“Queremos una auténtica fraternidad con el pueblo de la Alianza”

El fuerte vínculo logrado entre Israel y la Sante Sede del Vaticano tiene mucho que ver con las decisiones de Juan Pablo II, el Papa que había catalogado a los judíos como sus “hermanos mayores”. Su muerte fue un fuerte impacto también en Israel, tema que se vio testimoniado por las personalidades políticas y religiosas más importantes del país. También se recuerda su paso por Jerusalem y su deseo puesto en al Muro de los Lamentos y su lucha contra el nazismo.

Israel, a través de su canciller Sylvan Shalom, afirmó que “el pueblo judío y el mundo entero han perdido un gran campeón de la reconciliación y la fraternidad entre las religiones. Todos recordaremos al Papa por su coraje y por su visión que permitieron establecer relaciones completas entre Israel y la Santa Sede”.
Moshé Katzav, Presidente de Israel afirmó que el Papa “será recordado cerca de los oprimidos. Karol Wojtila será recordado como una persona de gran moralidad y de Derechos Humanos, su corazón estaba con los que sufrían y eran oprimidos. El pueblo judío recordará a Juan Pablo como alguien que se levantó para poner fin a una injusticia histórica y por su lucha contra el antisemitismo”, destacó el Presidente israelí.
El ex Rabino jefe de Israel, Meir Lau, afirmó que “Juan Pablo II dejó una huella indeleble en su lucha contra el antisemitismo. Con la excepción de Juan XXIII -quien anuló la teología del Deicidio en el Concilio Vaticano II, en 1965- no hubo en la historia un Papa tan pro-judío como Juan Pablo II, quien ha dejado una huella indeleble en la lucha contra el antisemitismo. Su pedido de perdón en el Muro de los Lamentos no será olvidado” agregó.
El Vice Premier Ministro, y Premio Nobel de la Paz, Shimon Peres recordó que Juan Pablo II “tendió puentes a toda la humanidad. Su liderazgo espiritual no se limitó a sus creyentes y fieles, afirmó Peres. “El Papa representó la grandeza humana y fue el denominador común de toda la humanidad. No hay duda de que Juan Pablo II tendió puentes de la reconciliación entre el catolicismo y el judaísmo y luchó contra el antisemitismo”.

Contra el nazismo y en el Kotel

Todo comenzó el 16 de marzo de 1998 con la publicación del primer documento de autocrítica de la Santa Sede por la responsabilidad histórica del cristianismo en el antijudaísmo desde la época del emperador Constantino. El texto, presentado por el cardenal australiano Edward Idris Cassidy -entonces presidente de la comisión de la Santa Sede para las relaciones con el judaísmo- distingue claramente entre la responsabilidad de los cristianos en la gestación del antijudaísmo de Occidente, y el antisemitismo nazi, una «ideología pagana», que sitúa en otro plano. El documento reconoce un prejuicio contra el pueblo judío, hecho que facilitó la persecución nazi «conduciendo a muchos cristianos a la indiferencia y a la insensibilidad».
El domingo 13 de marzo del año 2000, Juan Pablo II pidió siete veces perdón por los pecados cometidos a lo largo de la historia en nombre de la Iglesia católica: por los abusos cometidos en la evangelización de los pueblos, por las persecuciones de los tribunales de la Inquisición, por el uso de la violencia por parte de los hombres de la Iglesia, por la división de la familia cristiana, por la voluntad de dominio en la relación con otras culturas y religiones, por la marginación de las mujeres y por los sufrimientos infligidos a los hijos del pueblo de Abraham. Siete peticiones de perdón, intercaladas por un breve silencio y la triple invocación «Kyrie eleison» (Señor, ten piedad), pronunciadas ante un candelabro de siete brazos situado bajo un en la basílica de San Pedro.
A las 12 del mediodía del domingo 26 de marzo del año 2000, en Jerusalem, en el Muro de los Lamentos, Juan Pablo II dejó su mensaje histórico:
«Dios de nuestros padres, Tú has escogido a Abraham y a su descendencia para que tu Nombre fuese llevado a las gentes. Estamos profundamente apenados por el comportamiento de cuantos en el curso de la historia han hecho sufrir a estos tus hijos y pidiéndote perdón, queremos comprometernos en una auténtica fraternidad con el pueblo de la Alianza. Firmado: Juan Pablo II».
El texto fue trasladado al Museo Yad Vashem donde se encuentra en la actualidad.
Nunca un Papa llegó tan lejos. Algunos biógrafos de Juan Pablo II encuentran el origen de estas acciones en la infancia del pequeño Karol y su juventud en Polonia, donde fue testigo directo de las persecuciones antisemitas.
El heredero de Juan Pablo II dirá cuál ha sido el peso específico de estos actos pontificios.