Habemus Papam!

Joseph Ratzinger será Benedicto XVI

"Habemus Papam", ha dicho el cardenal desde el balcón. "Joseph Ratzinger". El nombre escogido: "Benidicto XVI". En esta ocasión, la cuarta fue la vencida. Tras tres votaciones infructuosas, los 115 cardenales electores han elegido al Papa 265 de la historia de la Iglesia. La muchedumbre que esperaba la fumata en la Plaza de San Pedro (en El Vaticano) estalló en aplausos cuando el humo blanco comenzó a flamear sobre el tejado de la Capilla Sixtina.

Tras unos momentos de confusión por el color de la señal, finalmente el repiqueteo de las campanas de San Pedro despejó toda duda.
La prensa internacional ya vaticinaba la posibilidad de que el cardenal Joseph Ratzinger hubiera obtenido alrededor del medio centenar de votos en la primera votación, lo que podría haber ocasionado un mayor consenso hacia su persona en la segunda, celebrada esta mañana, 19 de abril de 2005.
En la elección del que será el Papa número 265 hay voces que apuntan a una fuerte división entre los cardenales, que se debaten entre la ortodoxia y la llamada teología de la Liberación, más adaptada a la sociedad actual.
No obstante, la tardanza en la elección no sería una novedad en este tipo de votación, ya que, sin ir más lejos, Juan Pablo II fue elegido tras ocho votaciones. Y Juan XXIII tuvo que esperar a la décimo octava para erigirse en el máximo prelado de la Iglesia católica.

Vida y trayectoria

Joseph Ratzinger nació en 1927 en el seno de una familia bávara tradicional. Su padre era un policía muy religioso.
Ratzinger debió interrumpir sus estudios al estallar la Segunda Guerra Mundial, cuando fue asignado a una unidad antiaérea en Munich, y se enroló como miembro de las juventudes hitleristas. Luego diría que esa adhesión fue forzada.
Sus simpatizantes argumentan a su favor afirmando que justamente esa experiencia bajo el régimen nazi fue lo que lo convenció de que el Vaticano debía tener una fuerte posición respecto de la verdad y la libertad.
Tras ser ordenado sacerdote, Ratzinger apoyó el Concilio Vaticano II en la década del ´60 y su espíritu de convertir a la iglesia en una institución más abierta.
Más tarde, siendo profesor en la ciudad alemana de Tubinga, Ratzinger vivió de cerca las protestas estudiantiles y hay quienes dicen que allí se definieron muchas de sus posturas.
Ratzinger fue nombrado arzobispo de Munich en 1977, y pocos meses después fue ungido cardenal.
Sus críticos afirman que es un hombre de temer, porque ha tendido a suprimir la discusión y silenciado a los disidentes dentro de la misma Iglesia.
Wolfgang Cooper, un analista alemán en temas religiosos, afirma que Ratzinger podría convertirse en una figura que generará divisiones dentro de la Iglesia; «posiblemente se abra una gran distancia entre el liderazgo eclesiástico y la fe», afirmó Cooper.

Frente a la Santa Inquisición

En 1981, Juan Pablo II eligió a Ratzinger para dirigir la Congregación para la Doctrina de la Fe, el organismo del Vaticano conocido en alguna ocasión como la Santa Inquisición.
Desde allí Ratzinger obró como guardián de la ortodoxia religiosa produciendo una gran influencia.
Una de sus primeras campañas fue contra la teología de la liberación y la figura de sacerdote-político que se perfilaba -ya en la década del ´60- en América Latina.
También supo objetar la homosexualidad caracterizándola como un mal moral intrínseco, y se manifestó en contra del aborto y los métodos anticonceptivos.

Los analistas eclesiásticos creen que, como pontífice, le dará al Vaticano una voz clara y extrema al mismo tiempo.
No muy atrás en el tiempo, Ratzinger afirmó que estaba dispuesto a asumir la misión que Dios le pusiera en el camino. Hoy tiene la misión máxima en su camino.