Según la ley del retorno instaurada en el Estado de Israel, tiene derecho a la ciudadanía israelí toda aquella persona cuya madre sea judía o que se haya convertido al judaísmo. A partir de esto, las conversiones practicadas por rabinos conservadores y reformistas serán reconocidas y no deberán ser ratificadas por una corte rabínica ortodoxa luego de atravesar caprichos de la ortodoxia y duros cursos selectivos.
Las corrientes religiosas Conservadora y Reformista son más liberales que la Ortodoxa. La sentencia también tiene importantes consecuencias económicas, ya que los fondos públicos que hasta ahora se distribuían únicamente los diferentes líneas e internas ortodoxas, ahora deberán dividirse entre las tres corrientes religiosas.
De ahí la satisfacción y la gran irritación que causó la sentencia según desde qué mirada haya sido observada.
Esta decisión «ha sido un paso muy importante de la Corte al reconocer que un judío es un judío», dijo el rabino reformista Uri Reguev.
«Es difícil reconocer a los que se han convertido de esa forma», dijo en Israel el rabino jefe askenazi Yona Metzger en referencia a reformistas y conservadores. Metzger consideró al proceso de conversión de estas otras dos corrientes internas religiosas como a “hacerse judío por fax”.