escepticismo, curiosidad y la búsqueda de la verdad? ¿Es evidente para uno que un estrecho acercamiento nacionalista es más deseable que una visión universal, humana, que considera también los puntos de vista de otros? Uno también puede ponderar: ¿El mensaje del Judaísmo a la humanidad no dejó un lugar pequeño para la contribución moral y espiritual de otras religiones y culturas?
La exclusividad que los portavoces de los colonos claman en el reino de la moralidad y la justicia no resiste la prueba de la realidad. Ha habido incidentes de violencia y anarquía entre los colonos no menor en alcance y severidad que dentro de la Línea Verde. Sus líderes han sido socios en las manipulaciones financieras y trampas procesales, que no están más limpios que esos que prevalecen en el Comité Central del Likud. Ellos son responsables de grado considerable por la conducta brutal de colonos radicales que abusan de la población palestina al estilo del ‘Salvaje Oeste’. Ellos desafían la autoridad del Estado y están avivando a generaciones de quebrantadores de la ley a hacer lo mismo. Ellos exaltan el servicio en el IDF (Ejército de Defensa de Israel), pero también predican para confrontar con él en el momento de la evacuación. Ellos ven la delincuencia juvenil como resultado de un estilo de vida auto indulgente, mientras ignoran el hecho que deriva principalmente de la angustia económica y la crisis social y psicológica de una comunidad de inmigrantes. Ellos desacreditan la violencia desenfrenada en la sociedad israelí, y no se preguntan hasta qué punto no está inspirada por la conducta lasciva de sus propios hijos en los territorios.
Hay mucha bilis y audacia en su argumento de que el mundo moral y espiritual de David Grossman y Dalia Rabikovitch es algo más estrecho que el de los rabinos Avraham Shapira y Zalman Melamed.
Preferir la halajá (en una cierta interpretación) por encima de un secular, sionista y humano mundo de valores no indica necesariamente superioridad moral. La percepción de que el Estado progresaría a través del desarrollo de sus recursos científicos y espirituales no es necesariamente inferior al enfoque que ve al estar-todos y en extremo-todos expandiendo su territorio, mientras subyugan la población palestina que vive en él.