Opinión

Mentiras verdaderas. ¿O no?

El Hamas es la expesión más clara de lo que está en Medio Oriente para no cambiar nunca. Ahmed Shukeiry, secretario de la Liga Arabe hace 40 años atrás, después de un acuerdo con el naciente Estado de Israel por parte de Egipto y Jordania, se despachaba con un “vamos a enviar a los judíos de vuelta por donde vinieron”. Cuando periodistas de la televisión francesa le preguntaron cómo pensaba hacerlo, el hombre se llevó la mano cerrada con un par de dedos extendidos a la garganta, para explicar que lo suyo era el deguello... Cuando Rantisi se salva por un pelito, con toda la bronca, promete la lucha armada hasta que no quede ni un judío en Palestina. Si no me voy a olvidar de Rantisi nunca más en la vida, es porque , en la misma línea, hay quienes no se olvidan de las amenazas de Shukeiry, 40 años atrás. La pequeña diferencia: treinta y seis años de ocupación de territorios administrados, ocupados o en disputa, en la Ribera Occidental y la Franja de Gaza: una ocupación que ha envilecido al Estado de Israel, llevándolo al extremo de la última moda de "ataques selectivos", que de selectivos lo único que tienen es elegir a qué auto le metemos cinco o seis misiles desde un helicóptero Apache, sin seleccionar si matamos a la tía, al sobrino o a la madre del fulano seleccionado.

Por Mario Faust (Desde Israel)

Una nueva Esparta

La ocupación nos lleva al envilecimiento: corroe la democracia israelí al punto de convertirla en una nueva Esparta y la nueva ideología espartana justifica, de nuestro lado, la matanza indiscriminada de los que pasaban por ahí, en la vereda y que venían de algún entierro de otro selectivamente asesinado: total los americanos nos han enseñado una linda palabra: «daños colaterales».
Para insistir sobre este punto, podríamos mencionar que las piedras que los adolescentes palestinos le tiran a nuestros jeeps blindados, no son guijarros: esos pedregones, muchas veces acompañados de bombas incendiarias caseras, arrancan la solidaridad de todo progresista que en nombre de la Humanidad, apoya la causa de un pueblo oprimido, contra la ocupación israelí.
Entonces, cuando un soldado francotirador israelí (digamos, de 23 años), cincuenta metros más atrás del jeep, tiene en la mira a un pibe que esta por tirar con algo peligroso, sabe cuál es su trabajo.

Espiral de violencia

Después de Akaba, el Hamas despachó a sus militantes (que aquí, en Israel, son «terroristas») a matar y morir en el cruce donde chequean a los miles de palestinos que por primera vez, en meses, pasan a Israel a trabajar. En Hebrón, muere otro soldado. Represalia: helicopteros contra Rantisi. Venganza: bomba en Jerusalem (espantosa, el palestino llega vestido de negro religioso, en la parada de colectivo no lo chequean, lo dejan subir: mata unas 18 personas, hiere unos 50 o 100). Represalia: más helicópteros en Gaza, contra más dirigentes del Hamas.
En el Medio Oriente no cabe otra cosa que subir la apuesta: lo único que no hemos visto esta semana son F-16 tirando bombas en Gaza, sólo eso faltaba…
La declaración de guerra de ambos lados se acompaña de negociaciones de una tregua de 6 meses. Para Israel es un mal chiste. Los quiere presos y desarmados y no reagrupándose y preparándose para la tercera Intifada.
Mientras tanto, a mediano plazo, todo seguirá igual. Alguien creyó que después de Irak todo iba a cambiar y se llenan la boca con analisis geopolíticos explicando que el mapa del Medio Oriente ha cambiado.
Pero Sharón en Aqaba no les dio nada: se encargó de explicarlo a sus amigos y colegas de la derecha mientras juega a sacar «caravans» de colinas deshabitadas en la Cisjordania, mientras promete salir de Betlehem, al lado de Guiló, al sur de Jerusalem.
El Hamas pide el fin de la ocupación de los territorios, cosa que no les daremos. Y entre amigos, promete luchar por Alá hasta que no quede ninguno.

Todo mal con los dirigentes

Algo cambió en el Medio Oriente en los ultimos diez años o más: nos guste o no, el Hamas nació en el ´88, con Komeini en Irán y el Hezbollah en El Líbano. Su discurso es religioso, islámico, y sus dirigentes, políticos de medio tiempo, y mitad militantes del brazo armado, para Israel, son sólo terroristas.
Mientras tanto, tenemos más de 200.000 colonos fanáticos, amantes de la Tierra Sagrada, de cada piedra a la que han venido para no irse.
No les daremos nada que calme su ira; ellos no nos regalarán nunca una paz de hermanos.
Así que estamos jodidos. Por más que Bush haga de cowboy y venga a arriar el ganado israelí-palestino.
Son tiempos de desesperanza. Antes hubo un Rabin, hubo un Oslo: creímos que todo estaría bien. Hasta parecía que la izquierda entendió que sólo la derecha puede hacer la paz. Pero en esta semana trágica, en que le dimos a Rantisi y amenazamos de muerte al lider espiritual del Hamas (un cuadripléjico al que hay que subtitular porque nadie entiende su voz gangosa y enferma), en que Arafat sigue temblando cuando habla distraído y no se esfuerza por controlar su mal de Parkinson, y Sharón dice que Abu Mazen es un gallito sin plumas, vamos mal.
Pareciera que en Israel tenemos derecho a estar convencidos que esto no se arregla ni con Poxipol, ni con fuerzas de la ONU, ni con el cowboy.
Y esto lo digo, porque los periodistas y los políticos no pueden decirlo: la población israelí responde encuestas «objetivas» sobre el “Mapa de Rutas” y se publica algo que se viste de «humor» actualizado en la población. Pero les aseguro que cada vez se puede hablar menos entre amigos, ¿para que nos vamos a amargar la noche si todos sabemos que esto no se arregla, que nada va a cambiar para mejor?
Son tiempos de desesperanza, no le hagan caso a los titulares de los diarios: aunque Collin Powell hable de la ocupación (y Sharón también), y Bush se llene la boca con “dos pueblos viviendo en paz uno al lado del otro”. Aqui nadie les cree ni una palabra.