Está ubicado precisamente sobre la llamada Línea Verde, aquélla que ofició de límite desde el ´48 hasta la Guerra de los Seis Días. Desde su terraza puede apreciarse una vista completa de la ciudad de Jerusalem, e imaginar aquellos tiempos previos a 1967, en que la parte oriental y la occidental constituían las orillas de esa herida.
El recorrido por el museo comienza por mostrarnos el conflicto árabe-israelí en sus dimensiones política, religiosa, económica y bélica, e introduce -también- otras luchas y enfrentamientos mundiales.
Sin embargo, al avanzar por sus pasillos y escaleras, trascienden estas relaciones particulares que permiten reflexionar acerca de lo más profundo del entendimiento humano. Cuestiones tan sencillas como el diálogo, la cooperación o la diversidad, se plantean en audiovisuales, fotografías, instalaciones y rincones interactivos, presentando al espectador -de manera inteligente- las complejas raíces de la comunicación interpersonal.
El museo no plantea soluciones a través de las muestras, pero abre preguntas acerca de las dificultades inherentes a la convivencia. Una mirada realista, que lejos de hundirnos en un pesimismo insalvable, nos ubica en una perspectiva que asume las diferencias como constitutivas de toda coexistencia, exigiendo respuestas que respeten esta condición.