El ambiente hostil que Sharón encontró en la Kneset (al menos pudo salvar la cara puesto que la votación se saldó a su favor por 57 votos contra 42) no provino tan sólo de la izquierda sino también de varios de los aliados de su gobierno, instalados en la extrema derecha, que arremetieron con dureza contra el primer ministro por “traicionar al pueblo de Israel”.
Ariel Sharón no se refirió con nombre y apellido al alto el fuego que se cuece en Gaza entre dirigentes de Hamás, el Yihad Islámico, Abu Mazen y los emisarios egipcios de Hosni Mubarak. Sí lo hizo, sin embargo, su ministro de Asuntos Exteriores, Silván Shalom. Nada nuevo bajo el sol: Israel no aceptará una tregua parcial ni temporal, lo único que exige es una lucha decidida de los servicios de Seguridad palestinos contra la infraestructura de las organizaciones terroristas.
La pelota, por el momento, parece en el campo de las 13 facciones palestinas que en su momento hicieron frente común en la Intifada de Al Aqsa y que, ahora, deben dar una respuesta a El Cairo sobre la posibilidad de decretar un alto el fuego de 6 meses.
Entre otras cosas, exigen que Israel se comprometa por escrito ante Estados Unidos a poner punto y aparte a los “ataques selectivos”.
Muchos de los dirigentes de Hamás y del Yihad Islámico no creen aún llegado el momento de promover un Alto el Fuego, como les dijeron a los enviados egipcios en casa del jeque Ahmed Yasín.
La respuesta, no obstante, está en estudio. Habrá pues que esperar, aunque el tiempo y la vida de muchos se agoten más rápido que las decisiones políticas.