Aparecido en ‘El País’ -28 de marzo de 2005-:

Sharón juega con fuego

Todo parece indicar que habrá evacuación de Gaza en julio. El partido centrista Shinui ha anunciado que apoyaría en el Parlamento israelí el presupuesto de Ariel Sharón, compensando los votos que le niega al Primer Ministro su propia formación, el Likud. Y con la aprobación en la Kneset (Parlamento israelí), que estatutariamente ha de producirse en marzo, se evitan elecciones anticipadas, y habrá dotación para indemnizar a los 8.000 colonos judíos que conviven en 21 asentamientos de la franja con más de un millón de palestinos.

Pero Sharón no da puntada sin hilo, aunque ello sirva para todo menos para hacer que avance el pre-proceso de paz en Medio Oriente. Junto a tan excelentes perspectivas ha hecho saber, tanto a su propia clientela electoral como a la comunidad internacional, que van a construirse otras 3.500 viviendas en el cinturón de colonias que ya aíslan casi completamente la Jerusalem árabe del resto de Cisjordania.
La jugada, aparte de representar el doble juego habitual, es transparente. El día 17 de abril visita al presidente Bush en su rancho de Tejas, y nadie ignora que si Estados Unidos quiere que arranque de una vez el proceso negociador, el mandatario tendrá que apretarle las clavijas a su huésped. Por eso Sharón llegará a Crawford rebosante de concesiones que otorgar. ¿Quizá renunciar a una parte de esas construcciones? El juego, de tan repetido, agota. Una de cal y doce de arena. Presunta disposición a negociar, al menos en las palabras, y seguro dinamitado de cualquier negociación futura con la política de hechos todo lo consumados que sea posible.
Da igual que el ‘Mapa de Rutas’, que el presidente palestino, Mahmud Abbas, está cumpliendo con la reciente obtención de una tregua indefinida de las organizaciones terroristas, establezca también la obligación de congelar la expansión colonizadora en Cisjordania. Sharón se ha salido siempre con la suya, y, por ello afirma, como en tantas ocasiones anteriores, que se adhiere a una hoja que sólo es papel mojado, mientras se desmiente a sí mismo por la vía de los hechos.
La única esperanza, no ya de paz, sino al menos de proceso para la misma, reside en Bush. Si Washington no es capaz de poner fin a esta charada interminable, las expectativas de paz entre israelíes y palestinos volverán allí de donde procedían: al país de los sueños irrealizables.