Un desafío:

El futuro Papa y el mundo árabe

Hace cuatro años, el Papa Juan Pablo II entró a la mezquita de Omayyad -en Siria- y pidió a cristianos y musulmanes que buscaran un denominador común en sus religiones en vez de enfrentarse con hostilidad. "Que los corazones cristianos y musulmanes se sientan unidos por sentimientos de hermandad y amistad", dijo al cierre de su homilía el Santo Padre, el primero -también- en ingresar a un templo musulmán. Todo un desafío para su sucesor.

Sus palabras, pronunciadas apenas cuatro meses antes de los ataques terroristas del 11-M (en 2001), resuenan como un reto para su sucesor. Al igual que la Guerra Fría definió en sus comienzos el papado de Juan Pablo, las divergencias entre Occidente y el islamismo están llamadas a influir en las prioridades del nuevo Pontífice.
Las futuras relaciones de la iglesia con los musulmanes, y la determinación de quién puede ser el cardenal mejor preparado para manejar tales cuestiones, son dos factores claves que influirán en la decisión de los cardenales llamados a elegir al sucesor 265 de San Pedro.
«Tenemos que aprender a convivir y a dialogar con el Islam», afirmó el cardenal estadounidense Theodore McCarrick.
Otro cardenal estadounidense, Francis George, agregó que «las relaciones entre el catolicismo y el Islam no fueron afortunadas. Deseamos vivir en paz en una sociedad global, de manera que un diálogo con el Islam es particularmente importante».

Dos nombres

Dos cardenales estarían entre los protagonistas del cónclave al abordar las relaciones con el Islam: el cardenal Francis Arinze de Nigeria y su colega belga Godfried Danneels.
Ambos tienen dotes de diplomático, pero de ser elegido el nigeriano, su ascensión al trono de San Pedro haría historia por tratarse del primer Papa africano en la historia moderna de la iglesia.
El prelado belga tiene en cambio en su contra una actitud liberal que podría alarmar a varios de los cardenales más conservadores.
El Vaticano se esfuerza por mantener un equilibrio religioso delicado en Jerusalem, donde los cristianos se ven obligados con frecuencia a avanzar cuidadosamente entre las grandes comunidades de israelíes y palestinos.
«Los cristianos se ven con frecuencia entre la espada y la pared», dijo Daniel Rossing, que encabeza un grupo promotor del diálogo entre las religiones.