Desde luego, no es casual el momento elegido. Los baasistas sirios, a diferencia de sus colegas iraquíes, viven en la realidad. Son plenamente conscientes de que la ocupación de El Líbano, su vínculo de colaboración con Irán, la instrumentalización de Hezbollá para desgastar a los israelíes en acciones directas o para formar a los grupos palestinos violentos, las facilidades concedidas a terroristas para establecer campos de entrenamiento, su política de apoyo a “la insurgencia” en Irak para desestabilizar el proceso de reconstrucción en marcha, son razones más que suficientes para considerar un cambio de régimen en Damasco. Por esta razón, tuvieron el buen sentido de tratar de liberar presión retirándose de El Líbano. Una retirada parcial, puesto que su red de inteligencia y su vínculo con determinados grupos políticos y terroristas sigue en pie.
Un paso como ése es una muestra de debilidad, que puede animar a los enemigos -Estados Unidos o Israel- a aumentar su presión. De ahí que Siria haga una pequeña, e incluso ridícula, manifestación de fuerza. El mensaje que se quiere enviar es que la pérdida de El Líbano no quiere decir que estén dispuestos a nuevas concesiones y que se mantendrán firmes en el resto de los temas conflictivos.
El proceso de paz israelí-palestino colocará a los baasistas sirios en primer plano. Es muy probable que con la retirada israelí de Gaza; el incremento del poder político de Hamas y la incorporación de terroristas a las fuerzas de seguridad palestinas, como forma de anularlos ante la incapacidad de Abú Mazen para perseguirlos y derrotarlos, nos encontremos con dos circunstancias poco alentadoras. En primer lugar, el rearme palestino permitirá que determinado armamento, particularmente útil para la guerra de baja intensidad, pase a los terroristas. En segundo lugar, el aumento de las acciones violentas ante una menor persecución.
Ante el incremento del terrorismo, los israelíes volverán a entrar en Gaza, si bien de forma esporádica, y el proceso de paz se resentirá. En ese previsible escenario de tensión la colaboración siria con los terroristas se convertirá en una provocación, que puede llevar a las fuerzas israelíes a realizar operaciones de castigo en territorio sirio sobre campamentos de entrenamiento de los palestinos o sobre centros significativos de la inteligencia, o de las fuerzas armadas nacionales. Siria es consciente y trata de disuadir al Estado judío mediante la exhibición de sus capacidades.
La coincidencia en el tiempo de un incremento de la violencia en Palestina, una crisis del proceso diplomático para poner fin al programa nuclear iraní y posibles descubrimientos de colaboración siria con los violentos en Irak, colocarían al régimen de Damasco en una situación diplomática muy difícil.
Lo saben y tratan de prepararse para sobrevivir.